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El impacto de las borrascas

El tren de borrascas que desconcierta a los expertos en clima: "Todos los modelos hablaban de pérdida de lluvias hasta 2100, pero igual hay que revisarlo"

Las lluvias de marzo disparan las reservas hasta el 71,2%, la cifra más alta en marzo desde hace una década. Los expertos en gestión hídrica urgen a aprovechar la bonanza para emprender reformas y se plantean si el cambio climático reducirá las lluvias en España o sólo las volverá más impredecibles

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A lo mejor tenemos que empezar a dejar de decir eso de que, en España, aguantan los puentes romanos y se caen las obras nuevas, porque aunque al puente de Talavera de la Reina ya le quedaba muy poco de romano, no ha podido con el impacto de tres piscinas olímpicas por segundo, tras la crecida del Tajo por el paso de Martinho.

El tren de borrascas que ha atravesado la península de este a oeste en apenas dos semanas, ha hecho que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) haya pintado de verde musgo los mapas de humedad del país, que las reservas hídricas se hayan disparado hasta el 71,2%, la cifra más alta en esta época del año desde 2015; y que en España, de repente, ya nadie quiera hablar de sequía. "Pues ese debería ser el tema de actualidad, hay que aprovechar ahora para tomar medidas sensatas", anima el biólogo, ecólogo, investigador del CSIC, y uno de los grandes divulgadores del cambio climático, Fernando Valladares: "Una cosa es lo que llueve y otra lo que gastamos. En España siempre llueve poco, y todo lo que hemos hecho en la última década es despilfarrar, regar aguacates y hacer campos de golf. Estamos pegándonos tiros en el pie sobre un escenario de sequía que va avanzando. Ahora podemos gestionar el agua, cuando no la hay no puedes gestionar nada".

Pero Jorge Olcina, catedrático de Geografía y director del Laboratorio del Cima de la Universidad de Alicante, cree que eso no ocurrirá: "Lamentablemente, no lo vamos a hacer, porque nunca lo hemos hecho. No sé en España qué nos pasa, pero vivimos a golpe de desastre".

Todas las cuencas del país se encuentran en estos momentos a más del 50% de su capacidad, salvo la del Segura, que está al 26,5%. Sus 302 hectómetros cúbicos todavía están muy lejos de los 414 de media de los últimos diez años, pero aún así son seis puntos porcentuales más que el año pasado. Es por ello que la Confederación Hidrográfica del Segura ha decidido suavizar las restricciones al regadío, que se mantenían desde la primavera pasada, salvo en el margen derecho de la Confederación, la de los ríos Moratalla, Argos, Quípar y Guadalentín. Su presidente, Mario Urrea, prefiere esperar a ver qué pasa "los primeros días de abril".

"Aquí no ha llovido tanto, pero ha sido muy bueno en las cabeceras, tanto del Júcar como del Segura, con lo cual la situación más agobiante de sequía se ha diluido. Entramos en una fase, entre comillas, de normalidad", apunta Olcina.

Las siguientes zonas más castigadas por la escasez: las cuencas mediterráneas andaluzas, la de Guadalete-Barbate y las internas de Cataluña, también empiezan a levantar restricciones al ver sus cuencas por encima del 50% de su capacidad.

Tras más de tres años de sequía, que obligaron a decretar la emergencia por primera vez en la historia de Cataluña, las reservas de la Comunidad ya están al 54,2%, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica. A esta misma fecha, la capacidad de los embalses en el 2024 se situaba alrededor del 15%. La nueva situación ha llevado a la Generalitat a levantar la emergencia en los municipios más afectados, situados en Alt Empordà, abastecidos por el acuífero del Fluvià y la Muga, en el embalse Darnius-Boadella y en Riudecanyes. Algo a lo que Pol Cabutí, alcalde de Sant Feliu de Codines, un pueblo de 6.600 habitantes en el Vallès Oriental, se ha negado, quedándose como el único municipio de Cataluña en emergencia por sequía: "No tendría sentido que, después de más de un año en emergencia, con las lluvias de una semana la levantáramos, y que la gente entienda que puede llenar piscinas y regar el césped. Preferimos ser prudentes, estudiarlo bien y hacer una desescalada progresiva".

En Andalucía, el consejero de Agricultura y Agua, Ramón Fernández-Pacheco, acaba de anunciar que habrá "importantes flexibilizaciones". La primera cuenca en levantar restricciones será la mediterránea, que afecta a Málaga y Almería. Sin embargo, mientras en esta última las reservas siguen en torno al 10%; en Málaga y en la parte de Cádiz que le toca, hay embalses al 100%, como el de Casasola o el de Guadarranque.

El embalse de Melonares en la Sierra Norte de Sevilla desembalsando agua.
El embalse de Melonares en la Sierra Norte de Sevilla desembalsando agua.Jose Manuel VidalEFE

Donde sí que llovido, y mucho, es en la cuenca del Guadalquivir, que roza el 60% de su capacidad. Sevilla, Córdoba, Granada, Jaén y parte de Cádiz se preparan para afrontar, por primera vez desde 2020, una campaña de riego sin restricciones. Mientras las urbes y las pueblos empiezan a reabrir el grifo de las duchas, las fuentes, los aspersores de parques y jardines, y recuperarán la limpieza de la vía pública y el llenado de piscinas.

"A ver, ha llovido más, está por encima de la media, pero tampoco es una cosa exagerada, no es el récord ni mucho menos del año hidrológico", advierte Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, organismo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien también quiere llamar la atención sobre la diferencia entre embalses y acuíferos: "Los acuíferos están en muy mal estado en general, no solamente en Doñana, sino en toda la península, porque no se recuperan tan rápido, llevan una dinámica mucho más lenta que el agua superficial, y están en mal estado por la contaminación. Además siguen entrando contaminantes, sobre todo desde la agricultura y la ganadería intensivas".

En cuanto a Doñana, Revilla señala que el nivel de inundación de la marisma es ahora mismo "muy bueno, como en los mejores años". Y aunque todavía no dispone de datos oficiales, las imágenes del satélite revelan que está en máximos, algo que no ocurría desde 2010: "Venimos de unos años muy malos, con una mortalidad en la vegetación muy elevada, pero ya se nota la recuperación, hay árboles rebrotando, y esperamos tener una buena temporada de reproducción de aves".

¿Entonces, el verano ya se ha salvado? "Pues depende de dónde y para qué. El verano, desde luego, para consumo humano se ha salvado, sin duda", apunta Revilla. También lo cree Olcina: "Aunque la Marina Baixa no ha sido muy lluviosa, con lo que ha caído no sólo se ha salvado el verano, sino que puede aguantar lo que queda de año". Aunque Valladares no lo tiene tan claro: "Al final, el acumulado de agua anual probablemente estará muy próximo a los valores de todos los años, porque vendrá el famoso verano mediterráneo, que puede adelantarse o no, que puede ser más intenso o no, pero lo seguro es que va a venir, y el agua tiene que durarnos. Esta lluvia ha solventado todos los problemas del agua, pero en los sitios donde la sequía ha sido un problema crónico para la población, volverá a serlo pronto".

Entre el 1 el 24 de marzo se recogieron de media en España 148 litros por metro cuadrado, según los últimos datos de Aemet, lo que supone tres veces y media más de lo que suele ser habitual en este mes del año. Aunque no lloviera más en España, en lo que queda de mes, estamos ante el tercer mes de marzo más lluvioso de la serie histórica, que arrancó en 1961. Le supera, de momento, el marzo de 2013 con 160 litros por metro cuadrado, y el de 2018, con 165.

El mes más lluvioso de la historia

El observatorio del Retiro ha recogido 230 litros por metro cuadrado en los primeros 24 días del mes, lo que lo convierte en el mes más lluvioso de la historia de este observatorio, que arranca en 1893. La cifra supone, además, más de la mitad de lluvia que suele caer en la capital en un año. Sin embargo, de momento es Córdoba, con 300 litros, quien ha registrado más agua.

El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo constata una clara tendencia a meses de marzo más húmedos. El reciente tren de borrascas ha cambiado su ruta habitual, por el Atlántico norte, tras encontrarse con los llamados anticiclones de bloqueo, y se ha colado por el sur, lo que ha alterado el mapa hídrico de España. "Normalmente lo que viene del Atlántico norte ya llega aquí muy seco", apunta Olcina desde el Laboratorio del Cima de la Universidad de Alicante, "pero cuando entran por el suroeste del golfo de Cádiz, las borrascas se cargan bastante de humedad del Atlántico tropical y nos llega para toda la península Ibérica, incluido el litoral mediterráneo".

La pregunta es si España, de consolidarse esta ruta de borrascas, ya no sería el desierto sometido a olas de calor que nos anunciaba el cambio climático. "Cuando se habla de cambio climático hay que evitar el radicalismo", apunta Olcina, "ni negarlo, ni decir que todo es cambio climático. La Tierra se va calentando, se va desajustando térmicamente, necesita autorregularse, y para eso mueve lo que llamamos las masas de aire. En teoría, una atmósfera más caliente, con unos océanos también más calientes, serían más favorables para que hubiera más vapor de agua, más agua precipitable. Es verdad que todos los modelos hablan de una tendencia al 2100 de pérdida de lluvias, pero igual esto hay que revisarlo".

Revilla recuerda que "lo que más caracteriza a la península ibérica por su posición geográfica es precisamente la variabilidad. Hay que animar a la gente a mirar las estadísticas. En la Península Ibérica sí que hay una disminución de la cantidad de lluvia y un aumento general de la variabilidad, eso significa que habrá años que llueva mucho, y muchos años que llueva menos, pero la tendencia general es que vamos hacia una España más seca".

"Sequías e inundaciones son dos caras de la misma moneda", resume Valladares, "Es un latigazo hidroclimático. Una atmósfera más cálida genera sequía y lluvias torrenciales por un fenómeno físico muy sencillo. La gestión de ese agua es muy difícil, casi esquizofrénica".