Durante generaciones, los Mayer habían sido silvicultores y ministros en el reino de Wurtemberg, pero todo cambió cuando se llevó a cabo en 1871 la unificación alemana auspiciada por el canciller Otto von Bismarck, bisabuelo paterno de la consagrada reina marbellí Gunilla von Bismark.
Así, en 1873 y con solo 14 años, Oscar Ferdinand Mayer, que trabajaba en un matadero, se mudó del estado federal alemán de Baviera a Detroit (Estados Unidos) donde encontró su primer trabajo como aprendiz de carnicero. Tres años después se marchó a vivir a Chicago, germen del futuro imperio de carne procesada, donde alquiló un negocio en crisis en el barrio alemán de la ciudad. Gracias a la llegada de su hermano Gottfried en 1883, fabricante de salchichas y curador de jamones, no tardaron en tener un gran éxito entre la comunidad germana de la ciudad, ya que los productos les hacían recordar su tierra natal.
No sería hasta 1883 cuando Oscar, con determinación y ganas de comerse el mundo, abrió su primera tienda en propiedad en la que el primer día ganó 59 dólares (que equivaldrían a unos 1.800 dólares en la actualidad), según afirma la página web de la empresa. Una vez que el negocio empezó a dar una importante rentabilidad, Oscar volvió a Múnich para casarse con Louise Greiner en 1887. Sin duda, ella fue uno de los pilares fundamentales del éxito de la empresa.
El matrimonio tuvo cinco hijos, siendo Oscar Gottfried Mayer el primogénito y el único varón. Luego nacieron Frieda, Louise, Elsie y Eugenia, quienes indirectamente también contribuyeron a la expansión del negocio.
Después de tener serios problemas con su arrendador, Oscar decidió pedir un préstamo de 10.000 dólares para comprar un terreno a solo dos manzanas de donde se encontraba su primera tienda, ya que no quería irse demasiado lejos para no perder la clientela asegurada. Así que en 1888 reabrió el negocio. Para entonces, un tercer hermano llamado Max llegó de Alemania. No resulta extraño que tuvieran un exitazo si tenemos en cuenta que, según el censo de 1900, uno de cada cuatro residentes en Chicago había nacido en Alemania o tenía al menos un progenitor nacido allí. Tuvieron suerte de que a los irlandeses, segunda comunidad más numerosa, también les encantaran las salchichas. A principios del siglo XX, Oscar Mayer tenía a sueldo a 43 personas y ocho carros de caballos que se encargaban de hacer entregas a 280 tiendas en Chicago y los suburbios.
Llama la atención que en aquella época los consumidores compraban porque confiaban en los tenderos, pero desconocían quiénes eran los fabricantes, por lo que se tuvo que mantener el secreto durante un tiempo hasta que las marcas minoristas en la publicidad de alimentos empezaran a tener notoriedad. No fue hasta 1904 que Oscar Mayer puso su marca en los productos.
Después de que Oscar G. Mayer se licenciara en la Universidad de Harvard en 1909, el joven se unió al negocio. Fue el principal responsable de que la empresa pasara de ser un pequeño negocio regional a posicionarse como el principal fabricante nacional de carnes procesadas como marca registrada. El ejecutivo aprendió el negocio desde cero, ya que tras acabar sus estudios atendía en la tienda de su progenitor preparando pedidos y haciendo entregas. El hecho de vivir encima de la tienda conllevó que fuera testigo directo de la evolución del negocio y se fortaleciera la relación entre los trabajadores.
En 1912, la empresa empezó a sustituir los caballos por vehículos de la marca Ford, cuyo fundador había sido el emprendedor Henry Ford en 1888. Algo más de tres décadas después de la apertura de la primera tienda, Oscar Mayer alcanzó unas ventas de 11 millones de dólares en un año, de los que un tercio correspondía a compras gubernamentales para el ejército de Estados Unidos que combatía durante la I Guerra Mundial.
Entre los logros más destacables después de la contienda estaban la introducción en 1924 del tocino en lonchas en un envase de plástico adecuado. En 1929 salieron a la venta las salchichas con una banda amarilla de papel con el nombre de la empresa que se pegaban de manera manual, un paso importante desde un punto de vista mercantil, ya que hasta ese momento las salchichas se vendía a granel y en 1936 idearon un formidable truco publicitario al construir un coche a medida que parecía una salchicha gigante sobre una carrocería de camión con ruedas que bautizaron con el nombre de Wienermobile. A partir de ese momento se convirtió en el emblema del emporio salchichero.
Para entonces, Oscar Mayer se había sumido en una profunda depresión, ya que su esposa falleció en 1931 a los 67 años. A pesar de esos duros momentos, no descuidó sus labores filantrópicas, ejerció como patrocinador de diferentes eventos y coqueteó con la política. Falleció en 1955 a los 95 años. Su hijo Oscar siguió en el negocio hasta que en 1981 vendieron la empresa al conglomerado General Foods Corporation por casi 465 millones de dólares. También murió a los 95 años en 2009.
El bisnieto de Oscar es el activista estadounidense Chuck Collins, quien a los 26 años recibió una herencia de 500.000 dólares que donó a diferentes fundaciones para obras sociales.