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Cristina Fallarás (56) es la muñidora del movimiento que ha sacado a Íñigo Errejón de la política. El portavoz de Sumar, fundador de Podemos, abanderado del lema lo-personal-es-político, capitán de la quinta columna de aliados que marchaba con el movimiento feminista, fue expuesto por varias mujeres al haber sido reconocido en uno de los testimonios anónimos que describen acosos y abusos sexuales recopilados por Fallarás en su cuenta de Instagram.
Ahí, "cientos de miles de mujeres", especifica la activista a LOC, describen situaciones violentas sin dar nombres. El partido de Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo, y la eurodiputada Irene Montero han declarado "espacio seguro" para las mujeres el insta de Fallarás después de que los protocolos de sororidad levantados en las organizaciones de izquierdas que lideran no tramitaran las denuncias acumuladas contra Íñigo Errejón.
"A mí me preocupa el desencadenamiento de los hechos. Una mujer denuncia que Errejón le ha agredido sexualmente. No hay que quitarle hierro a que un tío te toque la cintura y el culo. Tendrían que haber actuado de otra manera", asegura.
Íñigo Errejón fue nombrado portavoz de Sumar en enero. En junio de 2023 una mujer denunció los tocamientos del político en un festival feminista celebrado en Castellón y a Loreto Arenillas, quien era su jefa de gabinete, de haber mediado para encubrirlos. "Lo grave es que se le nombre portavoz", critica Fallarás la decisión de Yolanda Díaz. "Viene a decirle al resto de mujeres no sólo no te escuchamos, sino que vamos a premiar al agresor". Y avisa: "Se viene un terremoto y no sólo en la política. Las cosas tienen sus procesos. Primero ha caído Errejón. Deberían caer todos. Si no penalmente, al menos que en los partidos dejen de estar disponibles como posibles representantes. Me acuerdo de un artículo en El Confidencial titulado El gran fracaso del Me too español ilustrado con mi jeta. A la vista está que su análisis no fue muy certero".
la voz del me too
Esta recopilación de testimonios -los papeles de Fallarás- podría confundirse, en algunos casos, con un ejercicio de delación o cotilleo. "Quienes hablan de delación es porque tienen miedo. Hay mucho miedo, eh. No puede hacerle daño al Estado de Derecho contar lo que nos pasa. A no ser que nuestro Estado de Derecho esté fundado en el silencio", continúa.
Estuve mucho tiempo dándole vueltas a la manera más adecuada de hacerlo. En medio tuve que acudir a terapia.
Los testimonios estarán recopilados en No publiques en mi nombre, de Siglo XXI, editorial del grupo Akal. El libro llega a las librerías el 11 de noviembre. ¿Es oportunista? "Lleva en preparación desde marzo. Un libro tarda meses en realizarse. Su salida estaba prevista para el 25 de noviembre, día mundial de la eliminación de la violencia contra la mujer. Que haya salido por el medio lo de Errejón ya me ha jodido porque se están ligando ambas cosas", asegura. La editorial confirma a Fallarás. "No es oportunista. Es la época. Un libro coincide con una serie, una obra, una película y con la caída de este tipo".
Aquel artículo, publicado en realidad en Vozpópuli, identifica a Cristina Fallarás como la emisaria de las mujeres. "Esto lo hago desde 2018. Con la primera sentencia de la Manada lancé el hashtag Cuéntalo en Twitter. Las mujeres debíamos definir qué es la violencia sexual. Lo que estábamos sufriendo. En dos semanas tuvo casi tres millones de interacciones. Tuvo presencia en 16 países diferentes. Me llamó el New York Times, periódicos japoneses, fue una locura. No me lo esperaba. Era impensable que mi cuenta fuese a movilizar ese volumen", subraya.
Twitter acabó cerrándole el perfil y, tras ajustar el buzón de denuncias, lo abrió de nuevo en Instagram. "Dejé Twitter por las amenazas de muerte. Entonces sucedió el caso Rubiales. En Twitter había mujeres que no se atrevían a participar en el hashtag Cuéntalo. No era anónimo. Escribían desde sus cuentas. Quienes eran agredidas por su marido no denunciaban. Ni quienes eran acosadas por sus jefes. Estuve mucho tiempo dándole vueltas a la manera más adecuada de hacerlo. En medio tuve que acudir a terapia. Fue salvaje. Siempre la tengo a mano porque es insostenible. En Instagram puedo hacer captura de los mensajes y publicarlos sin que nadie sepa quién habla. No salen nombres".
Fallarás enlaza esta labor -"altruista, a la que echo un montón de horas"- con la "tradición testimonial que genera memoria colectiva". No usa ningún filtro. Tampoco comprueba el origen del mensaje. "Publico todo lo que me llega, a no ser que aparezca un nombre. En ese caso las llevo a un despacho de abogadas. ¿Testimonios falsos? No hay testimonios falsos. Esa es un idea peregrina. Quien crea que se puede colar un testimonio falso no tiene ni idea. He sido violada varias veces. Considero necesario que quien quiera denunciar tenga todas las ayudas posibles. Desde mi punto de vista este trabajo, que es mío, lo realizo para que a nadie se le pida el DNI cuando quiera contar qué le ha pasado. Las mujeres pueden sentirse bien en un entorno donde otras mujeres están compartiendo sus testimonios. Sirve para que tengan una referencia, un asidero. Que si les está pasando está mal".
las vidas de Fallarás
Cristina Fallarás da la impresión de estar centrifugándose a cada momento. Mantiene viva la expectación: todo lo que está a punto de decir puede resultar catastrófico. Ya ha completado varias vidas. Estudió en el colegio Sagrado Corazón de Zaragoza. Antes de colocarse como pedestal de las injusticias fue periodista de EL MUNDO. Y trabajó para Arcadi Espada en Factual. "De esa época sólo puedo decir cosas buenas", recuerda a LOC el escritor y columnista. "Era una periodista estupenda. Me iba muy bien como contrapeso".
En otras entrevistas Fallarás dio cuenta de su alcoholismo y afición por las drogas, "la etapa yonki". Fue desahuciada en 2013. "En 2008", contaba meses antes de que el banco se quedara con su casa, "fui de las primeras despedidas de la crisis. Estaba embarazada de ocho meses y se juntaron dos factores: no me iban a dar trabajo por mi embarazo y empezaba la crisis".
Después, con la aparición de Pablo Iglesias y la fundación de Podemos, pasó por la etapa de musa podemita. "Su relación con Iglesias e Irene Montero es buena. Se conocen del entorno de Público" -el diario digital de izquierdas-, comenta una fuente que ocupó un escaño por Podemos en el Congreso de los Diputados. La caída de Errejón -enemigo de Pablo Iglesias- propiciada por los testimonios que comparte Fallarás -amiga de Pablo Iglesias-, da cuerpo a la teoría de la conspiración: Fallarás sería solo el brazo ejecutor del bloguero instalado en su chalé de Galapagar.
La misma fuente consultada por este suplemento es escueta al negar la existencia de esta correa de transmisión: "No". Los momentos virales de Fallarás suceden en mítines de Podemos. El 30 de abril de 2021 protagonizó uno de los memes de aquella campaña a la presidencia de la Comunidad de Madrid. "Mientras os escuchaba iba con el teléfono intentando mandar a mi hija a casa de un amigo porque no voy a llegar a cenar: eso es cultura", soltó, entre otros haikus feministas.
O participó en el acto de Irene Montero celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid contra la violencia machista. "No he militado en Podemos. Nunca he sido de Podemos. No he militado en ningún partido de los que existen. Me considero desobediente. Todos los partidos, desde la extrema derecha a la extrema izquierda tienen organismos que los blindan, donde debes ser obediente", defiende su independencia.
Dos hijos y tres divorcios después, tras atravesar las turbulencias de su exposición pública, se casó en septiembre con una abogada "muy feminista, muy maravillosa y muy generosa", la definen quienes la conocen. Con ella comparte espacio en Acción Comadre, la performance feminista que gira por los teatros dando conversación a mujeres. LOC se reserva su nombre por el afán de la activista de protegerla. A la boda acudió Irene Montero sin Pablo Iglesias. "Es por mi hartazgo de los hombres. No echo de menos la testosterona ni el pene. He sido bisexual toda la vida. Tener una mujer al lado me evita tener que dar explicaciones a hombres que no han avanzado", resuelve Fallarás.
"ESTRUCTURAS DE PODER"
Fallarás parece haber encontrado su lugar en el espectro ideológico-viral de este reality que es a veces la vida política. "Las mujeres trabajamos peor por los traumas que nos han dejado los acosos sexuales sufridos. Disociamos. Sufrimos ansiedad. Nos bloqueamos. No es fácil afrontar el día a día", justifica. "El trabajo testimonial ha existido en toda la historia de la Humanidad", insiste sobre los mensajes que va mostrando. "Cabe preguntarnos por qué cuando de repente se habla sobre las violencias sexuales que sufren las mujeres se genera tal escándalo. Apelo a las estructuras de poder. Están saliendo cantidad de nombres de grandes empresas donde se produce el abuso y acoso a las mujeres".
TODAS LAS MUJERES DE CRISTINA FALLARÁS
Cristina Fallarás lidera el grupo de teatro Acción comadres. Es, al menos, la más mediática de las mujeres que hacen esta tertulia teatral una vez al mes en la sala Mirador de Madrid. Acción comadres, según puede leerse en su página web, no tiene libreto ni hay ficción. "Aparecemos, nos acomodamos y dialogamos". Este grupo "de sororidad contra la violencia", como se define, gestionará los beneficios del libro 'No publiques en mi nombre', la recopilación de testimonios, y los destinará a la lucha contra la violencia de género. En la imagen aparecen algunas de las mujeres con las que Cristina Fallarás ha lanzado Acción comadres. De izquerda a derecha: la juez y ex delegada del Gobierno contra la violencia de Género Victoria Rosell, Zinnia Quirós, Piluca Baselga, Carla Vall, Marisa Kohan y María Botto. En las representaciones también participa la periodista Karmele Marchante, entre otras activistas.
Niega la teoría del aliado traidor. Cualquiera diría que Errejón les ha fallado. La contradicción entre el discurso público y el comportamiento privado es un boomerang lanzado contra las compas que han hecho de la igualdad una industria de colocación. Traducido: el caso Errejón supura cinismo. "Fíjate. Creo que ese es un relato masculino. El señalamiento contra el aliado no es de las mujeres. A los hombres a los que se ha señalado como agresores, y que eran aliados o que se creían feministas, han recibido un linchamiento de sus compañeros al grito de planchabragas".
La doble cara de Errejón era sonada en aquellos espacios comunes que comparten periodistas y políticos. Una línea muy fina separa empezar a llamar por su nombre de pila a los políticos de acabar protegiéndolos de los lectores. Fallarás, claro, también estaba al tanto. "Se sabía. Siempre ha habido rumores. Este tipo de cosas se comentaban desde hace tiempo".