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Treinta años después de la emisión de Las habitaciones de la muerte las adopciones internacionales han caído en picado. En 1995, Documentos TV transmitía este documental de Channel 4 que conmovió al mundo y disparó las acogidas al revelar las terribles condiciones en las que vivían las huérfanas chinas. Niñas sin nombre, desnutridas y atadas a sillas. El testimonio, que dio a conocer la realidad de miles de niñas, generó una reacción mundial cuyo eco en nuestro país apenas resuena hoy: en el año 2000 España realizó 475 adopciones a niños chinos -el segundo país que más adoptó, tras Estados Unidos- frente a las cuatro adopciones realizadas en nuestro país a lo largo del año 2023.
La natalidad en España se va desplomando año tras año. La media de hijos por española en 2021 fue de 1,3, un mínimo histórico que nos posiciona como uno de los países con la tasa de natalidad más baja de Europa. Las adopciones han caído paralelamente a este fenómeno. "Lo que ha bajado espectacularmente es el número de solicitudes", afirma Cristina Núñez, psicóloga de la asociación Adopta. En lo que concierne a la adopción internacional, el derrumbe es evidente: España ha pasado de 3.062 niños acogidos en el año 2000 a 153 en 2023.
Núñez destaca un cambio en la forma de entender las adopciones internacionales por parte de los españoles: "Ahora la gente sabe más, sabe que no todo es súper bonito, ni que va a ser todo estupendo, sino que es un trabajo lo que se tiene que hacer con los hijos, que te puedes encontrar con situaciones complicadas y que a lo mejor van a necesitar un apoyo psicológico".
En los años 2000 los españoles eran novatos en las adopciones internacionales. Dos décadas después son conscientes de la dura realidad que puede llegar a ser. "Quizás no se tenía en cuenta que son unos niños que tienen una historia anterior, que hay unas vivencias, que puede haber una situación de maltrato o de abuso y que psicológicamente puede dejar una huella... Y si se tapa o si no se quiere hablar de eso, si no se trata, muchas veces salen cosas luego cuando son adolescentes o un poco más mayores", concluye la experta.
Elisa Chuliá, profesora de Sociología de la UNED e investigadora de Funcas, también subraya el cambio de mentalidad de los españoles sobre la maternidad: "Antes los hijos venían por defecto. No nos lo planteábamos, era lógico". "Ahora se retrasan mucho más los embarazos, las mujeres estudian y quieren trabajar", explica. Las cifras hablan por sí solas. En el año 2000 la edad media para ser madre en España era de 29,08 años. Actualmente las españolas tienen su primer hijo a los 32,6 años. Esta decadencia tiene reflejo no sólo en las adopciones internacionales sino también en las nacionales, pasando de 964 casos en 2000 a 681 en 2022.
Además el esfuerzo económico que implica ser padre o madre ha aumentado considerablemente. Según un estudio elaborado por la plataforma de ahorro europea Raisin, el coste total de tener un hijo se ha incrementado un 41,37% estos últimos 20 años. En 2023, según sus cálculos, tener un hijo cuesta 309.381,55 euros hasta su emancipación.
La reproducción asistida también influye en la caída de las adopciones. En este sentido España es uno de los países punteros en nuevas técnicas de fertilidad. "Muchas familias agotan primero todas las opciones para tener hijos biológicos y luego, si no, piensan en la adopción", afirma Núñez. En 2021 nacieron 40.638 bebés por reproducción asistida, lo que representa el 11% de los alumbramientos en España.
Este descenso también se explica por la multiplicación de las restricciones por parte de los países que ofrecían niños, que complican, si no hacen imposible, las adopciones internacionales. Este endurecimiento se explica por el deseo de promover la adopción dentro de sus fronteras. "La adopción internacional siempre se ve como el último recurso para los niños", afirma Núñez.
Dar actualmente en adopción al extranjero tiene una "connotación política negativa", que podría interpretarse como un indicador de que un país no es capaz de proteger adecuadamente a su propia infancia. "Que los niños puedan quedarse en sus países de origen significa que el país ha mejorado", cuenta la experta. Muchos países que anteriormente favorecían la adopción internacional ya no la necesitan, muestra de que el país ha avanzado. "Han desarrollado programas de adopción nacional y de acogimiento para que los niños no tengan que salir de sus países, lo cual siempre es mejor", concluye Núñez. Este es el caso de países como Rumanía o Ucrania.
En el año 2000 España adoptó a 583 niños rumanos y 218 ucranianos. Actualmente estos dos países han prohibido las adopciones internacionales. Rusia también, aunque sus motivos son diferentes. En 2000 fueron 497 los niños rusos adoptados, lo que lo posicionó como uno de los países favoritos de los españoles durante años. Hasta 2011, cuando Vladimir Putin decidió cerrar las puertas a España por la legalización del matrimonio homosexual en nuestro país.
Otros casos son los de Colombia o China. Estos países redujeron considerablemente las posibilidades de adopciones internacionales, lo que facilitó solamente niños de una cierta edad o con discapacidad. En el caso de China, esta bajada también es debida al fin de su política sobre el "hijo único".
Al contrario, las demandas en Vietnam han aumentado. Su fácil legislación y sus bajas restricciones lo posicionan como el favorito para adoptar en 2023. "En los años 2000 en España no había ninguna entidad que cubriera ese país", afirma a EL MUNDO Santi Llensa, director de la asociación Iniciativa Pro Infancia (IPI). Según esta institución, el éxito de Vietnam reside en "la buena atención que reciben los niños en sus orfanatos". Otro motivo sería la edad: "En Vietnam se siguen pudiendo adoptar muchos niños pequeños, lo que en otros países es imposible ya". "Hay muy poca adopción nacional, les faltan generaciones hasta que los vietnamitas adopten en su propio país", concluye Llensa.