La Casa de Campo ha sido y sigue siendo el enorme patio de recreo de muchas generaciones de madrileños y madrileñas, porque ¿qué gato o gata que se precie no ha dado sus primeras patadas a un balón en un partido de fútbol improvisado en alguna de sus extensas praderas? ¿O no ha aprendido a montar en bici en la carretera de Garabitas (y luego ha sufrido la subida al cerro del mismo nombre)? ¿O no ha compartido bocatas de tortilla un domingo cualquiera en un picnic familiar a orillas del Lago? ¿O no ha paseado por el zoo o montado en los Siete Picos del Parque de Atracciones?... Las experiencias aquí no tienen casi fin, y es que el parque urbano más grande de la capital -y uno de los más grandes de Europa- forma parte de nuestras vidas, y para muchas personas, como es mi caso, ha sido uno de los primeros escenarios naturales que hemos disfrutado sin tener que salir de la ciudad.
Su situación privilegiada a las puertas de la capital (a tan solo unas paradas de metro de la céntrica plaza de España), sumada a su gran valor ecológico, la convierten en una sustituta perfecta de la sierra en la ciudad, y en un polideportivo natural de 1.700 hectáreas donde se puede practicar running, bicicleta de montaña y carretera, piragüismo, triatlón, senderismo... mientras contemplamos en el horizonte las cumbres de la Sierra de Guadarrama y las cimas de la urbe, las Cuatro Torres que se elevan en Plaza de Castilla por encima del resto de edificios.
Un pulmón verde fundamental para la capital que no sólo nos proporciona oxígeno de calidad, también alberga una gran biodiversidad vegetal y faunística. La primera se puede descubrir en la Senda Botánica, un itinerario de 4 kilómetros señalizado con carteles explicativos que va desde el Lago hasta la Puerta del Zarzón, siguiendo el curso del Arroyo Meaques, y que nos permite conocer las diferentes especies que pueblan el parque y los 18 árboles considerados singulares en función de su altura, antigüedad, perímetro de tronco...
Pero no sólo tiene la Casa de Campo un gran valor ecológico, también histórico y patrimonial. Hablar de su historia daría para un artículo aparte, pero por hacer un rápido repaso: su origen se remonta a 1561, cuando el rey Felipe II decide trasladar la Corte a Madrid, compra estos terrenos que pertenecían a la familia Vargas y lo convierte en Real Sitio.
En tiempos de Felipe IV se dedica a la celebración de fiestas, y por eso se construyen cinco lagos artificiales que se dedican a la navegación y a la pesca deportiva. Felipe V lo declara Bosque Real en 1746, con lo que se convierte en el coto de caza de mayor extensión de Europa. Carlos III encarga a Sabatini las reparaciones de La Tapia y diversos puentes, como el de la Culebra, ejemplo de arquitectura barroca italiana. Décadas después, José Bonaparte confía en el arquitecto Juan de Villanueva, maestro Mayor de los Sitios Reales, para diseñar los jardines de El Reservado, siguiendo el estilo francés. Fernando VII por su parte manda construir el Puente del Rey (1818), de uso exclusivo de la monarquía, para conectar la Casa de Campo con los jardines del Campo del Moro y el Palacio Real.
Durante la I República, la Casa de Campo pasa a manos del Estado, pero Alfonso XII la recobra para la corona. Alfonso XIII construye varios escenarios para practicar actividades deportivas de moda, como campos de polo y tiro al pichón. De nuevo con la II República Española deja de ser un parque exclusivo para la Corte: el ministro de Hacienda Indalecio Prieto entrega la Casa de Campo al pueblo «como lugar de recreo y esparcimiento» el 1 de mayo de 1931, día en que unos 300.000 madrileños acuden al parque por primera vez. Durante la Guerra Civil es escenario de importantes batallas como la de Madrid y la de Garabitas, que destruyen gran parque del patrimonio histórico y que dejan restos de trincheras, búnkeres... que aún hoy se pueden ver.
El 15 de julio de 2010 la Casa de Campo es declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Sitio Histórico.
Un valioso entorno e historia que se pueden conocer activamente, en bici o corriendo. Para ambos deportes la Casa de Campo es un emblemático terreno de entrenamiento y competiciones. Pero nos dedicamos en esta aventura a la actividad más antigua y natural del hombre: correr. En el corazón del parque se encuentra El Bosque, más conocido como El Templo del atletismo madrileño, donde no solo han gastado suela miles de corredores y corredoras populares, también grandes atletas nacionales e internacionales de todas las épocas: Fernando Cerrada, Lucía Rodríguez, Chema Martínez...
El Templo es un recorrido de 4 kilómetros entre pinos y encinas, marcado por señales cada 100 metros, que sirve tanto para hacer series rápidas como para hacer rodajes largos, o para albergar pruebas míticas como el Trofeo Canguro de Cross, que el pasado 10 de noviembre celebró su 60ª edición. Otra oportunidad para descubrir este parque imprescindible a golpe de zapatilla es la XIV Vuelta a la Casa de Campo, una carrera circular de 16,5 kilómetros que circunvala el parque por La Tapia, con salida y meta en el Lago, y que pasa por los sitos más emblemáticos: el Cerro de La Covatilla, el de Garabitas, el Camino de La Ronda, el Puente de La Culebra, la carretera del Zarzón... Para los que no se atrevan con la vuelta entera, tienen también una mini carrera de 5 kilómetros. La cita es el próximo 11 de mayo de 2025, y ya saben, pueden ir entrenando en El Templo.
FICHA TÉCNICA
ACTIVIDAD: La vuelta a la Casa de Campo. Madrid City Trail.
CUÁNDO: 11 de mayo de 2025.
DISTANCIA: 16,5 km y 5 km.
MÁS INFORMACIÓN: vueltacasadecampo.com. Inscripciones abiertas.