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150 años de su muerte

Napoleón III: el emperador sobrino de Bonaparte al que le perdió su ambición y su desenfreno sexual

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Grabado de Napoléon III.
Grabado de Napoléon III.GTRES

Este 9 de enero de 2023 se cumplen 150 años de la muerte del último monarca francés, Luis Napoleón III, un personaje de ambición desmedida que tras lograr ser elegido presidente de la II República a raíz de la revolución de 1948, que derrocó al rey Luis Felipe de Orleans, maniobró hasta convertirse en emperador de Francia. Victor Hugo dijo de él "no es un príncipe el que vuelve, es una idea" pues en sus delirios de grandeza soñaba emular a su tío, el mítico Napoleón Bonaparte, y sedujo a sus compatriotas con el señuelo de devolver a Francia el esplendor del viejo imperio napoleónico.

Nacido en París el 20 de enero de 1808, fue el menor de los tres hijos de Luis Bonaparte, rey de Holanda por decreto de su hermano Napoleón. Pese a que la familia fue desterrada a Inglaterra a raíz de la derrota de Bonaparte en 1815, fue educado para suceder a su tío, heredando los derechos dinásticos tras la muerte de su padre y su hermano mayor. Tras intentar varios golpes de estado fallidos, la revolución de 1848 y la caída de la dinastía Orleans, sustituida por la II República, le dieron la oportunidad de medrar en política, presentándose como candidato a la presidencia con el apoyo de las clases populares.

Otro retrato del emperador, en su juventud.
Otro retrato del emperador, en su juventud.GTRES

"Abajo los ricos" fue su lema electoral. Según la Constitución, su mandato debía durar cuatro años, pero Luis Napoleón tenía en mente planes más ambiciosos y en diciembre de 1851 dio un golpe de estado presentándose como defensor de la democracia y el sufragio universal, según él, amenazados por la Asamblea de los diputados. Tras un plebiscito celebrado ese enero, comenzó a acaparar tal poder que un año después logró que Francia recuperara la figura del imperio, convirtiéndose en Napoleón III y olvidando sus veleidades populistas para apoyarse en el ejército, la Iglesia y la burguesía, aunque al fallarle estos apoyos, giró de nuevo a la izquierda, pues su única ideología era su ansia de poder.

Si como estadista no llegaba a la suela de los zapatos a su tío, el gran Bonaparte, como hombre tenía fama de ser asiduo a los burdeles de media Europa, incluso circuló el rumor de que, dado su desenfreno sexual, se había construido un sillón ergonómico para administrar sus energías durante el coito.

En España pasó además a los anales por su matrimonio con una bella noble granadina, Eugenia de Montijo, condesa de Baños y Teba, e hija de Cipriano de Palafox, militar liberal que combatió del lado francés en la guerra de la Independencia, por lo que fue desterrado y Eugenia pasó su infancia en París. Fallecido su padre, el objetivo de su madre, Manuela Kirkpatrick, fue colocar bien a sus dos hijas, casando a Paca con el duque de Alba y a Eugenia con el emperador de Francia.

Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, en un retrato de Franz Xaver Winterhalter.
Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, en un retrato de Franz Xaver Winterhalter.

Aleccionada por su madre, se resistió a los cortejos de Luis Napoleón, al que conoció en un baile en El Eliseo, para llevarla al lecho como amante. Algo que hizo enloquecer de deseo al emperador, poco acostumbrado a las calabazas, hasta el punto de rogarle desesperado: "¿Cómo podría llegar a vos? "Pasando por la vicaría, sir", respondió Eugenia. El don Juan dio su brazo a torcer, pues tenía además 45 años y necesitaba proporcionar herederos al trono, por lo que el 30 de enero de 1853 se casó con la española en el altar mayor de la catedral de Notre Dame. A la salida, en el atrio del templo, Eugenia se giró ante la multitud congregada y les hizo una reverencia, intentando ganarse a un pueblo que jamas la aceptaría por ser extranjera, por su gusto por el lujo y su admiración por la decapitada reina María Antonieta.

Eso a pesar de que desarrolló una labor benéfica muy activa, promoviendo también brillantes iniciativas como la alta costura francesa, la construcción del canal de Suez o el Instituto Pasteur.

El matrimonio tampoco fue modélico, pues pronto Napoleón III volvió a las andadas y aseguran que mantenía tres amantes a la vez sin contar las innumerables prostitutas que pasaban por su lecho. Sus sueños de consolidar su dinastía se cumplieron en marzo de 1856, cuando tras dos abortos, Eugenia dio a luz al ansiado heredero, Eugenio Luis, que fallecería con solo 23 años en 1879 combatiendo con los británicos en la guerra contra los zulúes. Una tragedia que su padre no llegó a vivir, pues Napoleon III fue derrocado a raíz del desastre de la guerra franco-prusiana en 1870, en que cayó prisionero, proclamándose la III Republica en Francia. El emperador se exilió en Inglaterra con su familia, falleciendo en 1873 con 65 años de una dolencia de estómago.

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