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Asia

La aislada Birmania se hunde aún más por un devastador terremoto que deja ya más de 1.600 muertos

Desde el golpe militar de 2021, una sangrienta guerra civil ha arrasado un país en el que más de un tercio de la población está al borde de la hambruna

Ascienden a más de 1.000 los muertos por el terremoto en Birmania y TailandiaEL MUNDO (Vídeo) / EFE (Foto)
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El número de muertos por un gran terremoto que golpeó el viernes a Birmania ha superado los 1.600, según cifras del Gobierno militar, mientras que los equipos de rescate, a los que se han sumado efectivos de países como China, Rusia o Malasia, continúan una búsqueda desesperada de supervivientes.

El seísmo de magnitud 7,7 sacudió el centro de Birmania, seguido minutos después por una réplica de magnitud 6,7. Los testimonios que llegan desde dentro del país e imágenes en redes sociales muestran la devastación en Mandalay, la segunda ciudad más grande, donde carreteras, edificios y varios templos han quedado destruidos.

Muchos vecinos de Mandalay hablan de que hay cientos de personas sepultadas bajo los escombros. Además, miles de residentes han pasado las dos últimas noches a la intemperie por miedo a nuevas réplicas. El aeropuerto de esta ciudad, que sufrió graves daños, ha suspendido sus operaciones y las principales carreteras de acceso resultaron dañadas por desprendimientos y grietas, lo que está dificultando la entrada de convoyes con ayuda humanitaria.

Varios testigos apuntan a que quedan muchas personas atrapadas bajo los restos de una mezquita de Mandalay que se derrumbó justo al acabar las oraciones del viernes, cuando más gente había dentro. A las afueras de la ciudad, en la aldea de Sule Kone, otra mezquita se vino abajo tras el terremoto. "Recuperé a cuatro personas con mis propias manos. Pero, por desgracia, tres ya estaban muertas y una murió en mis brazos", relata un testigo.

Los trabajadores de la Cruz Roja dijeron el sábado que más de un centenar de personas estaban también entre los restos de un bloque de apartamentos de 12 pisos que se derrumbó por el terremoto. En Kyaukse, otra localidad vecina a Mandalay, se encontraron entre los escombros de una escuela los cuerpos de 12 niños y de un profesor. Algunos informes apuntaban a que hay alrededor de 50 menores y seis maestros que siguen desaparecidos.

Un operario de rescate explicaba a Reuters el sábado por la tarde que su equipo estaba intentando liberar a 140 monjes de las ruinas de un edificio derrumbado en un barrio de Mandalay. "No podemos ayudar porque no tenemos suficiente mano de obra ni máquinas para retirar los escombros", aseguraba. La tragedia se propaga por toda la ciudad y sus alrededores mientras que el ejército continúa lanzando ataques aéreos en zonas declaradas en estado de emergencia contra los grupos de resistencia prodemocracia.

Primero, un golpe de Estado arrancó el fallido experimento democrático en Birmania, hogar de 57 millones de personas, devolviendo al país de las pagodas y del jade a un reciente pasado de represión militar. Después, llegó una sangrienta guerra civil que, durante cuatro años, ha dejado tres millones y medio de personas desplazadas de sus hogares y a más de un tercio de la población al borde de la hambruna. El último estacazo al pueblo birmano ha sido el fuerte terremoto. Pero ni siquiera podemos conocer la dimensión de su devastación porque su epicentro ha estado en uno de los lugares más aislados del mundo exterior.

"El temblor duró alrededor de dos minutos y después estuvimos varias horas sin luz", cuenta una residente de Yangón, la ciudad más grande de Birmania, que respondía a un mensaje por la aplicación Signal después de recuperar la conexión tras la sacudida el viernes al medio día de un potente seísmo que también provocó daños en países vecinos como Tailandia, China y Vietnam.

El último informe de las autoridades militares señala que al menos 1.644 personas han muerto, 3.408 han resultado heridas y otras 139 se encuentran desaparecidas. Organizaciones internacionales dicen que la magnitud real de las muertes y la destrucción es mucho mayor. El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), una agencia del Gobierno estadounidense, estimó que el número de muertos podría superar los 10.000.

"Aquí estamos bien, pero no puedo imaginar la catástrofe que ha tenido que ocurrir en otras ciudades del país más cercanas al epicentro", explica la mujer de Yangón, que prefiere que no salgan publicados sus datos porque está utilizando un servidor VPN ilegal para poder chatear. Ella, como muchos birmanos, han visto los vídeos que circulan en redes sociales occidentales de edificios derrumbados en Mandalay.

Hay imágenes de los muros exteriores del Palacio Real, construido en la década de 1850, derrumbándose hacia el foso que rodea el complejo. También ha caído una famosa pagoda de 1.000 años de antigüedad. Un gran incendio ha consumido la universidad y el hospital más grande de la ciudad, que cuenta con 1.000 camas, está desbordado. Muchos testimonios señalan que se instalaron carpas de emergencia en las calles que están alrededor del centro médico para atender a los heridos.

Algunos trabajadores humanitarios que están colaborando con los equipos de rescate insisten a medios internacionales que en pequeñas localidades próximas a Mandalay, el terremoto ha dejado centenares de muertos que no aparecen todavía en las cifras oficiales.

Tras declarar la situación de emergencia en seis grandes franjas del centro del país, la aislada Junta militar que gobierna Birmania desde el golpe de Estado de febrero de 2021, lanzó una petición de ayuda internacional. "La infraestructura pública ha sufrido importantes daños, sobre todo carreteras y puentes derrumbados. Estamos preocupados por el estado de las grandes presas", dice desde Yangón Marie Manrique, coordinadora de la Cruz Roja.

"El terremoto no podría haber llegado en peor momento para Birmania, donde la población civil está sufriendo constantemente ataques aéreos militares y enfrentamientos entre los grupos rebeldes y el ejército. Todo esto dificultará la asistencia humanitaria", asegura Joe Freeman, investigador de Amnistía Internacional en esta nación del Sudeste Asiático.

En estos momentos, hay varios estados del este del país que están en manos de los grupos étnicos que luchan contra el ejército, conocido como Tatmadaw. En otras regiones, controladas por los militares, el acceso a internet está restringido y los medios de comunicación operan baja una estricta censura, por lo que es muy complicado conocer el alcance real de la tragedia.

El centro de Birmania, que ha sido el epicentro del terremoto, lleva todos estos años siendo golpeado por el conflicto. Sagaing, al suroeste de Mandalay, es uno de los campos de batalla porque se convirtió en un bastión de los grupos de resistencia prodemocracia que luchan para derrocar al gobierno militar. El seísmo se produjo en la conocida como falla de Sagaing, donde chocan las placas tectónicas de India y Eurasia.

Desde las Fuerzas de Defensa del Pueblo, como se denominan las milicias que luchan en esta zona contra los militares golpistas, han asegurado que harán todo lo posible para la asistencia humanitaria llegué a todos los rincones donde se necesite. "El problema son las comunicaciones porque muchas áreas están aisladas por culpa de las restricciones de internet", señala Zin Mar Aung, jefa de la diplomacia del Gobierno de Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), formado en el exilio por los legisladores que ganaron las elecciones pisoteadas por los militares.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que estaba movilizando su centro logístico en Dubái para enviar rápido a Birmania suministros médicos. Según ha informado Reuters, el programa estadounidense para asistencia internacional en desastres, que durante muchos años ha operado en este país, no podrá desplegarse en esta emergencia debido al desmantelamiento de la agencia de ayuda exterior de EEUU, la USAID, por parte de la administración Trump.

China envió un equipo de 37 personas, que llegó a Yangón en la madrugada del sábado. Rusia también mandó dos aviones con 120 rescatistas y suministros. La ONU informó que había asignado cinco millones de dólares para las labores de rescate. Desde Washington, el presidente Donald Trump también anunció que su país contribuiría a la emergencia de Birmania.

"Este potente terremoto azotó un país asolado por una profunda crisis, con 19,9 millones de personas necesitadas de asistencia humanitaria", apunta Arif Noor, director en Birmania de la organización de ayuda internacional CARE. Cuatro años después de que el golpe militar derrocara al gobierno democráticamente elegido en las urnas, la brutal guerra civil está arrasando un país que, como señaló la ONU en un informe, se encuentra al borde una crisis humanitaria.

Birmania ha pasado de ser uno de los mercados emergentes más prometedores de Asia (después de décadas bajo el yugo de regímenes militares, comenzó a abrirse en 2011 a la inversión extranjera, llegando a ser en 2016, según el FMI, la economía de más rápido crecimiento en el mundo) a estar al borde de una gran hambruna. Los investigadores de Naciones Unidas aseguran que casi la mitad de la población vive por debajo del umbral nacional de pobreza.

Además, UNICEF también han difundido informes sobre cómo el ejército birmano está inundando de minas terrestres "casi todos los estados y regiones" del país, a excepción de la capital, Naypyidaw, donde viven los altos mandos militares que gobiernan. "El número de personas muertas como resultado de minas terrestres y artefactos explosivos se triplicó el año pasado, y los niños representan el 20% de las víctimas", aseguran. "Birmania ya se encuentra entre los países más contaminados del mundo con minas terrestres y artefactos explosivos a pesar de ser uno de los signatarios de la convención de la ONU que prohíbe las minas antipersona".