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La Armada china llega al Ártico de la mano de Rusia: el plan de Pekín para crear la 'Ruta de la Seda Polar'

La idea es abrir nuevas rutas para reducir el tiempo del transporte de mercancías, pero también tiene un importante componente energético y geopolítico

Entrenamiento de guardias fronterizos chinos en el condado de Mohe, en la provincia nororiental china de Heilongjiang, en la frontera con Rusia
Entrenamiento de guardias fronterizos chinos en el condado de Mohe, en la provincia nororiental china de Heilongjiang, en la frontera con RusiaGetty Images
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En 2013, un carguero chino de 19.000 toneladas llamado Yong Sheng se convirtió en el primer barco del gigante asiático que llegaba hasta Europa, concretamente hasta el puerto de Rotterdam, cruzando el estrecho de Bering, que separa Rusia y Alaska, y después navegando por uno de los pasos legendarios del Ártico, la Ruta del Mar del Norte.

La disminución de la capa de hielo estival por el cambio climático ayudó al éxito de aquella misión comercial china para bordear la costa norte de Rusia y entregar mercancías a su mejor comprador, la Unión Europea, recortando dos semanas de viaje respecto a las rutas marítimas tradicionales. Cinco años después de ese viaje, Pekín presentó un plan que revelaba sus ambiciones en el gélido extremo norte del planeta: lo denominaron la Ruta de la Seda Polar.

La idea era abrir nuevas rutas comerciales a través del Ártico para reducir el tiempo que transcurre entre que los contenedores con mercancías salen de China y llegan a algunos de sus destinos europeos. Por ejemplo, los envíos del puerto de Shanghai al de Hamburgo tardarían 18 días por los 35 de la ruta a través del Canal de Suez o los casi 50 actuales por los desvíos al cabo de Buena Esperanza para evitar los ataques de los rebeldes hutíes en Yemen.

El plan de Pekín, además de la búsqueda de una ruta comercial alternativa, contenía un importante componente energético y geopolítico. Las empresas chinas ya han lanzado grandes inversiones en el Ártico, rico en recursos energéticos y naturales, con aproximadamente el 13% del petróleo crudo no descubierto del mundo y el 30% del gas natural. Aunque su frontera no llega ni de lejos a esta zona del planeta, Pekín ha logrado formar parte como observador del Consejo Ártico, un foro integrado por los países que rodean el Polo Norte (Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos), y participar en sus reuniones.

La segunda potencia mundial incluso ha empezado a poner el foco de expansión militar en esta estratégica región. A principios de octubre, la guardia costera china entró por primera vez allí acompañada por la Armada rusa. Desde Estados Unidos señalaron que la patrulla conjunta entre barcos chinos y rusos transitó la zona económica exclusiva de Moscú dentro del mar de Bering.

Washington, que no esconde su preocupación por la "creciente coordinación" de China y Rusia en el Ártico, explicó que habían enviado algunos aviones para vigilar esas últimas maniobras. "La reciente actividad demuestra el creciente interés en el Ártico por parte de nuestros competidores estratégicos", dijo la contralmirante Megan Dean, de la Guardia Costera de EEUU.

Cuatro barcos, incluidos los buques chinos Meishan y Xiushan, llegaron el 4 de octubre al Ártico desde el Pacífico norte. "El ejercicio amplió significativamente el alcance de las operaciones en alta mar, puso a prueba exhaustivamente la capacidad de nuestros barcos para llevar a cabo misiones en aguas desconocidas y proporcionó un fuerte apoyo para participar activamente en la gobernanza marítima internacional y regional", señalaba el comunicado de las autoridades chinas.

En julio, fuerzas estadounidenses y canadienses informaron que bombarderos rusos y chinos habían realizado ejercicios conjuntos también por primera vez cerca de Alaska.

Los observadores internacionales han apuntado que Moscú históricamente ha tenido mucho recelo en abrir las puertas del Ártico a China, que ya le está ganando mucho terreno en su tradicional patio de influencia de Asia central. En cambio, ahora el Gobierno de Vladimir Putin necesita extender los frentes de cooperación con su aliado diplomático y económico más importante, del que depende ahora más que nunca.

Moscú ansía el paraguas económico de una superpotencia asiática que siempre está hambrienta de energía. En el Ártico, al noroeste de Siberia, se encuentra la península de Yamal, donde Rusia está negociando la construcción de un gasoducto para transportar 50.000 millones de metros cúbicos de gas natural hasta China a través de Mongolia.

Un año después de que el ejército de Putin atacara Ucrania y apoyándose en la "asociación estratégica sin límites" que el líder ruso firmó con su homólogo Xi Jinping, el Kremlin anunció un acuerdo con Pekín para construir infraestructura a lo largo de la ruta del Mar del Norte. Hace unos meses, en respuesta a este acercamiento entre Putin y Xi, Canadá, Estados Unidos y Finlandia acordaron el bautizado como Pacto de Hielo: la construcción de una flota conjunta de barcos rompehielos que se abran paso por las demandadas rutas heladas del Ártico.

"La competencia global entre Estados Unidos y China se está extendiendo ahora hasta el Ártico, especialmente a la zona de enlace donde se encuentran los países nórdicos. EEUU no puede permitirse el lujo de que China se afiance o aumente su presencia y, por lo tanto, hará todo lo posible para excluir a Pekín de esta región", señalan los académicos chinos Guo Peiqing y Chen Huiwen, de la Universidad Oceánica de China.

"El interés de China en el Ártico está motivado por los beneficios comerciales, geopolíticos y energéticos. Los depósitos de petróleo y gas están encerrados bajo el lecho marino por gruesas capas de hielo y un clima severo, pero el retroceso constante del hielo ha allanado el camino para futuros esfuerzos viables de extracción", señala en un análisis Jane Nakano, investigadora del Programa de Seguridad Energética y Cambio Climático del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think tank con sede en Washington. "Las posibles rutas de navegación a través de las aguas del Ártico ofrecen a los buques chinos la capacidad de eludir las rutas ampliamente utilizadas desde Europa que pasan por áreas dominadas tradicionalmente por la Marina de EEUU".