Si usted sabe quiénes son Cobi, Naranjito y Curro es posible que también recuerde los chistes que empezaban con "esto son un inglés, un japonés, un francés y un español que...". Las nacionalidades que acompañaban al español podían variar, pero éste siempre era el último y, por supuesto, el que daba sentido y gracia al asunto.
La pregunta irrelevante era ¿cómo se entienden entre ellos? Lo lógico es que hablaban un idioma compartido o, en caso de un encuentro profesional, que tenían intérpretes.
Si el chiste se contase ahora, quizá no hiciese falta un idioma comodín. Hoy -con matices- cuatro personas de diferentes países pueden sentarse a una mesa, hablar cada una su lengua y entenderse en tiempo real.
"Esto ya es posible". Así de clara se expresa Laura Méndez, responsable de Marketing para el sur de Europa de Vasco Electronics, una firma especializada en traducción instantánea y desarrollo de softwares. Habla con conocimiento de causa, ya que los dispositivos que comercializan "proporcionan al usuario una traducción instantánea (0,5 segundos de latencia), permitiendo conversaciones fluidas en diferentes idiomas". De hecho, con su último invento (traductor E1) es posible mantener una conversación con hasta 10 personas "y recibir en el auricular la traducción precisa y clara del mensaje".
Quizá se castigó a la humanidad a vivir separados y hablando distintos idiomas por la arrogancia de construir una torre (sí, la de Babel) hasta el cielo, pero se ve que la humanidad no se ha dado por vencida.
Ante este escenario, las preguntas se amontonan: ¿qué ha hecho posible este salto tecnológico? ¿Es tan fiable como parece? ¿Qué implica para quienes viven del lenguaje, como traductores e intérpretes?
El gran culpable -entiéndase bien-, son dos palabras que casi todo el mundo ha escuchado, pero pocos comprender toda su repercusión: inteligencia artificial (IA).
"Llevamos muchos años trabajando en el mundo de la IA, esto no es algo nuevo", explica María Borbones, responsable de Inteligencia Artificial de IBM.
Estas dos palabras, recuerda Borbones, empezaron a escucharse en el mundo tecnológico en los años 50, pero lo que ha cambiado radicalmente en los últimos tres años ha sido la aparición de los grandes modelos de lenguaje, los llamados LLM. Modelos que han sido entrenados con cantidades estratosféricas de información disponible en internet y que son capaces de responder a tareas de todo tipo sin necesidad de entrenamientos específicos.
Un ejemplo que a la responsable de IBM le gusta usar -y que retrotrae a la cultura pop- es el de un capítulo de la serie de dibujos Doraemon. "Hay un capítulo donde Nobita [el niño protagonista], que es muy vago y no quiere estudiar, se come libros para tener todo ese conocimiento dentro". Extrapolando, el símil sirve para los grandes modelos de lenguaje: "Se han comido casi toda la información que hay en internet pública y con esa gran base de conocimientos, extrapola".
Que el mismo modelo sea capaz de ser multitarea es una gran revolución silenciosa, porque antes se entrenaban para una tarea concreta y, si se quería introducir un matiz nuevo, dejaba de servir o respondía de forma vaga. Por eso, el impacto en las empresas ha sido inmediato: "Pasamos de hacer tareas que llevaban una hora a resolverlas en dos minutos", afirma Borbones.
El factor humano
Como enseña la historia de todas las revoluciones industriales -y esta, sin duda, es una que revoluciona el mundo tanto profesional como personal-, existen riesgos que hay que atender. Y es que ya popularizó el tío de Spiderman un axioma universal que aplica en este caso: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad".
"La IA en la traducción es una poderosa herramienta de aumento, pero no un reemplazo para la experiencia humana"
Para Andrew Steel, miembro de los grupos de trabajo sobre IA de Asetrad (Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes) y de la Federación Internacional de Traductores, esta tecnología aplicada al mundo de la traducción y los idiomas "es una fase más de una larga evolución tecnológica". De hecho, recuerda que "la traducción automática ha existido desde que irrumpieron los primeros ordenadores, allá por los años 50". Una década, la de mediados del siglo pasado, en la que todos coinciden.
Steel apunta una cuestión relativa al rápido crecimiento de los últimos años, el de la protección de la Ley de Propiedad Intelectual. El experto lamenta que, en ocasiones, se vulnere para entrenar la inteligencia artificial ya que, asegura, "para hacer los modelos probabilísticos de la IA nunca ha sido necesario hacerse con el trabajo de otros sin su consentimiento; se pueden hacer perfectamente con obras libres de derechos de autor y hasta con datos sintéticos".
Steel recuerda que la actual tecnología es, quizá, una buena herramienta si hablamos de traducir en ambientes distendidos e informales, pero para él, el hecho de "acertar en parte" o no ser lo suficientemente profundos "no es suficiente en ningún ámbito profesional en el que los errores se pagan caros".
Desde Asetrad mantienen que, más que la herramienta en sí misma, el problema podría residir en la forma de implantarla. Es decir, que no sería el qué, sino el cómo. En ese sentido, la situación para los sectores de traducción, corrección e interpretación es, afirma Steel, la misma que existe en la actualidad en otros como "derecho, medicina, arquitectura o programación".
En lo que coinciden unánimemente los ámbitos tecnológicos y profesional es en que, en ningún caso, la IA sustituirá la labor del ser humano. De hecho, su papel puede ser todavía más relevante, ya que el desarrollo de nuevas tecnologías requerirá de la supervisión de una persona -o varias-, como reafirma María Borbones: "Siempre hablamos del human in the loop, tener una persona que sea capaz de supervisar y monitorizar todas estas tareas que lleva la inteligencia artificial". Aplicado a la traducción, esto significa "arquitecturizar y dar formato a todas esas traducciones".
"El uso profesional de la IA requiere una intervención constante y experta"
"La IA en la traducción es una poderosa herramienta de aumento, pero no un reemplazo para la experiencia humana", coincide Méndez desde Vasco Electronics, que añade que "aún carece de la profundidad de comprensión, la creatividad y el pensamiento estratégico que los profesionales aportan". Por supuesto, ahí está el foco de las nuevas innovaciones.
Steel añade a todo lo expuesto que "el uso profesional de la IA requiere una intervención constante y experta", además de subrayar que "la productividad en estos entornos está condicionada por la velocidad a la que esas personas expertas son capaces de valorar el problema que tienen delante y aplicar el criterio adecuado".
Personal y seguro
Para los fabricantes, la próxima frontera será la personalización o, como explica Méndez, "modelos que aprendan las preferencias del usuario, manejen mejor los dialectos y se integren con diferentes herramientas de comunicación". "La IA continuará mejorando la comunicación entre idiomas, pero el valor cognitivo y cultural de aprender un idioma seguirá siendo irremplazable", sostiene.
Andrew Steel recuerda la importancia de la precisión, ya que "para cualquier trabajo que conlleva el más mínimo riesgo, y todo trabajo profesional lo conlleva, hace falta tener los conocimientos expertos necesarios y saber aplicarlos".
Además de factor humano y personalización, existe una tercera rama relevante, como en todo lo que deriva del universo digital: la seguridad, sobre todo por la gran cantidad de datos que se almacenan en remoto. Méndez señala que será "un factor clave es la privacidad y procesamiento de datos", y señala dos ámbitos especialmente sensibles: empresas e instituciones gubernamentales.
Desde IBM, Borbones lanza un mensaje tranquilizador ya que señalan que ya existe "una legislación muy fuerte". Además, apunta que desde la multinacional tecnológica se trabajan "modelos que se entrenan con datos fiables, sin lenguaje abusivo ni propiedad intelectual indebida".
Entre tanto, los profesionales del sector de la traducción piden mesura porque si bien es evidente que el sector está en cambio, no está "claro la forma que ese cambio va a tomar".
En la realidad del día a día, la mayoría de gente no piensa si lo que está usando es IA o no, sino que "piensan en resolver su problema de comunicación", matiza Méndez.
Conscientes o no, lo cierto es que la revolución de la IA ha penetrado en la sociedad y está presente en muchas tareas rutinarias. El reto es compatibilizar tecnología y profesionalidad para que, todos juntos, sigan reviviendo lo que hacen "un inglés, un japonés, un francés y un español".