INTERNACIONAL
Vuelco en Países Bajos

El ultra Geert Wilders modera su discurso y tiende la mano al centroderecha neerlandés para liderar un Gobierno de coalición

La candidata liberal, Dilan Yesilgöz, y el líder democristiano Pieter Omtzigt no cierran totalmente la puerta a un Ejecutivo de coalición, pero advierten: "No será fácil"

Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), celebra su resultado ayer en La Haya.
Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV), celebra su resultado ayer en La Haya.Carl CourtMUNDO
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Las elecciones de los Países Bajos ha supuesto un vuelco total al tradicional sistema de partidos que en los últimos 13 años ha dominando el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) del todavía primer ministro en funciones Mark Rutte. El líder de la ultraderecha, Geert Wilders, ha conseguido una victoria inapelable, con 37 escaños, sacando una gran ventaja al segundo candidato más votado, el socialdemócrata Frans Timmermans (25). Aunque las urnas han hablado claras, los planteamientos de Wilders han sido durante años tan radicales que el resto del arco parlamentario de derecha y centroderecha no le asegura ahora su apoyo; y de hacerlo, le va a cobrar cara una coalición de Gobierno dirigida por él.

Tras los nítidos resultados electorales, ni la candidata del centroderecha, Dilan Yesilgöz (24 diputados), ni el fundador del Nuevo Contrato Social (NSC), Pieter Omtzigt (20), han dado un portazo a negociar con él. Pero sí le han dejado claro que tampoco le pondrán las cosas fáciles.

Los partidos mayoritarios neerlandeses no quieren oír hablar de celebrar un referéndum para la salida de los Países Bajos de la UE -el Nexit-, de cerrar las mezquitas o las escuelas musulmanas o de dejar de enviar ayuda a Ucrania, como propone el programa de Wilders.

El líder ultra ha sido hasta hace pocas semanas un dirigente casi antisistema, con propuestas a menudo consideradas por el resto de los partidos como estrambóticas o imposibles de poner en marcha. Sin embargo, durante esta campaña electoral y también tras el cierre de las urnas, el dirigente neerlandés ha moderado su discurso, se ha mostrado dispuesto a renunciar a la parte más dura de su programa y ha confirmado que todo lo que pacte "estará dentro de la Constitución".

La jugada es clara. Wilders se suavizó para atraer a más votantes. Y ahora trata de seducir al resto de formaciones de centro y derecha. Está por ver si el resto de los dirigentes políticos considera este cambio de discurso creíble y si las exigencias que pondrán sobre la mesa serán asumibles para Wilders.

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De momento, el ganador empezó a mover sus fichas la misma noche electoral: "Hago un llamamiento a los partidos. La campaña ha terminado y los votantes han hablado. Ahora, tendremos que buscar acuerdos entre nosotros. Con nuestro magnífico resultado, el PVV ya no puede ser más tiempo ignorado". Todo ello, eso sí, lo dijo tras clamar enardecido ante sus seguidores a favor de parar "el tsunami de la inmigración". Eso a pesar de que los Países Bajos no tiene un gran porcentaje de población inmigrante (es similar a la de España, entre el 13% y el 14%, según informes comparativos de la ONU).

Las elecciones no sólo han dejado claro que los neerlandeses quieren un cambio y que han apostado por Wilders. El voto de castigo contra las formaciones que formaban el Gobierno anterior dirigido por Rutte ha sido durísimo. El VVD ha perdido 10 escaños, los liberales de izquierdas del D66, 15, y los democristianos de la CDA, 10 diputados. Todos estos partidos formaban parte del Ejecutivo que saltó por los aires en julio porque fueron incapaces de ponerse de acuerdo precisamente sobre la política de migración y asilo, lo que provocó las elecciones del 22 de noviembre.

Lo que no parece que vaya a cambiar son los plazos para formar Gobierno. Mark Rutte en 2021 tardó más de nueve meses en cerrar una coalición, 271 días. Y muchos analistas están apuntando que ahora la formación del Ejecutivo puede ser incluso más difícil y larga.

Se espera que Wilders empiece este viernes a dar pasos para iniciar una negociación con el VVD, el NSC y con el Movimiento Campesino (BBB), con seis escaños, los partidos de la coalición que aspira a forjar y que sumarían 87 diputados de los 150 que tiene la Cámara Baja, una holgada mayoría absoluta.

Dilan Yesilgöz, la ex ministra de Justicia de Rutte y antes favorita, que ha sufrido un duro varapalo electoral, no se ha cerrado en banda a pactar con la ultraderecha, algo que siempre dependerá, ha puntualizado, de la decisión que tome su partido. Ella fue quien levantó el pasado mes de agosto el histórico veto que los liberales del VVD habían impuesto a la ultraderecha.

El levantamiento de ese veto ha sido uno de los errores de los liberales que han podido contribuir a la victoria de Wilders, según algunos expertos. Ruud Koole, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Leiden y ex senador laborista explica a Efe que Yesilgöz "tuvo un rol enorme a la hora de legitimar a Wilders ante algunos votantes" porque, con el veto del VVD, muchos consideraban un "voto perdido" apostar por el PVV. Pero al haber esperanzas de que gobernara gracias al cambio de posición de la candidata, el escenario cambió.

Coincide con esta opinión el experto Diederik Brink, de la universidad de Ciencias Aplicadas de La Haya: "Levantar el veto fue un enorme error estratégico porque normalizó su comportamiento de los últimos 20 años y aceptó su rol como futuro actor importante".

Tras la victoria de Wilders, Yesilgöz ha vuelto a una posición más dura y escéptica, pero sin regresar al veto que ella levantó: "Ahora le toca a él; tiene que demostrar si es capaz de formar una mayoría", ha aseverado. Omtzigt, del NSC, ha mostrado su "disponibilidad" al diálogo con Wilders, aunque destacando que "no será fácil": "Estamos disponibles para convertir la confianza de los votos, que nos tomamos muy en serio, en hechos a partir de mañana".

El único dirigente de peso que se mantiene firme en su cordón sanitario contra la ultraderecha es el ex vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans, candidato de la coalición formada por socialdemócratas y verdes (PvdA-GroenLinks): "Nunca formaré una coalición con partidos que sostienen que los solicitantes de asilo son la fuente de todas las miserias".