ANDALUCÍA
XXIII Bienal de Flamenco

Día de Esperanza y Romero

La cantaora Esperanza Fernández y el compositor Juan Carlos Romero protagonizaron el 28S

Esperanza Fernández confirma en la Bienal de Sevilla su madurez cantaora.
Esperanza Fernández confirma en la Bienal de Sevilla su madurez cantaora.@Laura LeónArchivo fotográfico La Bienal de Flamenco
Actualizado

JUAN CARLOS ROMERO

Concierto: Estreno de 'El que va conmigo y yo', de Juan Carlos Romero / Guitarra: Juan Carlos Romero / Segunda guitarra: Álvaro Moreno / Cante: Marina Heredia, Carmen Molina y Juan de Mairena / Percusión: Tino di Geraldo / Palmas y coros: Los Mellis / Música de cámara: Trío Arbós, con Juan Carlos Garvayo (piano), Ferdinando Trematore (violín) y José Miguel Gómez (violonchelo) / Lugar y fecha: Espacio Turina. 28 de septiembre de 2024

CALIFICACIÓN: ****

ESPERANZA FERNÁNDEZ

Concierto: Estreno de 'Corazones de agua', de Esperanza Fernández / Cante: Esperanza Fernández / Guitarra: Miguel Ángel Cortés / Palmas y coros: Dani Bonilla y Jorge Pérez alias El Cubano / Percusionista: Miguel Fernández / Lugar y fecha: Auditorio Cartuja (Pabellón de Canadá). 28 de septiembre de 2024

CALIFICACIÓN: ****

En el contexto social en que se desarrolla la Bienal de Sevilla, la jornada del sábado 28 de septiembre, protagonizada primero por el compositor Juan Carlos Romero, y a continuación por la cantaora Esperanza Fernández, es de aquellas pretéritas de las que no hay que resaltar la anchura tipológica, sino la dimensión musical. Y no porque sus conciertos son tradicionalmente de altura y demostrativo de sus respectivas virtudes para el aficionado exigente, sino porque han ofrecido su más cabal expresión para elevar la espiritualidad futura y para promover valores de cara a las generaciones subsiguientes.

El compositor Juan Carlos Romero en el estreno de su obra en el Espacio Turina.
El compositor Juan Carlos Romero en el estreno de su obra en el Espacio Turina.@Laura LeónArchivo fotográfico La Bienal de Flamenco

La prosperidad de ambas propuestas ha sido objetiva y de enorme función social. 'El que va conmigo y yo', de Romero, y 'Corazones de agua', de Esperanza, representan esos estados del alma que conllevan a ser expresados desde unos códigos culturales que, a la postre, marcan el estilo de vida de ambos protagonistas, pues si el compositor onubense adopta una idea, la analiza, la asimila y la transforma, la cantaora trianera entiende que la propagación de su música es mayor que cualquier expresión cultural, lo que le permite convertirla en un medio ideal de difusión y divulgación de pensamientos e ideologías ancestrales.

Sentada esta premisa, Romero y Esperanza han ofrecido un tipo de banda sonora no ya de sus vidas emocionales, sino concebida para crear una memoria colectiva de nuestras emociones y sensaciones, situando al espectador en un espacio que describe al flamenco según el entorno onubense / gaditano / sevillano, y su contexto, llevándonos a una experiencia que nos impedía salirnos de nosotros mismos.

Desglosando lo antedicho, Juan Carlos Romero ha mostrado hechuras de gran compositor y muy cuajado instrumentista, exhibiendo madurez de concepto, sonido depurado y cristalino, fraseo elegante, ataque preciso, control de dinámicas, escalas bien administradas, romanticismo sin blanduras y manejo inteligente del tiempo musical.

Verbigracia. La taranta 'Compadre Isidro' es la vida que no se marchita. Con la soleá al irrepetible Manolo Sanlúcar, nadie duda que 'Y se abrió la tierra', porque la tonalidad en RE es totalmente insólita y con alusiones a la muerte del hijo de Manolo. El fraseo de la bulería 'Nudillos al mostrador', es digno de encomio, lo mismo que 'Se canta lo que se pierde', de su obra 'Paseo de los Cipreses' (2015), para ejercer de portador de júbilos por tangos, la evocación de los ausentes y desembocar en 'El pañuelo de mi mare', bulería dedicada a quien desde el cielo había inspirado al compositor.

Y siguiendo la senda flamenca, qué decir de los fandangos de Huelva, la creación de lo natural que le confiere al autor el término de incalificable, con registros de impronta propia y que sorprende por la gran capacidad de cohesión compositiva.

El concierto de Romero está, pues, en la raíz del flamenco, pero también de "su" flamenco, del que admiramos el sentido del equilibrio, la madurez y la transparencia, con una afinidad en sus composiciones que tienen todas la misma base apasionada y profundamente seria, plena de finura y delicado lirismo, con matices muy singulares en una exposición especialmente cálida y serena, de tiempos moderados, con buenas entonaciones y mesura expresiva, y de amplios fraseos con efectos muy placenteros.

Pero la versatilidad del compositor es admirable. Porque si añadimos la sonoridad redonda y preciosa de 'Oleaje', con el Trío Arbós, además del tema 'Ausente', y la despedida del autor a su madre en 'Esa nube azul', podemos colegir que lo que ha hecho Juan Carlos Romero es ejecutar con deleite y delicada articulación, contrastando la calma de su discurso y la sonoridad, pero sobre todo el buen gusto, de ahí que alcanzara un gran éxito sin concesión a propinas baratas. Romero es mucho guitarrista para la quincallería vertiginosa de este siglo.

Esperanza Fernández

Y sin aliento para concatenar dos conciertos que se contraprograman, aun viviendo en nuestros corazones las composiciones de Romero, Sevilla se disponía a vivir en la Esperanza de buscar a quien le rinda honores a las mujeres creadoras. Y la ha encontrado en Esperanza Fernández, cuya voz encajó de forma excelente en sus fines.

La línea expositiva de Esperanza Fernández ha sido de la mayor coherencia, de marcadas diferencias de intensidad discursiva, pero con exquisitos dibujos de escalas y sin perder nunca el control de la expresión, del aire cadencioso de quien domina el temperamento de las variantes o la desenvoltura y alegría de los cantes a ritmo, subrayando claramente la personal forma de interpretarlas, deletreadas con gusto y cerradas con la brillantez de quien cabe encajar la voz con la instrumentación.

Pero hay algo más que añadir. 'La soleá de las madres', con recuerdos a Mazzantini, La Serneta, La Roezna o La Andonda. El acomodar el 'Romance del agua' a la milonga, guajira y guajiras por bulerías. Retener los romances de El Negro del Puerto. Rendirse ante el gran maestro Antonio Mairena 'Con los repiques'. La buena preparación que demostró en la malagueña de La Peñaranda y el verdial a ritmo. Los momentos de plenitud en la seguiriya 'Nubes negras', o ese canto a Lebrija, bulerías al golpe con sevillanas de autoría del patriarca Curro Fernández, es la confirmación de que Sevilla tiene una cantaora a la que los exigentes le brindan veneración.

La rica configuración de Fernández es de tanta fantasía rítmica y climática, y de expresiones tan contrastadas, que sus recreaciones son ricas y matizadas, con nostálgica elegancia sin desatender la introspección, y con la voz en su cenit, adornada de su característica vibración y ajena a excesos intempestivos, poniendo de manifiesto su musicalidad, con sonoridades medidas y un fraseo bien modelado, con un centro anchuroso, un agudo firme y penetrante, y un grave enjundioso a la vez que recogido y sugerente.

La jornada del 28 de septiembre ha sido, pues, un regalo de la Bienal. El onubense y la sevillana llevan una carrera imparable, con clarividencia para diseñar el presente con firmeza y seguridad, y desde la ratificación aristotélica de que la música representa las pasiones, pero también el estado del alma, aserto fundamentado en la Antigua Grecia pero que sigue estando vigente en la Sevilla del siglo XXI, en la que imaginamos un mañana mejor con Esperanza y que crezca en la flor de un huerto de Romero.