Zihuatanejo, el pueblo mágico con algunas de las mejores playas del mundo al que se fugaba Tim Robbins en 'Cadena perpetua'

"¿Sabes lo que dicen los mexicanos del Pacífico? Que no tiene memoria". A más de uno le sonará esta frase de la mítica película de los años 90 Cadena perpetua, basada en una novela de Stephen King. La soltaba el personaje de Andy Dufresne, papel interpretado por Tim Robbins, después de escaparse de la cárcel y fugarse a Zihuatanejo, un auténtico paraíso del país latinoamericano bañado por las aguas del citado océano. Allí espera la llegada de su veterano colega de fatigas presidiarias, Ellis Red Redding (o Morgan Freeman en el otro lado de la pantalla), a quien tantas veces había hablado del ansiado lugar mientras permanecían tras las rejas de The Shawshank Redemption, el nombre de la cárcel que da título al filme en inglés.

Pues bien, se trata de uno de los últimos pueblos mágicos de México (esos con historia, identidad propia y mucho encanto) en incorporarse a la lista de los 132 repartidos por todo el estado, aunque en realidad son dos, Ixtapa-Zihuatanejo, un atractivo binomio separado por 6,5 kilómetros. Es una de las tres paradas clave del llamado Triángulo del Sol mexicano (el nombre tiene explicación: el astro rey aquí reina casi los 365 días del año), perteneciente al estado de Guerrero y ubicado a unos 50 minutos en avión de la capital del país. Los otros dos vértices lo componen Acapulco, el paraíso de la jet set internacional y las estrellas de Hollywood en los años 60 (la estela sigue viva todavía hoy) y Taxco, una hermosa localidad de aire colonial cuajada de calles retorcidas y sabor añejo situada en el interior.

Las tres se pueden abarcar en coche, aunque desde hace apenas unos meses es posible hacer el trayecto en avión entre Acapulco y Zihuatanejo, las dos ciudades costeras del triángulo, en un vuelo que no llega ni a los 30 minutos. Juntas, esta última e Ixtapa han logrado títulos como el de Destino líder de México en los últimos World Travel Awards, los Oscar del sector. "Este galardón es resultado de años de trabajo para posicionarnos en la mente del turista y darle a este destino el lugar que merece", señala orgulloso Pedro Castelán, director ejecutivo de la Oficina de Convenciones y Visitantes.

El periódico The New York Times también lo cuela en sus habituales ránkings de los lugares imprescindibles que hay que visitar cada año. Y playas como La Ropa (dicen que su nombre procede del naufragio de un galeón español que vino a parar a sus orillas cargado de vestimentas varias) figuran no sólo entre las mejores a nivel nacional, sino del planeta. Lo acaba de confirmar el portal Tripadvisor en la última edición de sus galardones Lo mejor de lo mejor en el apartado Playas de sus Travellers' Choice, destacando la arena fina y las aguas cristalinas de tono azul turquesa de este maravilloso enclave. También es un lugar perfecto para practicar surf, snorkel o buceo.

Pasamos a recorrer los dos municipios, imprescindibles ambos, puesto que uno ya no se entiende sin el otro. El de Ixtapa es producto del desarrollo turístico del segundo. Sería la zona nueva, en la que se suceden restaurantes, residencias privadas, clubs nocturnos, elegantes boutiques y hoteles de lujo. Como Azul Ixtapa, un todo incluido en primera línea de playa en el que practicar yoga mirando al mar a primera hora de la mañana, realizar un curso de artesanías locales, tumbarse al sol y degustar un marisco de escándalo.

Otro imprescindible hotelero de la zona es el resort de Las Brisas Ixtapa, un cinco estrellas aupado entre laderas y rodeado de vegetación salvaje con vistas al océano donde la exclusividad es la pauta dominante. Hay que probar su "cocina sostenible con tradición", con algunos de los más platos más característicos de la zona como las tiritas de pescado fresco, cortadas en pequeños rectángulos y después, fritas.

Zihuatanejo (Zihua para lugareños y amigos) es la parte antigua y bohemia. No en vano, ya era una aldea pesquera en los tiempos del Virreinato de Nueva España de Hernán Cortés, conquistador de estos lares. Él fue el que añadió el sufijo "nejo" (algo insignificante) al nombre de la población, que era Cihuatlán ("tierra de mujeres" en náhuatl, la lengua de los tarascos), ya que no encontró el oro que buscaba. Sí apreciaba el lugar el gobernante Caltzontzin, quien eligió la bahía de Zihuatanejo como su lugar de descanso. En su honor se acaba de inaugurar hace apenas unos meses el Capricho del Rey, un paseo marítimo de unos 800 metros que conecta la ya citada playa de La Ropa y la de Las Gatas rematado por una estatua del legendario personaje.

El Jueves pozolero

Tras los españoles, serían los italianos y los suizos los que quedarían atrapados por esta población marina. De ahí las calles multicolor que salpican el casco histórico, con sus singulares soportales rematados con tejas y sus suelos empedrados. Otra de las señas de identidad del lugar, esta vez gastronómica, es la celebración del llamado Jueves pozolero, el día en el que los restaurantes sirven pozole, un contundente caldo típico a base de granos de maíz con carne, verduras y especias, muchas. He aquí un par de locales donde catarlo, Teosintle, de decoración tradicional y donde no nunca falta música en vivo con tintes folclóricos, y Carmelitas Café, un encantador comedor rústico con murales coloristas estampados alrededor de un patio castizo.

El nombre de su dueña está claro, doña Carmelita Ramírez, todo un icono gourmet en el pueblo (el restaurante familiar lleva abierto más de 20 años), quien ha sabido ganarse al público local e internacional con sus chilaquiles (desayuno favorito de los mexicanos a base de totopos [nachos en España, aunque nada que ver...] cocinados en una salsa algo picante), sus tortillas (que preparan delante del comensal), su pastel de maíz, sus tortas (tartas) caseras, sus tamales, sus quesadillas, su requesón artesanal o sus rollitos de canela.

Como plato fuerte destaca el puerco asado, perfecto para el almuerzo pero también para el desayuno. "No hay quien se vaya de aquí sin probarlo. La receta secreta lleva años con mi familia, ya que mis abuelas ya eran maravillosas cocineras", cuenta la señora, ataviada con atuendo típico del país. Acompaña al ágape un buen café de ollá (con un toque de canela) o un jugo (zumo) natural de piña, mango, papaya o tamarindo.

Zihua también se conoce por sus artesanías, por lo que vale la pena visitar algún taller del centro. Como El Jumil de Magdaleno Flores ("Maleno para los cuates [amigos], por favor", como él mismo señala), en el Paseo del Pescador (2,5 kilómetros de recorrido pegado al mar), especializado en canoas de madera de parota (una especie vegetal tropical ligera que abunda por la zona), que decora con tonos vivos.

Su cuartel general está inundado por más de 2.000 piezas elaboradas por artistas de las ocho regiones que forman el estado de Guerrero. "Llevo trabajando con muchos más de 35 años", relata henchido de felicidad mientras muestra algunas de sus obras preferidas, las máscaras que usan los danzantes tradicionales del estado, los tlacololeros.

La siguiente parada nos lleva al Partenón, la mansión con vistas a la bahía que se levantó a imagen y semejanza del célebre monumento de Atenas a finales de los 70. Su artífice fue el Negro Durazo, un conocido jefe de la policía ya fallecido que se llegó a vincular con el crimen organizado. Utilizó el lugar como su residencia particular, en la que las fiestas fastuosas sin fin eran el pan de cada día. Tras pasar a manos del gobierno local, se acaba de abrir al público como centro cultural con exposiciones temporales y el mejor lugar para contemplar el atardecer desde sus escalinatas con vistas al mar y a los montículos que rodean la zona.

Seguimos la ruta en recinto arqueológico de La Xole (aunque el verdadero nombre es la Soledad de Maciel), cuya joya de la corona, además de sus pirámides de piedra y arcilla muy bien conservadas, es el juego de pelota donde se llevaban a cabo celebraciones religiosas, además de sacrificios. También puede visitarse el Museo de Xihuacan, en el que se expone una gran colección de piezas prehispánicas.

Toca descubrir la costa a bordo de un catamarán rumbo a la Barra de Potosí, un enclave natural salpicado de manglares y lagunas perfecto para practicar snorkel y donde se suceden cerca de 300 tipos de aves, entre garzas, pelícanos Y ojo, que por el camino se pueden ver delfines y ballenas jorobadas.

También hay que acercarse a los Morros de Potosí, unas formaciones rocosas que dibujan la silueta de un elefante, una calavera o un lobo marino. Basta seguir las indicaciones del capitán, Arturo Mellín, para irlas descifrando con un poco de imaginación. "A ésa la llaman el dedo de Dios porque está señalando el cielo", apunta mostrando una de ellas.

La última parada por este paraíso guerrerense es el hermoso municipio de La Unión, a unos 30 kilómetros de Zihua, un refugio costero de aire eco-chic en el que se alternan pueblos como Troncones, Majaguas y La Saladitas, con sus correspondientes haciendas de café y té, coquetos hoteles boutique de cabañas, chiringuitos en la arena e interminables playas de ambiente hippy.

En esta última, Mauricio Núñez, un joven de 23 años convertido en el campeón nacional de surf, se las ve con la ola izquierda más larga del mundo. Como colofón, hay que visitar el iguanario de Boca de Lagunillas, donde Rosalío Villegas (o don Chalino, como todo el mundo le llama) cuida cada día de más de 250 criaturas con nombre propio: Presumida, Cariñosa, Altanera...

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