1. BRONCANO Y MOTOS. Imagino que la disputa entre La Revuelta y El Hormiguero sólo es útil para La Revuelta y El Hormiguero. A los demás sólo nos vale como extensión del entretenimiento. Empieza a ser ridículo este asunto elevado a categoría de frentismo nacional. Quien mejor lo está llevando, para mi gusto, es Broncano porque parece reírse mejor. Que el choque de testas de dos profesionales del entretenimiento condicione los programas informativos delata un leve sentido de la información. O, al contrario, un fuerte sentido de lo que no conviene que sea información. No le quito importancia al chalaneo, porque no la tiene. Sólo digo que en este oficio, de toda la vida de Dios, nos hacemos luz de gas. Todos guarreamos para pescar el campanu. Es lo que ha hecho Broncano. Son otros quienes convierten el circo en noticia, pero sabemos de qué va esto, no vamos a creernos ahora El show de Truman.
2. MANUEL MARISCAL (VOX). El martes hizo el ridículo en el Congreso de los Diputados con una arenga de exaltación franquista. No es raro en la banda Vox, pero este hombre de barba nazarí estuvo gracioso y congestionado de nostalgia de segunda mano, pues él mucho franquismo (como me sucede a mí) no vivió. Seguro que habla por lecturas, como los demás. Esto dijo Manuel Mariscal, ¡presente!: "Fue una etapa de reconstrucción, de progreso y de reconciliación". Le faltó rematar con un arriquitaun y palmas a compás. El franquismo, como todo el mundo sabe, se estudia exactamente por lo contrario: su condición sañuda contra los demócratas. El señor Mariscal lo olvidó (fueron los nervios). También dijo que los jóvenes (algo de razón lleva) se informan por las redes sociales... El inconveniente es, otra vez, su argumento. Ahí va: "Gracias a las redes sociales muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue oscura, como nos vende este Gobierno". Y pensar que esto puede algún día ser Gobierno... Ni siquiera leer le propongo, basta con un buen documental: El silencio de los otros.
3. MUSEO DEL PRADO. Como es la pinacoteca caprichosa más estimulante del mundo, cuando en El Prado cruzan a un maestro del arte con un contemporáneo (pintor, escultor, fotógrafo...) el museo renueva su condición de centro de alto rendimiento de la modernidad, un espacio acondicionado, principalmente, para el futuro. La exposición en la que el artista alemán Sigmar Polke (1941-2010) dialoga con Goya (1746-1828), Afinidades desveladas, recién estrenada y al cargo de Gloria Moure, es una de esas bellas osadías que ensanchan la pintura y su palabra. Polke admira al aragonés y éste, dos siglo antes, abrió la senda por donde Polke también marcha. Es lo que ocurre cuando el arte se hace sin tiempo: que la gente se encuentra y se explica, y las cosas (de otro modo) tienen por fin sentido. Un sentido feroz, en este caso. La exposición está abierta hasta el 16 de marzo de 2025.