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La "obsesión" de Edu García, la rara avis del periodismo deportivo: "A la radio deportiva le sobra testosterona"

Cada fin de semana Edu García dedica nueve horas diarias al deporte. Es el locutor de radio deportiva más raro que uno pueda encontrarse. Y es raro por "normal". Siempre se le ha calificado como "la alternativa" de la radio deportiva, pero no le preocupa. A Edu García que "mi trabajo me llene"

Edu Cargía
Edu García, el locutor de Radioestadio en Onda Cero.ATRESMEDIA
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Si preguntamos a cualquier radioyente de fin de semana que es lo que escucha en la radio, no hay duda de cuál será su respuesta: "Pues el fútbol". La radio deportiva es la radio de la noche y la radio del fin de semana, la radio que acompañaba y acompaña a los atascos de vuelta del pueblo, la radio con la que muchos oyentes se acuestan cada noche. Y en esa radio deportiva, los locutores son una especie de molde hechos a medida de sus oyentes. Todos, menos Edu García, el presentador de Radioestadio, el programa deportivo de Onda Cero los fines de semana, el hombre que se tira nueve horas cada sábado y cada domingo hablando de deporte, y el periodista que no llegó a la radio deportiva por su pasión por el fútbol sino "por su pasión por la radio". Es el locutor deportivo más raro que hay, es, a la vez, el "más normal". Y, tal vez, de ahí su rareza.

Cada vez que Edu García ha dado una entrevista a algún medio de comunicación, en el título su nombre siempre va seguido de la misma palabra, "alternativa". No se queja, pero "después de 33 años dedicándome a esto, ¿cuánto tiempo voy a ser la alternativa?". De acuerdo. "¿Por cuál la cambiarías?", nos ofrecemos como cumplidores de su sueño. Lo tiene claro: "El tío más normal del mundo. Me siento un periodista mundano. Para mí el triunfo de la normalidad, de que me guste la última canción de David Bisbal, la serie que ve todo el mundo en Netflix es un triunfo. Creo que es el triunfo de la normalidad está poco valorado, y creo que tiene mucho glamour".

Efectivamente, Edu García es un tipo normal, pero a la vez es todo lo contrario, es una rara avis en la radio deportiva. No es futbolero, le encantan los deportes minoritarios, te habla de voley con una pasión y una determinación impresionantes, te reconoce que la radio deportiva es "machista" y no se le mueve ni un pelo, te convence de que el fútbol lo copa todo, pero que el mayor "esfuerzo" que hace cada fin de semana es que todo el mundo se sienta identificado con su programa. Rechaza las camisetas, los forofismos y el ponerse una chaqueta para radiar un partido o una competición. Y lo mejor, él no lo hace y lo hace con la misma pasión que si estuviera jugando el equipo por el que bebería -si es que lo hubiera- los vientos.

"Para mí lo que más me preocupa es que me pueda ir a la cama cada día con la labor bien hecha. Soy bastante sordo al adjetivo calificativo positivo y al adjetivo calificativo negativo"

Y luego dice cosas como que "en la radio deportiva es importante ser sordo", y te descoloca. "Es que para mí lo que más me preocupa es que me pueda ir a la cama cada día con la labor bien hecha. Soy bastante sordo al adjetivo calificativo positivo y al adjetivo calificativo negativo". ¿Lo ve? Más raro, perdón, más normal no puede ser.

¿Cuesta mucho mantener los valores periodísticos cuando se hace radio deportiva?
A mí no me cuesta. No demonizo al periodista que muestra cuál es su equipo, que tiene cerrazón y que a veces tiene un desequilibrio o que tiene esa fe en lo suyo, porque lo suyo es lo primero. Para mí lo importante es que sea auténtico, que lo diga y que luego decida el público. A mí lo que me gusta, que es lo que hacemos en Radioestadio, es que estén todas las camisetas, todos los escudos y todas las sensibilidades. Es decir, que nadie no sienta que no está representado. Ese es mi primer objetivo.

Si le preguntas cómo lo hace, lo primero que te dice es que "teniendo un programa de nueve horas habría que ser muy torpe para no dar una noticia, una medalla, una marca o encontrar un hueco para el aficionado al fútbol, que se come el 90% del espacio, pero que justo ese fin de semana ha visto el atletismo, o el que tiene una obsesión porque su hija, su sobrina o su vecina acaba de ganar la Copa de la Reina de baloncesto". Es decir, lo normal al otro lado de las ondas.

Edu García da tanta importancia a que las pequeñas gestas tengan su espacio entre grandes competiciones y grandes citas que hace unos años movió Roma con Santiago para encontrar a un esquiador free style que "se la había pegado". Nadie había conseguido hablar con él y Edu García lo consiguió y lo metió en antena. "¿Cuántos seguidores de esquí free style hay en España?", se pregunta a sí mismo. Pues eso.

"Nos falta un poco de autocrítica, en el sentido de que hay mucha gente que se justifica diciendo que se ha hecho así toda la vida"

Es inevitable no preguntarle por cómo es hacer y aguantar un programa de radio de nueve horas seguidas donde la adrenalina y la bilirrubina sube y baja por doquier. García asegura que es como "una especie de Rúe del Percebe" en la que "entra y sale mucha gente", en la que "pasan muchas cosas", en la que "hay muchas camisetas, muchos colores" y en la que en el fondo es un "non stop". "Una especie de after hour del fútbol donde no ha sustancias prohibidos, pero sí muchas agura", asegura entre risas. Él ni se agota, ni se cansa, ni bosteza ni una sola vez durante Radioestadio. Los bostezos se los guarda para el coche.

¿Qué le falta a la radio deportiva y qué le sobra?
Le falta un poco de cultura deportiva. Creo que hemos hecho una regresión a hace 25 años. Hace 20 años los programas deportivos tenían más capacidad para abordar otras disciplinas y hacer pedagogía deportiva. Y ahí hemos perdido, porque el fútbol lo copa todo. Y le sobra testosterona. Como estamos todos masculinizados nos da la sensación de que es lo normal. Nos falta un poco de autocrítica, en el sentido de que hay mucha gente que se justifica diciendo que se ha hecho así toda la vida. De toda la vida hemos dicho también que hay que bailar con la más fea o que se ha llevado la negra y creo que todos debemos tener un nivel de autoexigencia para ir evolucionando con los tiempos, y hacernos cada vez más reflejo de la sociedad en la que estamos insertados.
¿Y por qué?
Como nos va bien... Tenemos muchos oyentes en la radio deportiva de fin de semana y nos acomodamos y no hacemos ese ejercicio de 'oye cómo nos reinventamos para mejorar'. No nos preguntamos cuáles son nuestras deficiencias y qué tenemos que cambiar para dar un producto mejor. Yo me esfuerzo por decirme a mí mismo cómo hacer para que el programa mejore en cada temporada. A veces lo consigo y otras, no. Pero queda mucho por hacer.

Es en este momento cuando Edu García habla de su "esperanza" y de su "obsesión". La primera es que los periodistas que ahora están estudiando en la facultad tienen que aprehender que la radio de dentro de 50 años "tiene que ser mejor". Su obsesión no es otra que esa. "A lo mejor no tengo la presión de tener que hacerla en el presente porque me va bien y tengo el respaldo de la audiencia, pero sí creo que debemos hacer muchas cosas más", afirma.

¿Cómo qué?
Innovar. Saber que la tecnología es una herramienta que nos permite estar en muchos más sitios. Por ejemplo, me parece que estamos muy pendientes en los programas de fin de semana de la pura competición y a lo mejor olvidamos que hay mucho deporte amateur, universitario, mucho deporte, que ocupa a mucha gente cada fin de semana y no tiene espacio.

Como decía al principio de la entrevista, Edu García no llega a la radio deportiva por su amor al fútbol, como en otros casos, sino por su amor a la radio y al deporte. Para él, el deporte es sagrado. Está la radio, el deporte, y su segunda profesión, maquinista de trenes. Y todo por este orden.

"A mí me parece necesario reiterar muchas veces que el deporte tiene una serie de principios y de valores inherentes que nos hacen valorar lo que suma la vida de un ser humano. Son valores sociales que nos hacen mejores personas, mejores seres humanos, y yo creo que eso es la competición. Sin embargo, también creo que los que estamos en la vorágine nos los comemos, no les damos el suficiente valor", afirma. Y lo lleva tan a rajatabla que no le duelen prendas reconocer que se pelea con quien haga falta por esos principios, hasta "con el director de un gabinete muy famoso". "¿Por qué la presidenta de mi comunidad tiene que estar hablando de la cultura de Velázquez, de la literatura de Vargas Llosa y no del deporte de Pau Gasol, Andrés Iniesta o de Vicente del Bosque? El deporte es cultura y están al mismo nivel", sentencia.

¿Cómo quieres que evolucione la radio deportiva?
La radio que escucha está muy bien, pero la radio que escucha y que además aplica lo que escucha es lo que nos falta por evolucionar. Tengo mucha obsesión por estar siempre a la altura de los deportistas y de los oyentes. A veces en ese equilibrio lo perdemos porque estamos muy pendientes de contar nuestro discurso, de contar cómo lo vemos y no contar la otra parte.
Pero hay muchos jaleos deportivos...
Nosotros tenemos claro que el balón es el protagonista y nada lo ensombrece, pero hay que contar y poner contexto a las cosas que pasan. Hay analizar, investigar y contarlo. El plato principal lo tiene el campo o la cancha y la propia competición, pero nosotros tenemos que responder con más noticias y más capacidad para ser más periodistas. El deporte y el fútbol, sobre todo, levantan mucha polvareda, por eso hay que explicarle al oyente, por qué de esa polvareda, por qué estamos ahí, por qué ese protagonista tiene ese tipo de recorrido...
¿Crees que la radio deportiva es todavía muy machista?
Sí, y no somos conscientes. Los que tenemos parte de responsabilidad nos intentamos rebanar los sesos cada día para dejar de serlo, pero somos todavía, no diría machista, pero sí masculina. Hay que buscar referentes femeninos de periodismo deportivo debajo de las piedras y yo lo voy a hacer hasta que me jubile.