ESPAÑA
Política

Sumar desprecia el ataque de Pablo Iglesias: "Podemos no tiene ni sedes, es un partido ficticio"

El espacio a la izquierda del PSOE no encuentra paz ni futuro. Podemos rechaza la posibilidad de un acuerdo, mientras que Sumar ni siquiera es un partido. Díaz no quiere liderargo orgánico, sólo ministerial

Sumar desprecia el ataque de Pablo Iglesias: "Podemos no tiene ni sedes, es un partido ficticio"
JORGE ARÉVALO
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Actualizado

Los restos de lo que fue Podemos siguen transitando con disputa y alboroto y gresca por la política española. El fenómeno que sorprendió al mundo tras su éxito electoral por la crisis financiera anda fragmentado en mil pedazos, cada uno de los cuales es imprescindible para poder revalidar el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez. Fiel a una de sus tesis más queridas -lo personal es político- el ex carismático líder de aquel partido, Pablo Iglesias, se resiste a vivir en el anonimato. Reconvertido en empresario de comunicación, periodista crítico, escritor y hostelero, Iglesias mantiene un grupo de discípulos al mando de Podemos y una burbuja en las redes sociales que le permite seguir siendo él. Su potencia de tiro es evidente. Esta pasada semana ha surtido a los medios de noticia diaria. Su pareja y madre de sus hijos, Irene Montero, ha anunciado que será la candidata a las elecciones generales pasando de Sumar, ha sacado un libro donde saborea el amargo sabor de la venganza contra todos y todas, y ha protagonizado la Asamblea Ciudadana de Podemos, partido teóricamente liderado por dos mujeres, pero realmente dirigido por él mismo.

Frente a este macizo de la raza, se extiende un fenómeno disperso y deshilachado, desperdigado en unos cuantos partidos de ámbito regional que se unieron en las últimas elecciones generales en torno al liderazgo de Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno. Iglesias la ha convertido en su diana principal debido a que él la encumbró al puesto y después se sintió traicionado por ella. Lo personal es político.

A Yolanda Díaz se vuelven todas las miradas cuando sale a la luz pública el secreto sobre su futuro que ella quiere guardar bajo llave en su ministerio. El día que Iglesias y Montero le dijeron que se fuera al PSOE porque ella en la izquierda del PSOE no pinta nada, le fueron a preguntar qué opinaba sobre el particular. Ella contestó distante. Como si no fuera con ella. «No pienso decir nada, nunca insultaré a nadie, no es mi estilo, yo no soy así, soy distinta, no me gusta la política de partido, no quiero saber nada de la metapolítica, lo único que me interesa es mejorar la vida de la gente desde el Ministerio en el que hacemos cosas muy importantes». Díaz no quiere ser la líder orgánica de Sumar, a pesar de que lidera a los ministros de Sumar. «No lidera nada, los ministros de Sumar van cada uno a lo suyo, a buscarse el futuro y a ayudar a las formaciones de las que provienen. Sumar no existe, y de eso se aprovechan Iglesias y Montero. El equívoco que mantiene Yolanda Díaz deja a Sumar en la irrelevancia», señalan fuentes de lo que en su día se llamaron las confluencias.

Iglesias y la "confusión"

La ministra de Sanidad, Mónica García, no quiso dejar pasar las impertinencias de Iglesias y Montero. «Estamos hartos de lecciones, ya le dije en 2021 que la política no era una película de Netflix, y ahora le digo que no es una piscina de bolas». Hay que recordar que la líder de Más Madrid rechazó públicamente la «testosterona» de Iglesias cuando éste le propuso ir en coalición a las elecciones en la Comunidad de Madrid. Y le ganó el pulso en las urnas.

«Era necesaria la bofetada de Mónica García. Iglesias está centrado en su venganza personal, pero Podemos carece de implantación regional y local, es un partido ficticio. Se mueve en las redes. No tiene sedes», aseguran fuentes de lo que fue Sumar. Los partidos de este espacio, explican las mismas fuentes, se mantienen firmes en las autonomías -Compromís, Más Madrid, los Comunes, IU en Andalucía-, por lo que cuando se acerquen las elecciones se podrán activar de nuevo en una coalición. «Hablar ahora de elecciones generales es absurdo, una maniobra de distracción de Iglesias para introducir confusión», coinciden todos los interlocutores de Sumar.

El agujero negro de lo que se llamó Sumar no está en las bases, sino en la cabeza. Yolanda Díaz no quiere ser la líder de un partido y menosprecia por completo la vida orgánica, a pesar de que la política se ejerce a través de los partidos, según el principio constitucional. ¿Quiere la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo volver a ser número uno en las próximas generales? Es una pregunta a la que tampoco quiere responder. Prefiere el papel de gobernante que de dirigente de partido. En su día, impulsó desde su alta responsabilidad institucional la creación de un liderazgo y de un proyecto político mayoritario que pretendía superar la dinámica de los partidos.

No tuvo el éxito que ella esperaba. Aunque sus resultados permitieron la continuidad del Gobierno de coalición. Ahora, las fuentes consultadas del llamado espacio confederal expresan muy serias dudas sobre la posibilidad de que pueda encabezar la lista a las generales. «Está muy débil, ya no es lo que era, aunque ella parece no darse cuenta de cuál es su realidad. Carece de apoyos», señala un sector que perteneció a Sumar.

Junts torpedea al Gobierno

Junts lo ha vuelto a hacer. Esta vez con el decreto del Gobierno para hacer frente a la guerra de los aranceles de Trump. El diputado Josep María Cruset presumió, orgulloso, de que el Gobierno de Sánchez había aceptado conceder a Cataluña el 25% de las ayudas totales para paliar los prejuicios de la medida anunciada por Trump. El Gobierno se apresuró a decir que las ayudas no son a los territorios, sino a las empresas afectadas. Pero la salida de Junts entorpeció de forma grave las negociaciones del ministro Cuerpo con Juan Bravo, el portavoz económico del PP, que puso el grito en el cielo.

No es la primera vez que Junts vende concesiones del Gobierno o acuerdos que no se ajustan a la realidad, por lo que el Grupo Socialista del Congreso manifiesta en privado su hartazgo de la forma de hacer política de Nogueras y Puigdemont. A pesar de lo cual, en público, ni los ministros ni los dirigentes socialistas se atreven a criticar a Junts. Tiran por la calle de enmedio y culpan al PP de la falta de acuerdos.