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De la Guinea de Obiang a Lourdes: los días huraños de Álvaro Figueroa, el conde de Romanones

Murió el 21 de marzo. Nunca superó el divorcio de Lucila, la mujer con la que tuvo cinco hijos. Vivió temporadas en una caravana en Lourdes. Y era intermediario petrolífero en Guinea

Álvaro Figueroa, en 2017, durante el funeral de su madre, Aline Griffith
Álvaro Figueroa, en 2017, durante el funeral de su madre, Aline GriffithGTRES
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A diferencia de su madre, Aline Griffith, la famosísima condesa-espía, Álvaro Figueroa Griffith, IV conde de Romanones y grande de España, falleció el pasado 21 de marzo a los 76 años como vivió: con total discreción. Muchos de sus conocidos supieron que "descansó en el Señor" por la esquela de ABC donde se anunciaba su funeral este 1 de abril en la parroquia de San Agustín, en la colonia madrileña de El Viso. Allí se ubicaba la vivienda familiar donde el aristócrata residió largas temporadas junto a su madre, a la que estaba muy unido, tras su separación de Lucila Domecq y posteriormente ya con la salud muy deteriorada por las secuelas del ictus que padeció en 2015.

Álvaro era el primogénito de los tres hijos de Luis de Figueroa y Pérez de Guzman, III conde de Romanones, y también de la Dehesa de Velayos y de Quintanilla, fallecido en 1987. El condado de Romanones fue un título con el que la reina regente María Cristina, madre de Alfonso XIII, reconoció en 1893 a su abuelo, el destacado político Álvaro Figueroa y Torres, varias veces presidente del Gobierno, consejero de Estado, ministro y alcalde de Madrid, a quien posteriormente Alfonso XIII otorgó la grandeza .

Su nieto Luis Figueroa conoció en el Madrid de la posguerra a Aline Griffith Dexter, una elegante neoyorquina de familia acomodada, que había sido modelo de la diseñadora Hattie Carnige, favorita de la duquesa de Windsor. Se casaron en 1948, pero el conde ignoraba que su esposa había recibido entrenamiento en la Office Estrategic Services, antesala de la CIA y según proclamaría a los cuatro vientos, aunque algunos lo cuestionan, ejercía de espía norteamericana como "agente tiger". Cierto que Aline conocía secretos de gente importante, pues era íntima de Cayetana de Alba, Lola Flores y otras celebridades y en su agenda de amistades figuraban el presidente Reagan, la duquesa de Windsor, Ava Gardner o Audrey Hepburn. Ofrecía suntuosas fiestas en su mansión de El Viso y en su finca Pascualete, cercana a Trujillo, de 4000 hectáreas cuyo palacete el conde, apasionado del arte, mandó decorar a Duarte Pinto Cohelo, convirtiéndose Aline en la anfitriona mas deseada del franquismo e inicios de la transición.

Del matrimonio, además de Álvaro, nacieron dos varones más :Luis, conde de Quintanilla, casado en primeras nupcias con la princesa Teresa de Sayn-Witgenstein, pariente de Corina, la ex amiga de Don Juan Carlos, casada con el principe Casamir Sayn Witgenstein, y después con Inés Marquez Osorio, y Miguel, el menor, casado actualmente con Cristina Moratiel.

Un hombre introvertido

Álvaro, que heredó el título en 1988, era un hombre extremadamente discreto e introvertido, que aborrecía salir en la prensa rosa. Excepción fue su boda con Lucila Domecq Williams, conocida aristócrata jerezana hermana de Sandra, la primera mujer de Bertín Osborne, que fue portada de la revista Semana. Se celebró en marzo de 1973 en la iglesia colegial de Jerez y la novia llevaba el espectacular juego de collar y pendientes de esmeraldas de Aline que luego adquirió en subasta Corina. Tuvieron cinco hijos: Cristina, nacida en 1976, Carla, que saltó a la fama por posar desnuda para Interviú y por su romance con el cantante Willy Bárcenas, en 1978, Alvaro, actual conde de la Dehesa de Velayos, en 1980, Lucila -Lulu-, renombrada pintora y bloguera de moda, en 1986 y Alonso en 1989. El conde y su esposa eran muy diferentes, Lucila era la alegría andaluza personificada, le encantaba reunir en la finca Pascualete a amigos suyos y de sus hijos, por eso el conde se derrumbó cuando le pidió el divorcio. Lucila rehizo pronto su vida con el empresario Polo Pérez Villamil, al que conoció en una cena organizada por Sonia Bilin y Javier Soto y tras seis años de relación se casaron en la bodegas Gonzalez Byass de Jerez en marzo de 2016.

Romanones, tras su separación, se refugió en el extranjero, vivía a caballo entre España y Guinea donde ejercía de intermediario petrolífero y mantenía estrechos vínculos con el dictador Obiang. Asimismo pasó por un periodo un tanto místico que le llevó a adquirir una finca en Lourdes, donde se ubica el famoso santuario de peregrinación, y allí pasó temporadas viviendo en una caravana. Cuando estaba en Madrid se instalaba con su madre Aline en su mansión de El Viso.

Según su entorno, nunca superó del todo su separación, de hecho cuando se casó su hija Lulu en septiembre de 2016 en Jerez con Adrián Saavedra, antropólogo y vocalista de una banda de rock, su padre no asistió quizá porque sí lo hizo su ex, Lucila, acompañada de Polo, su ya marido. La ausencia del conde se justificó por problemas de salud, pues un año antes, en 2015 sufrió un gravísimo ictus, estando de vacaciones con su madre en Marbella, que le paralizó el lado izquierdo del cerebro. Tras un largo ingreso en el hospital, le dejó serias secuelas. Su última aparición pública fue en diciembre de 2017 cuando acudió en silla de ruedas al entierro de su madre, Aline, fallecida con 94 años de un enfisema pulmonar.