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Stephen Graham apenas necesita presentación. El actor inglés, de 51 años, triunfa internacionalmente desde que se metió bajo las entrañas de un joven Al Capone en la serie de gangsters estadounidenses, Broadwalk Empire. Desde entonces, atiende llamadas personales de Marti Scorsese o Robert De Niro y cuenta a Leonardo Di Caprio entre sus colegas cercanos. Pero una figura clave en la vida y trayectoria del intérprete del Merseyside, el condado en torno a Liverpool, mueve los hilos desde la retaguardia. Se trata de su esposa y madre de sus dos hijos, la actriz y productora Hannah Walters.
Graham y Walters se conocieron en una escuela de drama de Kent, al sureste de Inglaterra. El flechazo fue mutuo e instantáneo pero la pareja tardó casi 10 años en sellar la relación. Él mismo revivió el momento del reencuentro en el mítico programa radiofónico de la BBC, Desert Island Discs, donde los entrevistados exponen episodios cruciales de su existencia a partir de ocho canciones que les gustaría llevar a una isla desierta.
Graham se remontó a la década de los 90, cuando acababa de sufrir un agudo episodio de depresión, que le llevó a trazar un "muy calculado" plan para quitarse la vida con 20 años de edad. Se había instalado en Londres, alejándose por primera vez de su madre, de su herencia paterna jamaicana, de su querido padrastro y de un hermano recién nacido. "Afortunadamente, la soga se rompió y aquí estoy hoy", explicó con la tranquilidad que aporta la distancia del terrible trago.
Walters, a su vez, contemplaba echar raíces en España, a donde viajaba con frecuencia. De visita en la capital británica, pasaron un día juntos en Greenwich y, al despedirse en el barrio vecino de New Cross, el actor pronunció una declaración de amor que cambió el rumbo de sus caminos. "Estábamos esperando el tren en la estación de New Cross y le dije: 'Por favor, no te vayas a España... Te quiero'. Ella me respondió: 'Llevo cinco años esperando que me lo dijeras'. Al día siguiente nos mudamos juntos", rememoró. Ilustró el episodio con Ain' t Nobody, de Chaka Kahn, y eligió esta canción como el único tesoro musical que se llevaría a la isla de los náufragos.
Antes de casarse en 2008 trabajaron juntos en This is England, la rompedora película de Shane Meadows sobre una pandilla de adolescentes skinheads (cabezas rapadas) en el contexto político del auge de la ultraderecha inglesa y la Guerra de las Malvinas de 1982. Para Graham, que interpreta a un ex convicto racista en el filme y posteriores series afines, supuso una reflexión sobre su identidad de británico mulato nieto de un emigrante jamaicano y los abusos racistas que aguantó de crío.
Fue también el punto de partida de colaboraciones profesionales con su mujer en obras de éxito que continúan hasta la fecha. En Time, miniserie emitida en España con el título de Condena T2, la pareja de actores simulan ser un matrimonio bien avenido que afronta un trágico dilema cuando encarcelan a su hijo único. Walters bromea cuando la audiencia y los críticos celebran la buena química que ambos demuestran en la pantalla. "Sería chocante de lo contrario", exclamó en una presentación de la obra, que aborda con efectivo realismo la problemática de mujeres en prisión. Los dos reconocen la amistad como el puntal de su duradera y adaptable relación. "El secreto es que me atrae mi mejor colega", dijo la actriz al diario The Mirror.
Graham ha rendido tributo a su "roca" en distintas ocasiones. Es disléxico y su mujer le ayuda a memorizar los guiones y elegir proyectos. Hace unos cinco años lanzaron Matriarch Production, productora de cine y televisión que ya ha estrenado series de fuerte impacto en Reino Unido, como Boiling Point, sobre la inevitable presión en los fogones de un restaurante, y A Thousand Blows, ambientada entre rings de boxeo y una banda femenina de criminales en Londres en los albores del siglo XX. Mientras, Netflix acaba de lanzar Adolescence, otra coproducción del matrimonio que mantiene a las audiencias en vilo. Ella borda un pequeño papel de maestra y él representa al padre de un chaval de 13 años al que acusan de asesinar a una compañera del colegio.
El nombre de la empresa familiar no es casual y responde al "instinto natural maternal" de Walters, quien alternó la interpretación con la docencia en escuelas de drama mientras criaba a los niños y Graham afianzaba su perfil en Estados Unidos. Ahora se siente en el momento propicio para explotar esa faceta protectora en papeles de mujeres al filo de los 50.