Para ilustrar el Jornal de hoy hemos plagiado a Albert Anker. En nuestra versión, un energúmeno irrumpe en la sala de estudio amenazando a todo el mundo, incluyendo a las chicas, que le quedan más cerca. El diarista deja de escribir y recuerda la frase de Berlin, don Isaiah: «El hombre civilizado es aquel dispuesto a morir por causas en las que no cree del todo» y piensa que, convencido o no, en estas circunstancias sabe perfectamente cuál es su obligación. Así que, con el legítimo acojone en el cuerpo y sin mayor entusiasmo, pero con determinación, estira la mano para alcanzar la herramienta apoyada en la pared, a su derecha.
(Terminado el domingo veintitrés de marzo, tarde, entendiendo que la épica debe venir después de la guerra, nunca antes, para ver si quedan ganas de hacerla, la épica.)