INTERNACIONAL
EEUU-Asia

La dualidad de EEUU frente a sus aliados: del ataque ideológico contra Europa a los "lazos inquebrantables" con Japón y Corea del Sur

Una empleada de una empresa de muñecos japoneses con un "hagoita" que representa a Donald Trump y al primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, en diciembre en Tokio.
Una empleada de una empresa de muñecos japoneses con un "hagoita" que representa a Donald Trump y al primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, en diciembre en Tokio.Eugene HoshikoMUNDO
Actualizado

Si la Conferencia de Seguridad de Múnich se ha convertido en uno de los foros más importantes en el calendario de política exterior es, en parte, porque es un patio diplomático en el que se dan giros inesperados, como que sea el representante de una dictadura quien mejor defienda en público valores como la cohesión social y el diálogo, mientras que el de la superpotencia democrática hegemónica se dedica a lanzar duros ataques contra sus aliados de Occidente.

Si el vicepresidente estadounidense, JD Vance, acaparó toda la atención por su brutal ataque contra los líderes europeos, el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, hizo todo lo contrario: lanzar un discurso conciliador con Europa y decirle a su homóloga europea, Kaja Kallas, que, a diferencia del Gobierno de Donald Trump, Pekín sí que apoya el papel de Bruselas en el proceso de paz en Ucrania.

Todos estos giros diplomáticos los presenciaron en directo Japón y Corea del Sur, otros dos importantes actores geopolíticos en la región de Asia-Pacífico. Fuera de los focos, representantes de estos países han manifestado su preocupación por la posibilidad de que se pueda resquebrajar la alianza de seguridad que han formado con EEUU para contener el avance de la asertiva China. Pero, a diferencia de los teóricos aliados europeos de Washington, los enviados a Múnich de Tokio y Seúl se volverán a casa con el compromiso del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, de que su alianza es "inquebrantable".

Para saber más

Así lo manifiesta el comunicado publicado después del encuentro al margen del foro de seguridad entre los jefes de la diplomacia de estos tres países. Ha sido la primera reunión del tripartito de democracias del Pacífico desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. A diferencia de otras reuniones trilaterales que se celebraron durante la Administración Biden, esta vez, al menos en el escrito difundido, la expansión militar de China en la región parece que no estuvo en las conversaciones.

Todo el foco se centró en la amenaza de Corea del Norte, empezando por el desarrollo del programa nuclear de Kim Jong-un. "Renovamos nuestro compromiso de buscar la desnuclearización completa de Corea del Norte", reza la declaración conjunta firmada por Marco Rubio, el ministro de Exteriores de Corea del Sur, Choe Tae-yul, y el principal diplomático de Japón, Takeshi Iwaya.

Los tres también discutieron sobre la creciente cooperación militar entre el régimen de Kim Jong-un y el de Vladimir Putin. El año pasado, el líder ruso, durante una visita a Pyongyang, selló con el norcoreano un acuerdo de defensa mutua que incluía una cláusula que exige que ambos países se ayuden si alguno de ellos es atacado. Tres meses después, Corea del Norte envió a más de 10.000 soldados norcoreanos a Rusia para luchar en el frente de la región fronteriza de Kursk.

La semana pasada, Kim Jong-un volvió a prometer apoyo a Putin en su guerra contra Ucrania. "El ejército y el pueblo de Corea del Norte apoyarán y alentarán invariablemente la causa justa del ejército y el pueblo rusos para defender su soberanía, seguridad e integridad territorial", afirmó Kim en un momento en el que muchos informes internacionales apuntan a que las tropas norcoreanas, después de numerosas bajas durante los combates, han sido retiradas del campo de batalla de Kursk.

"Desde mediados de enero, no ha habido señales de que tropas norcoreanas desplegadas en la región rusa de Kursk estén participando en combate", aseguraron desde Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur (NIS), que fueron los primeros en alertar en octubre de 2024 sobre el despliegue de soldados norcoreanos en Rusia.

"No toleraremos ninguna provocación ni amenaza por parte de Corea del Norte. Prometemos mantener y fortalecer las sanciones internacionales contra Pyongyang", continuaba el resumen de la reunión de los aliados en Múnich, que reafirmaron su "inquebrantable asociación trilateral", comprometiéndose a impulsar la seguridad y la cooperación económica en medio de las preocupaciones en Tokio y Seúl por la estrategia impredecible y transaccional de Trump. Preocupación compartida por otros socios de la región como Australia, Filipinas o Taiwan.

"La política de Trump para Asia parece mucho menos preocupada por estas alianzas, por lo que estos países tal vez deban soportar una mayor carga para mantener la estabilidad regional", sostiene Ian Ja Chong, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Singapur. "La pausa del presidente Donald Trump en la asistencia exterior estadounidense ha causado conmoción en el Pacífico y en el sudeste asiático. Desde Timor Oriental hasta Camboya, los proyectos de ayuda en toda la región han quedado suspendidos. Y quienes trabajan en el sector afirman que está empezando a tener repercusiones reales sobre el terreno", señala una publicación reciente del Lowy Institute, un think tank con sede en Sídney.

Tras las primeras sacudidas globales de la guerra comercial de Trump en Australia, que es una pieza, junto con Reino Unido, del Aukus, la alianza de seguridad impulsada por EEUU para contrarrestar la influencia militar de Pekín en el Pacífico, han dicho que están negociando una exención sobre los aranceles a las importaciones de acero y aluminio. En Canberra también están más aliviados después de que Trump dijera esta semana que Washington continuará apoyando la adquisición de submarinos nucleares bajo el paraguas del Aukus.

En este escenario no hay que olvidarse de India, otro protagonista en auge que ha tenido a su primer ministro, Narendra Modi, de viaje esta semana en Washington, logrando posicionarse como un aliado sólido de Trump. Para ello, Modi ha tenido que postrarse ante el republicano diciendo que su país aumentaría las importaciones de productos estadounidenses para reducir el déficit comercial, y así evitar al menos una sacudida gorda de la guerra comercial desatada por el presidente estadounidense.

En los últimos ocho años, tanto en la primera etapa de Trump como en los cuatro años de Biden, gran parte de Asia ha estado atrapada en medio del tira y afloja entre Washington y Pekín. Hay una opinión muy compartida sobre la estrategia de Trump en la región: buscará mantener la solidez de la red de alianzas tejidas por EEUU alrededor de China, pero querrá que sus socios paguen más por su protección.