- Las calles, de Répide a hoy Augusto Figueroa, pasado guerrero y político, presente comercial y hostelero
Mesón de Paredes, por fin una calle con el nombre lógico y apropiado, en los barrios bajos del viejo Madrid que tanto atraían a Pedro de Répide: se llama así porque un señor Paredes tuvo aquí un mesón. "Viene su nombre de que poseyó aquellos terrenos Simón Miguel Paredes, quien construyó allí un mesón que era el más espacioso que había en las inmediaciones de Madrid; posada que heredó, con los terrenos colindantes, don Juan de Paredes, guarda del rey don Juan II, que disfrutó de esa propiedad con sus hermanos don Fernando y don Juan, regidores los tres de esta villa por el estado de los Caballeros".
Lo de "las inmediaciones de Madrid" está correctamente dicho: barrios como éste de Lavapiés estaban fuera de la ciudad, ya en el campo, y en ellos vivían los labriegos. El barrio, con esta calle, sólo fue incorporado a la ciudad al alcanzar Madrid la capitalidad de España en 1561.
Mesón de Paredes desciende en pronunciada cuesta desde uno de los extremos de la plaza de Tirso de Molina hasta la Ronda de Valencia (ya cerca del antiguo portillo de Embajadores).
Todos los cronistas de la villa, no sólo Répide, se ocuparon de su interesante historia, y podemos añadir que, aparte de las muchas aportaciones modernas a esta calle, hay una presencia -que nuestro cronista no mencionó- que cubre cuatro siglos de la historia tabernaria de Madrid: la taberna Antonio Sánchez, que ahí tenemos aún hoy en activo, y a la que informes recientes atribuyen una antigüedad sin igual en nuestra ciudad. Antes de llevar su actual nombre, empezó a servir vino a los viandantes en 1787, según han determinado los recientes estudios de Antonio Pàsies.
El dato es impresionante: de 1787 a 2024, cuatro siglos. No ha llevado el mismo nombre todo ese tiempo, y sufrió un cierre temporal. Pero ahí está, con un aspecto muy similar desde sus inicios, recordándonos el papel histórico de las tabernas -que, en sus inicios, sólo servían vinos, no comida- en Madrid.
Hace un siglo todavía estaba allí otro comercio histórico y entrañable, pero ése no ha llegado, desgraciadamente, hasta nuestros días. Lo describía así Répide, en los artículos sobre nuestras calles que entonces publicaba en prensa: "Consérvase en ella, aunque sin el cuidado que merece tan remota institución, la pastelería más antigua de Madrid, y una de las más antiguas de Europa, famosa por sus hojaldres, con su horno un siglo más antiguo que el de Botín".
A lo largo de su prolongadísima historia, una de las más antiguas de nuestra ciudad, Mesón de Paredes ha tenido también una doble relación duradera: con la religión y con la primera infancia. Allí estuvo el convento de Santa Catalina de Sena, de las hermanas dominicas -nombre recordado hoy por un colegio religioso en Chamartín- y también el hospicio e iglesia de San Fernando, de los escolapios italianos, ampliado en el siglo XVIII para convertirse en las Escuelas Pías de San Fernando. El edificio fue gravemente dañado durante la guerra civil por un incendio que algunos autores atribuyen a anarquistas. Restaurado solamente a partir de 2002, se puede admirar hoy, convertido en biblioteca municipal y en dependencias de la UNED.
El otro edificio más notable que pervive es la gran corrala esquina a la calle de Tribulete, recuerdo de lo que fue la casa de vecindad típica de Madrid hasta hace no tanto tiempo.
Pero otra relación con la infancia que no encontramos en los textos actuales y sí que relató Répide con detalle tiene tonos más oscuros, propios de una época histórica pasada. Así la cuenta el cronista de la villa:
"Antes de llegar a los escolapios de San Fernando está la casa de la Inclusa, que se comunica con la calle de Emabajadores y tiene contiguo el colegio de Niñas de la Paz. En el año 1567, establecióse en el convento de la Victoria una cofradía compuesta de personas de la primera nobleza y de algunos religiosos mínimos, titulada de la Soledad y de las Angustias, que se consagró a prácticas caritativas, como las de recoger a los menesterosos convalecientes que salían de los hospitales y a los clérigos extranjeros que, siendo pobres y estando enfermos, no tenían donde curarse. Por último, en 8 de mayo de 1572, acordó recoger a los niños recién nacidos, abandonados en los portales y otros lugares, acorriendo a esta necesidad con limosnas que se pedían para los infelices expósitos".
Sin relación directa con aquella Inclusa, pero con la peculiaridad de coincidir en su emplazamiento, y que Répide sitúa en la misma época, "otro detalle curioso de esta calle el de haber coincidido en ella diversas agencias de amas de cría".
Históricamente, esta callecita tiene connotaciones culturales y artísticas de todo tipo, incluyendo en ellas a algunos de los madrileños destacadísimos que nacieron en Mesón de Paredes: en 1665, el arquitecto José de Churriguera, que nos dejó el estilo churrigueresco, tan nuestro; en 1932, el gran escritor y periodista -e inolvidable compañero en EL MUNDO- Francisco Umbral, y en 1943 el cantante Julio Iglesias, que -no lo olvidemos- también fue portero del equipo juvenil del Real Madrid.
También es esta calle, desde inicios del siglo pasado, centro de movimientos sociales y políticos de izquierdas, que nos recuerda aún la fuente de Cabestreros, restaurada para colocar de nuevo una placa como la de 1934, que reza: "República Española. Ayuntamiento de Madrid".