"Fue algo muy duro, un impacto para nuestro barrio. La gente ha cambiado en Las Malvinas después de la tragedia. Aquí todos conocíamos a los cuatro niños, al menos de vista", explica con pausas marcadas Stalin Betancourt, evangélico que dispone de su propio centro de oraciones instalado en su hogar.
La gente se arremolina en una mañana lluviosa para votar en la Escuela de Educación Básica Fiscal de las Malvinas, barrio popular de Guayaquil que saltó a las páginas de medio mundo hace dos meses, tras la ejecución de cuatro niños menores de edad en circunstancias hasta ahora no aclaradas, detenidos previamente por 16 militares hoy en prisión preventiva. Sus cuerpos aparecieron días después quemados cerca de la base aérea de los soldados, que aseguran haber abandonado a los críos en medio de la nada y que fue una banda violenta la que acabó con la vida de los hermanos Ismael (15 años) y Josué (14) y de sus amigos Steven (11) y Saúl (15).
La tragedia que conmovió a Ecuador sobrevuela este domingo el resultado en las urnas en este barrio de Guayaquil, golpeado por la violencia de forma desmedida. Ya después de votar, un grupo de vecinos degusta en el comedor La sazón de Ángela su famoso seco de chancho, un plato típico ecuatoriano con cerdo y cerveza. También se discute sobre la responsabilidad del Gobierno en lo sucedido, en medio de una ola de violencia que ha roto récords históricos en enero, cuando se ha llegado a contar un asesinato por hora.
De esta forma, convertido en un plebiscito que gira en torno a la mano dura aplicada por el presidente Daniel Noboa para luchar contra los narcos, se enfrentó Ecuador a unas elecciones presidenciales y parlamentarias menos de un año y medio después de las anteriores, forzadas por la dimisión de Guillermo Lasso. Algo nunca visto en un país envidiado por su tranquilidad hasta que la cocaína y los cárteles mexicanos, aprovechando la oscuridad de la pandemia, lo transformaron en el último narcoestado en sumarse a tan dramático ranking.
Fue en enero de 2024 cuando forzado por el azote de la inseguridad, el presidente Daniel Noboa, recién llegado al poder, decidió declarar el estado de conflicto armado interno y considerar como organizaciones terroristas a las bandas ecuatorianas, encabezadas por Los Lobos y Los Choneros, a la que ahora ha sumado a la temida mafia transnacional del Tren de Aragua, nacida en una cárcel venezolana en connivencia con el chavismo.
En el primer mes del año pasado murieron de forma violenta 487 personas. Insoportable, parecía el fin del mundo, por lo que el despliegue de los militares en las calles, pese a lo peligroso del asunto, fue recibido con euforia por la ciudadanía. Los vecinos salían a las calles para aplaudir a sus tropas y para regalarles agua y alimentos.
Tras varios meses de éxitos en la lucha policial, las estadísticas comenzaron a fallar a finales del año pasado. Hasta que en enero de este año se han pulverizado todos los récords: 732 muertes violentas, el peor mes de la Historia. La gran contradicción es que pese a semejantes cifras, las sensaciones parecen distintas, con un presidente al que se le reconoce como principal virtud su capacidad para encarar al narco.
En las últimas horas el desafío al Estado de Lobos, Choneros, Chone Killers y Latin Kings, aliados de los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, ha proseguido al margen del proceso electoral. El cabo segundo Álvaro Intrigado fue tiroteado sin compasión mientras vigilaba el arresto domiciliario de un antisocial que dirigía una banda de secuestradores. Otro agente resultó herido.
Horas antes, los transeúntes que paseaban en Flor de Bastión, al noroeste de Guayaquil, se toparon con una bolsa de plástico negro. En su interior, un cuerpo descuartizado, todavía por identificar. En esa zona de la Perla del Pacífico se vive una guerra civil entre facciones de Los Tiguerones, a quienes importa muy poco el resultado de las urnas.
Guayas, la provincia capitaneada por Guayaquil y en la que el cantón Durán ha luchado con la mexicana Torreón como el municipio más violento del planeta, se mantiene al frente de las estadísticas nacionales de muertes violentas. La mitad de los homicidios de enero, entre los que también acaparó titulares el sicariato del que fue víctima el agente de Tránsito, Kelvin Jarapa, un popular tiktoker seguido por sus recomendaciones de seguridad vial.
A rebufo de la paradoja nacional, datos explosivos por un lado y sensaciones optimistas por otro, los ecuatorianos decidieron ayer si quieren a Noboa cuatro años más en el Palacio de Carondelet. O si aplazan para la segunda vuelta, en abril, su continuidad o el "regreso" por la puerta grande del ex mandatario Rafael Correa, quien ha apostado de nuevo por la ultracorreísta Luisa González.
"La gente tiene la percepción de que hay un presidente que toma decisiones duras al contrario que los últimos mandatarios. Está haciendo lo que tiene que hacer más allá del costo que genere, como el asalto a la Embajada de México y no observar normas constitucionales y competencias de la Asamblea. Que estas decisiones gusten o no gusten, que sean efectivas o no, es otro debate. Ese pragmatismo del presidente es lo que la gente valora y supone la ruptura con la vieja política", profundiza para EL MUNDO el politólogo Matías Abad.