En La irrupción de los periodistas en la posteridad (publicado en el Frankfurter Zeitung en 1925) reivindicaba Josep Roth (1894-1939) el arte del periodismo como el más auténtico de su tiempo. "El genio", escribía, "no vive de espaldas al mundo, se encamina hacia él. No es ajeno a su tiempo, está inmerso en él. Conquista el milenio porque domina su década a la perfección". La verdadera actualidad, concluía, "concierne a la época, no al día". Y no hay duda de que, a pesar de ser el autor de dos de las mejores novelas escritas en alemán (Job, 1930, y La marcha Radetzky, 1932) lo esencial de la obra de Roth está entre los más de 1.300 artículos que publicó a lo largo de su corta vida en diversos diarios de Berlín, Frankfurt, Viena o París.
Gabinete de curiosidades
Traducción de Berta Vias Mahou. Ladera Norte. 256 páginas. 22,90 ¤ Ebook: 10,99 ¤
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Aseguraba Roth, según explica Francisco Uzcanga en su antología La eternidad de un día (Acantilado), que "los folletines son tan importantes para el periódico como la política, y para el lector aún más, y que él no componía glosas divertidas, sino que dibujaba el rostro de su tiempo". Y ese es el gran acierto de la recopilación de artículos del escritor austriaco que Berta Vias Mahou acaba de publicar en Ladera Norte con el título de Gabinete de curiosidades.
Porque como explica la escritora y traductora, la Europa que acababa de salir del horror de las trincheras de la Gran Guerra era una sociedad "gravemente traumatizada. Los inválidos de guerra se tambaleaban por las calles. Los ciudadanos trataban de reconstruir su vida lo mejor que podían. Y añoraban algún tipo de desahogo y de diversión". También Roth, que sirvió como voluntario en el frente del Este en 1914.
Como a sus coetáneos, al periodista le gustaba pasar las tardes en los circos, los parques de atracciones, los locales de recreo, los gabinetes de curiosidades, los museos de cera y de historia natural, y en especial en el Prater de Viena. En todos esos lugares, Roth, uno de los periodistas mejor pagados de su tiempo, mostró "su extraordinario interés", escribe Vias Mahou, "por todo tipo de personas y, en especial, por las más estrafalarias, como es el caso de los artistas que trabajaban en el Prater".
Y así entabló relación con faquires, derviches, tragafuegos, funambulistas, magos, bailarinas, amazonas, hipnotizadores, domadores, contorsionistas, forzudos... Y de todos ellos escribió una serie de artículos inéditos en español y no publicados como antología en ninguna otra lengua, que reflejan, mejor que algunos de sus textos filosóficos, "el rostro de su tiempo".