«La seguridad europea no son tanques y cañones, es tecnología». Con estas palabras Pedro Sánchez trató de asegurar a su socio de Gobierno y a sus aliados de investidura que el aumento del gasto en Defensa, imprescindible para garantizar las capacidades militares de la Unión Europea cuando el paraguas de EEUU se cierra, no se realizará a costa del presupuesto social o medioambiental e incluso que será una oportunidad para impulsar la industria española, el I+D+i, la inteligencia artificial, el empleo y el crecimiento económico.
Sin embargo, los objetivos del presidente no casan, de momento, con las necesidades prioritarias que identifica Bruselas: defensa aérea, misiles y antimisiles, sistemas de artillería, munición, drones y movilidad militar. Sánchez prefiere prometer, y así lo hizo ayer en el Congreso, un gran plan nacional de Defensa, todavía difuso, a presentar antes del verano y que, por ahora, no cuenta ni siquiera con un esbozo de inversiones ni de calendario y para el que, de partida, no tiene ni mayoría parlamentaria que lo respalde ni Presupuestos que le aseguren cobertura.
El presidente trata de afrontar el rechazo frontal de sus aliados a todo lo que suene a armamento e involucre a la OTAN dirigiendo la atención hacia un concepto amplio de seguridad en el que cabría desde el impulso a la inteligencia artificial hasta la lucha contra el cambio climático, el terrorismo yihadista o la inmigración descontrolada. Y todo ello, asegura, sin afectar «ni en un solo céntimo» al gasto social.
No hubo en su comparecencia, ayer ante el Pleno del Congreso, ninguna referencia explícita a la renovación y aumento del arsenal armamentísitico de España, ni al número de soldados que podrían ser necesarios para fortalecer los Ejércitos, como sí están anticipando ya otros países socios. Sánchez asegura que España estará comprometida con los planes europeos pero, por ahora, esta promesa flota en una laguna sin fondo.
Más aún, el presidente tacha de «especulaciones» los porcentajes de incremento de gasto militar que se barajan en la UE y en la OTAN: 2%, 3% e incluso 5% del PIB. España en la actualidad se sitúa a la cola de los aliados en presupuesto para la Defensa y aunque Sánchez asegura que cumplirá con el compromiso de alcanzar ese mínimo del 2% firmado por Rajoy en la Cumbre de Gales en 2014, no anticipa ni de qué manera ni a qué ritmo.
Fuentes de La Moncloa explican que no habrá más concreción respecto al plan que maneja el Gobierno hasta que no se perfilen los detalles del nuevo escenario al que hay que hacer frente en la cumbre de la Alianza Atlántica que se celebrará en La Haya el próximo mes de junio.
Frente al interés de Sánchez por desplegar «pedagogía» para que la ciudadanía y las fuerzas políticas asuman el desafío que afronta Europa ante la amenaza imperialista de Putin y el «giro copernicano» de la administración Trump, los partidos del Congreso situados a su izquierda se mantienen impermeables a mensajes que interpretan como «belicistas», aunque se maquillen con palabras como «valores», «solidaridad», «libertad» y «democracia», y martillean con la idea de que más Defensa, más armas y más gasto militar no implica más seguridad. Incluso Sumar, su socio en el Consejo de Ministros, se refiere a la OTAN como una organización «zombi» de la que más vale desligarse cuanto antes.
Todos los socios del Gobierno expresaron con más o menos contundencia su rechazo a elevar el gasto en Defensa. Únicamente a favor del mismo se muestra el Partido Popular quien, sin embargo, no está dispuesto a ayudar gratuitamente a Sánchez a saltar el muro que frente a él levantan sus aliados.
Alberto Núñez Feijóo no dudó ni un minuto en enfrentar a Sánchez ante el espejo reprochándole la vaciedad de un discurso que, según los populares, tiene los pies de barro. Y sobre todo afeándole que asuma compromisos inconcretos ante los socios europeos cuando ni siquiera puede esgrimir una posición unánime de su Gobierno y, además, evita remitir al Congreso un proyecto de Presupuestos ante la evidencia de que no tendría apoyos suficientes para aprobarlo. El líder del PP exigió al presidente del Gobierno cumplir con su obligación constitucional y remitir ya un proyecto de cuentas públicas a la Cámara y, si no, remató, «convoque elecciones».
Feijóo, además, exige que cualquier incremento en el gasto de Defensa tenga que ser autorizado por el Congreso. Esta demanda cuenta el apoyo de una mayoría tal y como se demostró ayer con la aprobación de una moción del PP que reclama al Gobierno la presentación de un plan plurianual de inversiones en materia de defensa y que se recabe el consentimiento de la Cámara para cualquier incremento del gasto militar. Este último punto se aprobó con 172 votos a favor -PP, Vox, UPN y BNG- frente a 161 en contra -PSOE, Sumar, ERC, EH Bildu, Podemos y el voto de José Luis Ábalos- y 13 abstenciones -Junts, PNV y Coalición Canaria-.