Una de cada cinco personas sufre soledad no deseada en la Comunidad de Madrid (21,5 %), cifra que supera levemente la media nacional (20 %), según el último informe sobre este problema social en la región. El Barómetro de la soledad no deseada en la Comunidad de Madrid 2024, de la Fundación Once y la Fundación Axa, revela que la soledad crónica afecta a un 11,8 % de la población en la Comunidad de Madrid, por debajo de la media nacional situada en el 13,5 %.
La soledad es un problema persistente, aunque su duración en la región madrileña es menor que en el conjunto del país. El 55,2 % de las personas que sufren soledad llevan en esta situación desde hace más de dos años, una cifra bastante inferior a la media nacional (67,7 %) y un 49,6 % desde hace más de tres frente al 59 % en el conjunto del país.
Es más frecuente entre mujeres que entre hombres. Un 23,6 % de las mujeres de la Comunidad de Madrid afirman que se sienten solas frente a un 19,2 % de los hombres, una diferencia de 4,5 puntos porcentuales, algo más amplia que en el conjunto de España, informa Efe.
La soledad no deseada está especialmente extendida entre la juventud, ya que la prevalencia entre las personas de entre 18 y 34 años es de casi el doble que en los otros dos grupos de edad estudiados: 18 % entre 35 y 54 años y 17,3 % entre las personas de 55 y más años. En comparación con el conjunto del país, la Comunidad de Madrid se caracteriza por una mayor soledad juvenil, por una menor soledad en el tramo de 35 a 54 años y por una soledad algo más elevada entre las personas de 55 y más años.
«La soledad no deseada tiene que ver con la diferencia que hay entre lo que uno tiene y lo que uno siente que necesita. Depende de la percepción de la persona. No sólo se trata de la cantidad de las relaciones con otras personas, sino de la calidad de esas relaciones», explica el psicólogo Guillermo Fouce.
Entre los factores que desencadenan esta situación se encuentran circunstancias de vulnerabilidad, como una enfermedad crónica, un duelo, un divorcio o una mala noticia. «Es fruto de nuestro tiempo, de mayor aislamiento, de vacío existencial, de competencia entre unos y otros y de destrucción de espacios comunes de respuesta. Vivimos en una sociedad líquida, donde hay muchas conexiones, pero pocas relaciones significativas. Hay un individualismo bastante pronunciado. Uno siente que el otro es el enemigo. Uno siente que el otro es un competidor», señala Fouce.
Las relaciones son «volátiles», «efímeras» y «virtuales», en vez de ser «sólidas» y «físicas». «Tengo muchos likes en redes sociales, pero no tengo a quién recurrir para pedir ayuda. Tengo que sonreír constantemente y no puedo expresar emociones negativas», añade el especialista. La soledad no deseada se nota más en las grandes ciudades, donde hay más población, que en los pueblos, donde hay menos habitantes y menos posibilidades de relacionarse.