COLUMNISTAS
Sin acritud

¿Groenlandia antes que Taiwan?

Me temo que se parte de la base de que la anexión del Continente Helado a EEUU no ocurrirá dado que liquidaría, por razones obvias, la OTAN

JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos.
JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos.Mark SchiefelbeinAP
PREMIUM
Actualizado

La única ventaja del giro radical y distópico de la nueva Administración norteamericana es que nos evade de la cansina política española. La gravedad del cambio geoestratégico mundial no puede ocultar la anomalía democrática que vivimos, con un Gobierno que incumple la obligación constitucional de presentar Presupuestos, pero nos salva a ratos de caer en la melancolía nacional. Ya nos gustaría que poco o nada de lo que tememos con la nueva Presidencia de Trump fuese cierto. Estamos a punto de decir adiós a un mundo sustentado en los principios del derecho internacional, la intangibilidad de las fronteras y la seguridad colectiva. Por lo menos por parte de Occidente, bajo la égida de la primera potencia desde la Segunda Guerra Mundial, que ha sido al mismo tiempo un referente de democracia liberal.

Sin embargo, tanto el presidente de los EEUU como su vicepresidente, J. D. Vance, insisten en la urgencia para la seguridad nacional de hacerse con el control de Groenlandia, por las buenas o por las malas. Muchos analistas interpretan esas declaraciones como bravuconadas para presionar, atemorizar y forzar así a algún tipo de negociación con Dinamarca. Pero el Continente Helado no está en venta, y tampoco la inmensa mayoría de los groenlandeses, que se debaten sobre cuándo se harán independientes de la metrópolis, desean cambiar de manos. Ya que la opción amistosa no es posible, a Trump solo le queda la fuerza, si quiere en este último mandato suyo ampliar, ahora sobre el Ártico, la doctrina del destino manifiesto norteamericano. Me sorprende el clima general de pasividad. No hemos escuchado tampoco declaraciones de apoyo a la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. Ignoro lo que se dice en las cancillerías europeas, pero me temo que se parte de la base de que esa anexión no ocurrirá dado que liquidaría, por razones obvias, la OTAN.

En condiciones normales el argumento sería incontestable, en realidad ni tan siquiera estaríamos hablando de ello, pero hoy ya nada es imposible. Primero, porque la acción militar sobre Groenlandia sería sumamente fácil. Segundo, Vance ya ha acusado a Copenhague de no estar haciendo los deberes, y ha reiterado su desprecio hacia Europa. Para el trumpismo cualquier excusa es buena. Y, tercero, nadie de los Veintisiete declararía la guerra a los EEUU por un territorio que no forma parte de la UE desde 1985. ¿Le serviría de algo a Dinamarca invocar el art. 42.7 del Tratado de la Unión? De producirse esa acción de fuerza, que confirmaría el vaticinio de Trump de que los europeos dejaremos de ser aliados suyos, los países del este y los bálticos entrarían en pánico frente a Rusia. Y la otra gran potencia del mundo, China, no dudaría ya en apoderarse de Taiwan, que el Partido Comunista considera un deber inevitable antes de 2049. Durante años solo hemos dudado sobre cuándo se produciría.