Mika empuña en una mano la bandera ucraniana y en la otra la finlandesa. Las alza en una concurrida calle del centro de su ciudad natal, Helsinki, en la que se concentra un grupo de manifestantes contra Rusia, el país con el que Finlandia comparte más de 1.300 kilómetros de frontera. El delicado equilibrio diplomático entre el país nórdico y su incómodo vecino se rompió a raíz de la guerra de Ucrania, hasta el punto en que el Gobierno finlandés anunció esta semana el cierre total de su frontera con Rusia. La medida, que entra hoy en vigor, impedirá la llegada de solicitantes de asilo de terceros países, que se ha disparado (900 personas solo en noviembre) y que Helsinki califica de "ataque híbrido" o "actividades de injerencia" por parte de Moscú, a quien acusa de estar empujando a los refugiados a través de la frontera
La invasión de Ucrania también llevó a Finlandia a replantearse en tiempo récord su estrategia de seguridad y a abandonar la neutralidad para convertirse en el último país en adherirse a la Alianza Atlántica. "Era algo que se necesitaba desde hace mucho tiempo y finalmente ha llegado. Nos sentimos más seguros", afirma a este diario Mika, de 60 años, que tiene buenos amigos luchando en Ucrania. "Siempre hemos estado en la primera línea frente a Rusia y lo hemos manejado con sumo cuidado, pero ahora tenemos el músculo", añade.
El pasado 4 de abril, el país nórdico se convirtió en el miembro número 31 de la OTAN, protagonizando el proceso de adhesión más breve de la historia. Y hubiera sido aún más veloz sin los vetos de Hungría y Turquía, que finalmente dejaron en el banquillo hasta nuevo aviso al otro compañero de viaje de Helsinki, Suecia. Con la incorporación de Finlandia, la OTAN duplica su frontera con la Rusia de Putin, pasando de 1.215 kilómetros a 2.550.
"Desde la invasión de Ucrania, la opinión pública respecto a la OTAN cambió rápidamente y fue contundente. Quizá en otro momento hubiéramos tenido un referéndum como cuando entramos en la UE, pero todo ocurrió muy rápido y es lo mejor que nos podía pasar en las circunstancias actuales. El sentimiento general es de alivio", reflexiona María, de 33 años, que observa la protesta proucraniana en la capital finlandesa a unos metros de distancia.
El paraguas aliado, deseado por más del 80% de los finlandeses, es un plus para la seguridad de la considerada "nación más feliz del mundo", que lleva la autodefensa en su ADN. Son décadas preparándose ante un eventual ataque ruso gracias a la llamada Estrategia Integral de Seguridad, un modelo de autodefensa por el que las autoridades, las empresas, las ONG y los ciudadanos son responsables en su conjunto de salvaguardar las funciones vitales de la sociedad. Es decir, garantizar la resistencia del conjunto del país ante cualquier tipo de adversidad y recuperarse rápidamente, ya sea una agresión militar o terrorista, un apagón masivo, una catástrofe nuclear o una pandemia. Y no sólo a nivel físico, también mental.
La estrategia actual es heredera del plan de 'defensa total' desarrollado por Finlandia a partir de la Guerra de Invierno contra la Unión Soviética en 1939 y que continuó en los años 90. Los acontecimientos ocurridos en las últimas décadas y que han puesto en jaque la seguridad comunitaria, como el 11-S, la invasión rusa de Crimea, el Covid o la guerra de Ucrania pusieron de manifiesto que la estrategia tenía que estar en constante revisión para adaptarse a las nuevas amenazas y que el conjunto de la sociedad tenía que estar preparado para cualquier contingencia.
Con la ayuda de campañas gubernamentales, como la de '72 horas', los finlandeses están instruidos en cómo sobrevivir por su cuenta durante al menos tres días en caso de crisis, y sin perder la calma. De este modo, las autoridades podrán dedicar sus esfuerzos en trabajar en el problema en vez de atender a la población.
Para ello, se recomienda almacenar comida no perecedera, medicinas, dinero en efectivo, ropa de abrigo, agua, antorchas, baterías de radio... Y se detalla cómo reaccionar si suenan las sirenas, o la ruta hacia uno de los más de 50.000 refugios civiles con los que cuenta el país. Esta red de búnkeres es capaz de proteger bajo tierra al 80% de la población.
Uno de los mayores ejércitos de la UE
El modelo de seguridad se sostiene en última instancia con uno de los mayores ejércitos de la UE. Finlandia fue uno de los pocos países aliados que no recortó en defensa después de la Guerra Fría: con una población de poco más de cinco millones y medio de habitantes, cuenta con 280.000 efectivos listos para el combate y con 900.000 reservistas gracias al servicio militar obligatorio. El 85% de la población finlandesa está además dispuesta a defender con las armas su país. Los jóvenes están entrenados para ello: pasan de ocho a 11 meses instruyéndose en el servicio militar. Como curiosidad, Helsinki es la única capital europea donde entrenan con fuego real a menos de cuatro kilómetros del Palacio Presidencial.
Con un presupuesto de 32 millones de euros al año, el 73% de los menores de 29 años (edad máxima para hacer cumplir con la 'mili') terminan el servicio, y volverán a reunirse con su mismo grupo cada cinco años para refrescar conocimientos hasta que dejen de ser reservistas, a los 60 años. La abstención sólo alcanza el 4%.
Para los hombres, la 'mili' es obligatoria. Para las mujeres, por el contrario, existe un período voluntario de hasta 30 días, pero si deciden quedarse pasarán por la misma experiencia que sus compañeros. Anne ha completado de forma voluntaria el servicio en la base de Santahamina, en Helsinki. "La entrada en la OTAN incrementa nuestra capacidad defensiva. Pero la seguridad también tiene que ver con la sensación de seguridad que comparten las personas. Ningún tipo de equipo o armamento nuevo une automáticamente a una nación", opina la joven de 24 años, que asegura estaría preparada para defender a otro país aliado en caso de necesidad.
"Muchas de las mujeres que hemos completado voluntariamente el servicio militar consideramos cuidadosamente las responsabilidades y consecuencias que puede tener para nosotras alistarnos en las Fuerzas de Defensa finlandesas, incluida la participación en operaciones internacionales. He prestado un juramento militar, una promesa de por vida para defender los valores que defiende mi país. Hoy, Finlandia es miembro de una alianza de defensa y, en mi opinión, la promesa que hice se aplica a los aliados de la OTAN".
Una "patata caliente" que dejó de serlo
En este engranaje autodefensivo, la compañía de radiodifusión pública de Finlandia (Yle) es un actor clave; son los primeros en entrar en acción. "Hay un gráfico en el plan de seguridad integral que dice claramente: Yle está al cargo de decirle a la gente qué hacer en una situación de crisis", explica Mika Ojamies, jefe de relaciones internacionales de la compañía, desde la sede en Helsinki. Mira por la ventana hacia la gran torre de comunicaciones de la capital. Si es atacada y colapsa, explica, los ciudadanos seguirán recibiendo información gracias a estudios e instalaciones construidos en refugios, a muchos metros bajo tierra.
Ojamies define el debate sobre la OTAN en su país como "una patata caliente desde la Segunda Guerra Mundial, que de pronto ya no estaba caliente". "Tradicionalmente, los políticos en Finlandia siempre han tratado de evitar hablar de la OTAN porque tenían la idea de que a la gente no le gustaba y no era una buena idea por la situación geopolítica. Y lo mismo ocurría con los ciudadanos. Pero ahora, las dos partes han decidido que todo ha cambiado, que era el momento. La gente se siente más segura".