Miles de fieles se acercaron el domingo a mediodía al Hospital Gemelli de Roma para saludar al Papa Francisco, que se asomó a la ventana después de un ingreso hospitalario que superó las cinco semanas y en el que corrió su vida peligro en dos ocasiones. "Gracias a todos. Veo a esta señora con las flores amarillas. Brava", fueron las escuetas palabras que pronunció el Pontífice, visiblemente desmejorado. Varios medios informaron de que la señora a la que mencionó Bergoglio llevaba mucho tiempo de vigilia por su recuperación.
Al Pontífice se le vio cansado y con muy poca voz. A los pocos minutos, se subió en su vehículo y emprendió el recorrido al Vaticano, donde pasará una convalecencia de al menos dos meses en su residencia de Santa Marta. El Papa ingresó el 14 de febrero por sus problemas de respiración, debidos a una bronquitis por infección polimicrobiológica a la que se sumó una neumonía bilateral. Los médicos confirmaron que superó la neumonía, pero "decir que está curado de todas las especies microbianas llevará tiempo". En la recuperación "no necesitará mucho, pero sí oxígeno".
Tras varias semanas fuera, el Papa ya está de vuelta en el Vaticano y ahí, cuando complete su recuperación, tendrá tres escenarios posibles, unos más probables que otros: la vuelta plena a la normalidad, la adaptación del pontificado o, la opción menos probable, la renuncia, como hizo su antecesor, Benedicto XVI. Todo dependerá de su estado de salud tras los dos meses prescritos de convalecencia.
Sus médicos, Sergio Alfieri, del Hospital Gemelli, y Luigi Carbone, el responsable de su salud en el Vaticano, fueron muy claros con el tiempo de descanso que precisa. Alfieri explicó que, desde el hospital, Bergoglio "no dejó de trabajar" y "lo seguirá haciendo en Santa Marta". En un contexto en el que, como recuerda Carbone, "seguirá con la fisioterapia respiratoria como con la motora".
La larga hospitalización marcará un antes y después en su manera de cuidarse. Carbone contó hace semanas que, los días anteriores a su ingreso, el Papa "había dado prioridad a la Iglesia". Una forma diplomática de admitir que Bergoglio se había expuesto demasiado. Cuando llevaba una semana ingresado, su otro médico aseguró que suponía mucho riesgo que volviera al Vaticano, debido a su ímpetu habitual de trabajo. Ahora el Pontífice tendrá obligatoriamente que reposar para poder recuperarse y volver de forma completa a su actividad cotidiana.
En el clima que se respira en Roma, resulta improbable que Francisco renuncie. Es cierto que Bergoglio, desde el comienzo de su pontificado, puso siempre sobre la mesa la dimisión como una posibilidad. Pero muchos observadores en el Vaticano, recuerdan que Francisco mencionaba esa opción en vida de Benedicto XVI, por respeto a él y a su milenaria decisión. Pero tras el fallecimiento de Ratzinger cambió la postura de Bergoglio, quien quería evitar que las renuncias papales fueran "una moda", como dijo.
Adaptación del papado
Con un temperamento como el de Francisco, marcado por un estilo dinámico y cercano, la renuncia papal no parece ser su primera opción. Si hubiera un margen para continuar su magisterio, moderando sus ritmos físicos, se abriría un camino inexplorado para el Vaticano: la adaptación de los pontificados atendiendo a las limitaciones médicas de los papas. Así, del mismo modo que la renuncia de Benedicto XVI fue revolucionaria, una adaptación del pontificado por parte de Francisco sería un hito reformista para la historia de la Iglesia Católica.
Bajo la idea -tanto de Juan Pablo II como de Francisco- de que "la Iglesia se gobierna con la cabeza y no con las rodillas", la adaptación podría ser una solución alternativa para Bergoglio y así evitar evitar que decidiera renunciar.
¿Cuál es el escenario más probable después de la convalecencia del Papa Francisco en el Vaticano? Los especialistas prefieren no significarse porque la coyuntura es inédita. La maquinaria administrativa del Vaticano, mientras tanto, ha estado funcionando con total normalidad durante este mes largo de hospitalización: Francisco ha nombrado obispos y ha firmado documentos; su número dos, el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha ejercido como su vice en el Vaticano; y los dicasterios -ministerios- de la Santa Sede continuaron con su labor sin ningún parón.
"Cuando un Papa está enfermo es más determinante todavía el equipo de Gobierno que él mismo ha construido en los últimos años", explica a EL MUNDO Roberto Regoli, profesor de Historia de la Iglesia de la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma. Regoli asegura que "es un momento marcado por una colaboración más intensa" entre el Pontífice y la Santa Sede. "Lo importante", señala este historiador, "es que el engranaje curial siga su funcionamiento, con unas estructuras que se demuestren capaces de reaccionar".
Desde una perspectiva histórica, la renuncia de Benedicto XVI, ¿será entonces una excepción o un precedente? "Cualquier decisión estará en manos de Francisco y su postura al respecto será la respuesta", aclara este experto. Una segunda renuncia consecutiva resultaría improbable. Algo que piensa también este historiador de la Gregoriana: "Sinceramente, me cuesta trabajo imaginarlo como un anciano jubilado", admite Regoli, aunque su decisión dependerá mucho de las "limitaciones" físicas. Pero, recuerda este experto en historia de Iglesia, "que esta elección sería de competencia de Francisco. Y no de los demás".
El pasado viernes, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel Fernández, uno de sus cardenales más cercanos, explicó que lo había visto "bien" y adelantó que al Santo Padre "le costaba mucho hablar". Este cardenal, tras descartar una renuncia papal, no excluye que el Papa Francisco aporte alguna "sorpresa" en el punto de inflexión de su pontificado con su "nueva etapa" de vuelta en el Vaticano.