Toda la fragancia de la mentira envuelve a Carlos Mazón. No tiene remedio ni hay marcha atrás en su degradación política, humana también. Esto lo sabe todo el mundo, aunque Feijóo aún no ha encontrado el momento de tirarlo del tren en marcha. Algo impropio de un líder. De origen, el origen de los doscientos y pico muertos por la dana, se puso de su parte en un arreón disparatado, sin cálculo. Ahora no se acerca ni a la distancia de un palo selfie porque le tiene el partido guapo en Valencia, por no hablar de España entera. Aunque si lo piensas al detalle, Mazón no tiene un problema con la mentira sino con la realidad. La angustia de los pueblos devastados se impone contra la mendacidad del político sin crédito. Ese pulso lo va a ganar la expulsión, no queda otra. Pero cuándo. Y ahí es donde Feijóo tiene la palabra floja. Cuántos muertos cuesta una mentira.
Si Mazón continúa cobrando sueldo público es por una cuestión de oportunidad política. Ahí está lo grave. Nadie, dentro y fuera de su partido, cree sus embustes. Y menos el baile de corrales de sus husos horarios. En la fantasía escapista con la que se adorna empezó acudiendo al Cecopi "pasadas las siete de la tarde" (sic) y cuatro meses después ya va por las 20.28. Si Feijóo lo mantiene hasta el verano terminará declarando que llegó a la reunión principal al salir del after, ni un minuto más. Cuando este hombre emergió de sus tinieblas las riadas, las torrenteras, arrastraban a decenas de valencianos. Definitivamente, la única verdad que debe caer sacrificada es su condición de President de la Generalitat. Todo lo demás es filfa y obscenidad. Por no quemar al posible relevo en el cargo, Feijóo será mismamente O que arde.
Las mentiras de Mazón pueden sacrificar al partido. Por su mezquindad y su siniestro apañito. La mayoría no les va a perdonar la prórroga, la respiración artificial, el trile, el cálculo electoral. En política conviene pensar de acuerdo con el lastre. Imagina que el PP pierde otra vez Valencia al descuidar lo que exige el censo. Mazón trabaja desaforadamente contra sí mismo y a Feijóo esas cosas le dan miedo. Está esperando a que esto pase para tomar el mando por el lado que no es. Resulta difícil adivinar cuál de ellos se impulsa más a lo loco. Y hacia dónde. Y si en algún momento no serán dos cabezas más en la orla de los chamuscados por la incapacidad de salvar la única verdad que les queda (Mazón fuera), sucia ya como una mentira.