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Nos adentramos en el oscuro mundo de los pecados, los vicios en forma de tentaciones en los que no se debe caer. En concreto, hablamos de los tradicionales siete pecados capitales, aquellos que según la doctrina son fuente de otros pecados y que durante siglos han ido condicionado la ética moral al representar la peor parte de la condición humana.
Vicios capitales, pecados cardinales o pecados capitales, lo mismo son. En las primeras comunidades cristianas la lista de pecados era más extensa que la que hoy. Fue San Gregorio Magno, el primer monje que llegó a papa (590 - 640 d.C.), quien, hace 1.500 años, quien resumió los pecados capitales en siete. Son los mismos que más tarde fueron recogidos por Dante Alighieri en 'La Divina Comedia'.
Más allá de la moralidad de la religión, los pecados han tenido su función. Como aseguró a EL MUNDO el neurocientífico Jack Lewis, autor del libro La ciencia del pecado (Pinolia), "cada una de las siete tentaciones humanas más comunes es una parte perfectamente aceptable, si no totalmente necesaria, de nuestro repertorio de comportamientos. Si se suprimieran por completo, es muy posible que nuestra especie nunca hubiera sobrevivido", empieza Lewis. Es decir, que estamos aquí porque llevamos 3,2 millones de años sucumbiendo a la tentación.
La frase de Lewis bien se puede ligar con la definición de pecado capital que hizo Santo Tomás de Aquino a la hora de dar con una definición de pecado capital: "aquellos vicios a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada".
Y, es que, el hombre peca desde que es hombre. De hecho, en la Biblia, Adán y Eva fueron los primeros pecadores: tentados por el diablo y, abusando de su libertad, cometieron el pecado original: comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, "porque el día que comieres de él, morirás sin remedio", como se cuenta en el Génesis (2, 16-17). Al desobedecer a Dios, los humanos han marchado desde entonces por un tortuoso camino de espinas.
Los siete pecados originales...
Los siete pecados capitales son por este orden: la soberbia, la avaricia, la gula, la lujuria, la ira, la envidia y la pereza.
... Y las siete virtudes
Por fortuna para los creyentes, también hay un catálogo de siete virtudes capaces de imponerse a los pecados y de salvar el alma. Cada virtud se enfrenta a un pecado capital: la humildad (contra la soberbia), la generosidad (contra la avaricia, la castidad (contra la lujuria), la paciencia (contra la ira), la templanza (contra la gula), la caridad (contra la envidia) y la diligencia (contra la pereza).
1. La soberbia, ¿qué es?
Para muchos, el verdadero rey de los vicios porque las personas tienden a él. La soberbia es algo así como un deseo excesivo por ser preferido a otros, el amor desmedido por uno mismo, por creerse por encima de los demás. Con esa actitud, uno está menospreciando a Dios y a los demás.
Como señala en este artículo el historiador y escritor Manuel Mateo Pérez, "la soberbia es un pecado que goza de un cierto prestigio en la vida pública actual. Hoy no entenderíamos el ejercicio de la política sin la calculada administración de esa falta, sin la enganchada arrogancia que desprende ese quebranto. Hoy se es soberbio y proclive al ejercicio de la ira si tu deseo es dedicarte a la administración de los otros. Muy relacionado con estos pecados está la avaricia".
2. La avaricia, ¿qué es?
El amor excesivo por la riqueza es otro de los pecados capitales que más almas condena. Y es un vicio capital porque ese afán por el dinero, o por cualquier cosa que se desea desmedidamente, lleva al hombre a tratar de conseguirlo mediante cualquier medio y acto. Ahora bien, la avaricia por sí sola generalmente no es un pecado mortal.
"El mundo se ha hecho demasiado pequeño como para compartirlo con los demás. No es solo hacerse con el mejor territorio, con los mejores recursos naturales, con las mejores puestas de sol", resume Mateo Pérez. Y añade: "La avaricia -los santos la nombraron codicia en sus primeros- exige poseer las riquezas del vecino por exiguas que sean. Todo es mío y nada es tuyo. El tribunal de los pecados considera la avaricia entre los peores que el ser humano puede cometer. Incluso concede rango de pecado mortal -¡qué linda ironía!- al avaricioso ejercicio que las naciones ricas perpetran contra las naciones pobres en el latrocinio de sus últimas gotas de sudor".
3. La lujuria, ¿qué es?
La lujuria es otro de los pecados capitales más populares. Es el deseo excesivo por el placer sexual, pero también es el exceso o demasía en algunas cosas. Esa satisfacción carnal se aleja del propósito divino, el del amor entre cónyuges entregados a la procreación. "No cometerás adulterio", reza el sexto de los 10 mandamientos. Aunque el cuerpo no actúe, sólo con tener pensamientos considerados impuros, uno está pecando.
En opinión de Manuel Mateo Pérez, la lujuria "es uno de nuestros pecados preferidos. Algunos de los anteriores requieren dedicación y esfuerzo, pero la lujuria es una falta que viene a nosotros como la música".
4. La ira, ¿qué es?
Ese sentimiento de indignación, venganza o furia es ira. Pueden ser tan fuertes las emociones desatadas, que uno puede llegar a ir en contra del amor de Dios y del prójimo. El cuánto de ira hay en un acto, determinará si el pecado es venial o mortal o incluso si es simplemente un enojo intenso.
El diccionario de la RAE también nos ilustra sobre el significado de este pecado capital. La ira es ese "sentimiento de indignación que causa enojo", pero también es el "apetito o deseo de venganza" y la "repetición de actos de saña, encono o venganza".
5. La gula, ¿qué es?
Comer y beber cada día como si no hubiera un mañana. La gula es pecado porque se daña el cuerpo por el mero de experimentar ese placer y porque dificulta o imposibilita llevar a cabo trabajos y otros deberes. Eso sí, en la práctica, los casos de gula suelen saldarse como pecados veniales.
"La gula, en cambio, es un pecado simpático por doméstico, mediocre y común. Goza, al contrario que los anteriores, de una tradición literaria y pictórica. Escuchamos la palabra gula y pensamos automáticamente en un bodegón flamenco. Escuchamos ebriedad (hace siglos tenía rango de pecado por sí misma) y tropezamos con Baco y los borrachos de Velázquez", escribe Mateo Pérez.
6. La envidia, ¿qué es?
Otro pecado capital masivo. La envidia es esa tristeza, pesar o rencor del bien ajeno; que se te lleven los demonios por la buena suerte de alguien, deseando que dicha fortuna fuera tuya. Es un vicio que tortura al pecador desdichado y que genera odio al prójimo.
"Es el pecado del resquemor, del resentimiento, de un odio negro garrapateado en el estómago", según el historiador y escritor, "estados de ánimo todos ellos que si nos paramos a pensar un poco también comparten los pecados anteriores", la soberbia, la avaricia y la ira.
7. La pereza, ¿qué es?
La pereza es el desafecto, la dejadez, por las cosas que se deben hacer. Esa falta de voluntad y esfuerzo acaba con la incapacidad del alma de llevar las riendas. Es un abandono físico y espiritual.