LA LECTURA
Las ideas
Arte y resistencia Opinión

Quemando los puentes

PREMIUM
Actualizado
Ilustración de Zoran Svilar
Ilustración de Zoran SvilarRevista ROAR

"¿A quién le importas tú?", me dicen mis familiares de más edad. "Te puedes quedar tranquila aquí en Rusia. Con que te estés calladita...". En realidad, lo que quieren decir es algo muy distinto: que si me cubro la boca con la proverbial mordaza no me pasará nada. Con todo, hay mucha verdad en sus palabras. Yo ya no le importo a nadie. No importo en ningún lugar. No importo "aquí", ni importo "allá". "Aquí" no importo porque le llamo guerra a la guerra. Porque sostengo que Ucrania no es un país habitado por fascistas, sino por gente pacífica. Gente que está siendo bombardeada por mi patria, ahora gobernada por un psicópata al que se le ha ido la pinza. "Allá" no importo porque ahora me han estampado el sello de Caín. El que mata a su hermano día tras día. ¿Cómo no llevarlo, si nací en Rusia?

¿Qué me queda por hacer ahora? Permanecer en Rusia y salir cada día a manifestarme junto a los valientes. Recibir porrazos en la cabeza y los riñones. Ir a dar con mis huesos en la cárcel con una sentencia de entre tres y 20 años. No, es poco probable que me echen 20. Se contentarán con tres. Y antes, me caerán un par de semanitas de nada. No, esa no es una opción que yo pueda aceptar. Me da un miedo horrible dejar a los niños solos. No tienen a nadie, aparte de mí.

Para saber más

¿Qué puedo hacer? Permanecer en Rusia con la boca cerrada. Convertirme en cómplice. No, eso tampoco lo puedo hacer.

¿Qué puedo hacer? Irme y perderlo todo. Todo menos los restos de respeto por mí misma y mis hijos. Esa es la opción que a mí me sirve. Es esa la que elegí. Y me marché.

Primero me fui a Sri Lanka. Era un viaje planeado y pagado en los felices tiempos de antes de la guerra: quería echar un vistazo a los habitantes de la jungla, porque precisamente en la jungla quiero situar la acción de mi próximo libro de la serie Crímenes bestiales. Cocoteros, monos, elefantes y un calor asfixiante, un estado como el que me coge cuando me agarra la gripe y deliro. Las junglas de Sri Lanka son el símbolo de mi vida a la intemperie. Veo un elefante y yo ya no tengo casa donde vivir. Veo una palma y pienso que he abandonado mi adorado apartamento en el barrio de Jamóvniki en Moscú. ¡Mira unos monos! Y allá mis amigos están ahora mismo guardando mi vida en cajas. Fíjate en esas serpientes, y ya solo me queda dinero para tres meses. Están perfectos esos cocos, y yo me he separado de mis padres y amigos. Mira esa luna echada sobre la espalda: y no sé cómo arreglármelas para tirar adelante.

Desde aquí viajaremos a Georgia. Es probable que después viajemos a Montenegro. Y de ahí en adelante solo hay niebla. Una niebla tan espesa como la que cuelga a las seis de la mañana sobre los lagos de la jungla.

Para saber más

Esto es lo que he elegido. Nada me resulta tan terrible como el silencio. Juntar palabras en lengua rusa es todo lo que sé hacer. Y ese saber es todo lo que poseo. Me consolaré pensando que lo podré ejercer en la distancia. Es posible que así yo resulte más útil para derrocar el régimen que si estuviera en la cárcel o con la boca cerrada. Es posible que los niños que leen Crímenes bestiales hagan algo cuando crezcan. Que hagan lo que yo no he podido hacer. Lo que no hemos podido hacer nosotros.

Con este texto que lees estoy quemando los puentes. Compadezco a Ucrania. Y respeto a los que se han quedado a luchar.

Testimonio

El texto que reproducimos, cedido por la revista 'ROAR' y traducido por Jorge Ferrer, es el testimonio de una escritora rusa empujada al exilio por el régimen de Putin. Anna Starobinets acaba de abandonar Moscú. Es periodista, guionista y destacada escritora de novela fantástica, ciencia ficción y relatos para niños. Ha recibido premios europeos y rusos. Algunas de sus obras están publicadas en España, entre ellas 'Tienes que mirar' (Impedimenta, 2021).

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más
EditorialPutin empuja a sus vecinos a alistarse en la OTAN
Comentarios liberalesMacron, 'el Pacificador'
En constante evoluciónUcrania: geopolítica transformadora