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Un libanés, un israelí, un cristiano y un gay se reúnen en un bar... No es el inicio de un chiste, sino los cuatro elementos que conforman la identidad de Jonathan Elkhoury en un cóctel explosivo en el sentido literal de la palabra si tenemos en cuenta las amenazas que recibe por defender a Israel. Especialmente desde el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 que desató la ofensiva israelí en la Franja de Gaza y la intervención de Hizbulá desde su Líbano natal.
¿La tregua? "Las guerras nunca son buenas, pero admito que como muchos libaneses, quería que el grupo terrorista Hizbulá fuera desmantelado de forma completa. Cuando hubo rumores sobre un alto el fuego inminente, muchos libaneses me enviaron mensajes privados protestando y pidiendo que Israel no lo acepte", revela Elkhoury que añade: "Les puedo entender, pero pienso 'Eres libanés, lucha contra Hizbulá y no esperes que solo Israel haga el trabajo'".
La entrevista tiene lugar en un bar conocido de la comunidad gay en Haifa, en el norte de Israel. Le pregunto si no le dolió la destrucción en las aldeas a raíz de la incursión terrestre en el Sur al otro lado de la frontera. "Líbano siempre será mi madre patria. Gran parte de mi identidad es libanesa, hablo árabe libanés, su comida, etcétera. No lo oculto. Tampoco oculto el orgullo de mi identidad israelí y de ser un israelí más", responde en alusión a su actividad en conferencias en el extranjero, habitualmente bajo medidas de seguridad, y redes.
"A diferencia de la guerra de 2006, Israel fue más selectivo en los ataques contra Hizbulá. La incursión se centró en zonas e infraestructuras terroristas, muchas de las cuales se encontraban en casas. No fue una guerra contra el Gobierno del Líbano", dice. "Hizbulá no disparó misiles sin distinguir entre civiles y militares y al mismo tiempo me dolía lo que pasaba en Líbano. Muchas aldeas del Sur fueron evacuadas para que sus habitantes se fueran a zonas seguras", indica.
Elkhoury nació en una localidad cristiana en el sur del Líbano. Su padre formaba parte del grupo armado proisraelí Ejército del Sur del Líbano (Jaysh Lubnan al-Janubi en árabe o Tsadal en hebreo).Tras la retirada israelí en 2000, su padre estaba entre los 8.000 efectivos del ESL que huyeron a Israel, aunque desde entonces quedan unos 3.500, ya que muchos volvieron o se fueron a otros países, cuenta.
Cuando le recuerdo que muchos libaneses les acusaban de traición, Elkhoury contesta: "Así es, pero la realidad era completamente al revés. Los miembros de ELS eran patriotas libaneses, en su mayoría cristianos, que deseaban que su país fuera independiente y sin intervención extranjera, no de Siria ni de Irán y que no fuera una plataforma de guerra de los palestinos. Fue creado con Israel y la colaboración del Gobierno libanés para luchar contra el enemigo común, el grupo terrorista Al Fatah, cuando tomó el control del sur del Líbano y nos hizo la vida imposible. Al llegar, Arafat convirtió los campos de refugiados en campos de entrenamiento y empezó a atacar a israelíes desde territorio libanés arrastrando al país a una guerra civil y a una guerra con Israel".
En 2001, Elkhoury, su madre y su hermano mayor siguieron los pasos del padre al sentir que la amenaza de Hizbulá se ampliaba con la misma rapidez que su influencia en el sur del Líbano. Tras viajar a Chipre, aterrizaron en Israel. "Era el único alumno no judío en la escuela. Recuerdo a una profesora que me ayudó mucho para que aprendiera bien hebreo, ya que no sabía ni una palabra", señala, y apunta: "Crecí en la sociedad israelí y me siento parte de ella, aunque hay cosas que me molestan".
El presente y el pasado se fusionaron generando riqueza cultural, pero también problemas. "En Israel, al principio sentimos que estábamos en medio de las dos comunidades. Por un lado, no somos judíos, aunque ellos nos ayudaron mucho, y por otro no fuimos recibidos por la comunidad árabe donde nos trataban como traidores. Así fue en los primeros años en los que nos ignoraron en el sector árabe".
Según él, la Primavera Árabe fue clave para el cambio. "Muchos se dieron cuenta de que ser minoría en Oriente Próximo es más peligroso que antes y de que Israel es el lugar más seguro para los cristianos en esta región debido a la irrupción del ISIS, la caída de regímenes, etcétera", apunta antes de aclarar: "Yo no digo que no haya muestras de racismo, ni cosas que deban corregirse en Israel. Al revés, y lo digo en público, pero también digo que estamos protegidos en Israel, que respeta nuestra identidad, nuestras fiestas...Yo, por ejemplo, voy por la calle con mi cruz en el cuello y nadie me dice nada. Como cristiano y como gay me siento protegido aquí". Denuncia que "Hamas emitió hace unos años una orden de prohibición de celebrar el nuevo año porque es una fiesta de infieles".
"Empecé a ser más activo en las redes al recibir preguntas sobre la situación de nuestra comunidad y leer mentiras sobre Israel, sobre el 21% árabe de su población, sobre los cristianos...Me irrita la mentira de que hay Apartheid y de que no tenemos derechos porque es una falsa acusación que no solo afecta al país sino a mí de forma personal. Si Israel es boicoteada por estas mentiras, también me afecta como ciudadano", explica a EL MUNDO. El objetivo de sus conferencias en el extranjero, habitualmente bajo medidas de seguridad, y su actividad en las redes "no es convencerles, sino que hagan preguntas más profundas. Que se den cuenta de que no todo es blanco y negro, sino que hay una complejidad. Mostrar al mundo que Israel es un país con muchos sectores e ideologías y que tiene sus problemas pero no es la mentira que cuentan".
¿Futuro? "Muchos libaneses quieren un acuerdo de paz con Israel porque entienden que la capacidad de Líbano de recuperarse a nivel socioeconómico pasa por ahí. Otros libaneses son contrarios a Hizbulá, pero también a Israel, ya que al fin y a cabo su ejército estuvo muchos años en Líbano en una guerra que, por otro lado, le fue impuesta primero por Al Fatah y luego por Hizbulá", concluye.