CULTURA
Asesino en serie

Tor: regreso al pueblo maldito del Pirineo donde todo el mundo fue absurdamente sospechoso

Un crimen sin atractivo mediático que, gracias a la mística del Pirineo, lo estrafalario de sus implicados y la hipócrita relación de Cataluña con Andorra, se convirtió en una narración infinita

'Tor', creada por Carles Porta.
'Tor', creada por Carles Porta.EL MUNDO
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El tiempo no todo lo cura. Cuantos más años pasan del crimen de Tor, más se complica y retuerce el caso. También más se difumina. Las imágenes recientes de la aldea pirenaica son agresivas: gente, vehículos, ropa de montaña del Decathlon, otro paraje sin encanto. Tor, al menos como fantasía de urbanita, si tenía encanto: casas de piedra, nieve en invierno y tranquilidad en verano. Y una disputa por la propiedad de una montaña muy productiva. Ya fuese en forma de madera, ganado o peajes a contrabandistas, la montaña de Tor daba dinero. Así que su titularidad era cada vez más golosa. Cuando el protoproyecto de construir en ella una estación de esquí parecía ser más que eso, la presión aumentó en un pueblecito absolutamente despoblado para unas cosas y muy concurrido para otras. Aquello desembocó en el asesinato de uno de los dos toredàs más notorios. Un crimen sin atractivo mediático que, gracias a la mística del Pirineo, lo estrafalario de sus implicados y, por qué no decirlo, la hipócrita relación de Cataluña con Andorra, se convirtió en una narración infinita. El periodista Carles Porta es su narrador oficial desde 1997, primero en un reportaje para TV3 y luego en el magnífico Tor. La montaña maldita, libro con el que yo mismo me obsesioné y recomendé compulsivamente a todos los guionistas de mi entorno. Ahora Tor es una serie documental.

Porta se convirtió en un personaje más de Tor (el lugar, el relato y el concepto) desde que empezó a cubrirlo en la autonómica catalana. Luego vendrían el libro, un podcast y, ahora, la serie, emitida originalmente en TV3 y disponible en Atresplayer. Esta nueva Tor le da varias vueltas de tuerca a la cosa, al lugar, a sus metáforas... y a su creador. Porque el interés, quizá también obsesión, de Carles Porta es ya tan parte del Universo Expandido Tor como los caciquillos Sansa y Palanca. Ambos están hoy muertos. El primero, Josep Montané, fue la víctima del crimen; el segundo, de nombre Jordi Riba Segalàs y uno de los sospechosos, fallecería 20 años después, en 2019, a los 85 años. Con su muerte (natural), el caso se oscurece todavía más. Esta otra idea, la del delito que, más que prescribir, se pudre solo, también planea sobre la serie de Carles Porta.

Para saber más

El periodista catalán vuelve a su pueblo favorito tras haberlo dado todo con el crimen de la guardia urbana. Desgraciadamente, en Tor no hay ni sexo ni una estrella como Rosa Peral. Lo más frustrante (y también lo más original) de intentar resolver el asesinato de Sansa es enfrentarse con unos personajes aparentemente simplísimos. Algunos apenas han salido en su vida de la comarca; otros terminaron ahí por motivos de lo más estrambóticos: y más de uno vive borracho. Los "hippies" de Tor son tan básicos y a la vez tan improbables como los varios satélites de Sansa y Palanca. De alguna manera, el propio Carles Porta ha terminado integrado en esa demencial mitología. Es, de hecho, casi la única persona de Tor (la serie) que tiene una buena coartada si le preguntan dónde estaba la noche del asesinato de Sansa. También es el único que, hoy por hoy, ha intentado poner orden en un sindiós de rencillas, trapicheos, escrituras amarillentas y miserias. Pero Porta se rinde y asume que esta historia tan cutre, tan remota y tan banal quedará casi con total seguridad inconclusa. O tal vez se guarde esa conclusión para su siguiente trabajo. Gracias a Carles Porta yo también me obsesioné con Tor. Y gracias a Carles Porta vuelvo a la montaña maldita de vez en cuando.