COLUMNISTAS
Por otra parte
Opinión

Qué va a hacer Meloni

PREMIUM
Actualizado

Ella es lo que es. Otra cosa es, en el país de los gobiernos efímeros, lo que será para seguir siendo.

Giorgia Meloni
Giorgia MeloniGREGORIO BORGIAap

Una semana después no sabemos quién es Meloni o, mejor, no sabemos quién va a ser Meloni. Desde el pasado lunes ella y su triunfo son una incógnita que va de la derecha a secas a la ultraderecha, pasando por la derecha dura, la derecha extrema y hasta el centroderecha. Su populismo no se discute, pero además se le ha calificado de fascista, neofascista, posfascista e, incluso, de exneoposfascista.

De lo que Meloni ha sido hasta el momento se ha escrito mucho, y también de todo lo que se ha rodeado para ganar las elecciones. Pero como todo buen populista, a lo que se tiene que enfrentar ahora, lo que la va a definir, es a ostentar el poder. Hasta el momento, sólo ha ido a la contra. Tras su triunfo electoral, todo ha sido perfil bajo, ni celebraciones ni estridencias. La última, para la galería, la foto con los dos melones, tan absurda como que Zapatero se hubiera retratado remendando unos mocasines. Un mensaje vacío, una imagen para rematar un trayecto hacia la presidencia del Gobierno que se ha alimentado de soflamas contra el ecologismo, el feminismo, el europeísmo, la inmigración, el aborto, los colectivos homosexuales... Porque sus Hermanos de Italia, su partido, son los herederos del Movimiento Social Italiano, la agrupación que mantuvo viva la ideología fascista de Mussolini hasta el final del siglo XX. Porque en Italia, pese a la II Guerra Mundial, se ha blanqueado el "Dios, patria y familia" que proclamó il Duce hace un siglo, el mismo lema que enarbola Meloni. Ella es lo que es. Otra cosa es, en el país de los gobiernos efímeros, lo que será para seguir siendo.

Meloni y su discurso ya están en el poder y ahora toca suavizar para sacar adelante a un país en recesión que necesita la ayuda de la denostada Europa. Hoy le pide un último esfuerzo a Draghi , mañana anuncia un gobierno de más tecnócratas que políticos, con el permiso de sus también inquietantes socios. Se suma a la denostada Europa en la que la ultraderecha -o la derecha dura, o la derecha extrema- ya gobierna en Hungría y Polonia, se asoma en Suecia, está dentro de los gobiernos de Estonia, Letonia y Eslovaquia y es la principal alternativa en Francia.

El voto de protesta que engordó en la anterior crisis económica a los partidos de la extrema izquierda, -o la izquierda radical o la ultraizquierda- en países como Grecia, España o Italia ha basculado hacia el extremo contrario. El futuro de Europa sigue siendo resistir desafíos.

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más
EditorialLos contrapesos a Giorgia Meloni
El ruido de la calleLeonor y la Constitución
Considerando en fríoDe Raffaella a Meloni