1. FISCAL GENERAL. No puedo dudar de que el asunto de la presunta filtración de los datos personales del novio de Isabel Díaz Ayuso por parte del Fiscal General es gravísimo. Igual me permito dudar de que sea el tema que más importa. Este circo inducido produce al día decenas de páginas en prensa, cientos de comentarios en tertulias, miles de tuits por jornada, mucho ruido gordo. En verdad es la pugna entre un presunto evasor (eso es delito) y un dudoso Fiscal General del Estado encargado de enredar más el caso. Una 'íntima' batalla entre Ayuso y Pedro Sánchez que se juega en varios frentes a la vez y todos son feos, turbios, familiares. Unos y otros se pillan los dedos a portazos. Ocupan tiempo y recursos públicos. Si se confirma que el Fiscal filtró la mandanga tendrá que dimitir. Si se confirma que el novio de Ayuso mangoneó definitivamente ella también podría saltar el olivo. Con esta orquesta loca pasamos el rato. Demasiado. Como en La guerra de los Rose.
2. OPUS. Sea lo que sea, el Opus Dei lleva ahí casi 100 años en forma de prelatura aunque en verdad es un misal de poder. Está infiltrado en todos los órdenes de la vida, de abajo a arriba. No hay Gobierno en España -ni este de ahora- sin alguien del Opus en un despacho o rondando cerca. Un día se me acercaron, amabilísimos, y después de un té en la terraza del viejo Café Comercial (Madrid) me regalaron una primera edición de la poeta Ernestina de Champourcín, Presencia a oscuras (1952). La acepté porque tengo una fascinación córvida por las primeras ediciones y quizá ellos lo sabían. El detalle me gustó, pero a ellos les disgustaron mis ideas sobre su causa. No volvieron a llamar: se lo pierden. Sólo les dije esto: el Opus es una fuerza de acción económica y religiosa que igual está en Bilderberg que en Davos, en los bancos o en Roma. Tiene, además, una mecánica propia de manipulación. Y también dije (perdón a mis dos amigos del Opus) que resumiendo son poder, dinero, dominación. En el documental de Max se relata muy bien. Trece mujeres que huyeron cuentan su infierno tremendo: El minuto heroico, de Mònica Terribas.
3. PAJITAS DE PLÁSTICO. La mezcla de un desaprensivo de reality y de un chiste de profeta da como resultado a Donald Trump. En su galope loco por todos los frentes de la realidad (sea lo que sea ya la realidad) impone, tirando de decreto, una maldad disimulada de esperpento: volver a las pajitas de plástico en vez de usar las de cartón que propuso Joe Biden. Parece una bobada o un capricho de aspirante a Nerón, pero da pistas de lo que se nos viene: un tipo dispuesto a congregar en su política el ridículo insolvente para imponer su desprecio contra la lógica de los tiempos. El cambio climático, por ejemplo. Trump es el inadaptado de manual capaz de tirar cualquier proyecto potable en favor de la peor alternativa posible. Igual da otra vuelta de tuerca al genocidio cometido en Palestina que impone sorber en pajitas de plástico. Todo cabe en ese ansia por rubricar cualquier bajeza. Hay que releer Calígula de Camus.