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La Asunción de El Greco ha vuelto a pisar suelo español y volverá a exhibirse en el Museo del Prado tras 123 años de ausencia en nuestro país. El monumental lienzo, que formaba parte del retablo mayor del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, es una de las piezas más codiciadas de la colección que atesora el Art Institute of Chicago. Allí llegó en 1906, tras vivir a mitad de camino entre Francia y España desde mediados del siglo XIX bajo la propiedad intermitente del Infante Sebastián Gabriel de Borbón, biznieto de Carlos III.
Fue en 1830, mediante el pago de 14.000 reales y el encargo a Valeriano Salvatierra, cuando la obra llegó a su colección, una de las más importantes en el siglo XIX español. Seis años más tarde le sería confiscada por el Gobierno y no la recuperaría hasta 1859. Con él estuvo hasta su muerte en el exilio, en 1875, en la localidad francesa de Pau antes de pasar a manos de su viuda, la infanta María Cristina de Borbón, y ya en 1902 a sus herederos. Fueron ellos quienes ese año la cedieron al Museo del Prado para la primera muestra sobre el artista cretense en la pinacoteca nacional.
Precisamente esa exposición sirvió como escaparate para su venta en 1904 por 100.000 francos -unas 130.000 pesetas de la época- al galerista francés Paul Durad-Ruel, financiado por el magnate estadounidense Henry O. Havemeyer. Fue esa la última vez que La Asunción, que en 1906 llegó al Art Institute of Chicago, estuvo en suelo español. Hasta que el Museo del Prado la ha recuperado para la exposición temporal sobre El Greco que comienza mañana martes y se extenderá hasta el próximo 15 de junio.
Son cinco años, según fuentes de la pinacoteca consultadas por EL MUNDO, los que han pasado desde que se cerrara un acuerdo para que La Asunción volviera a poder visitarse. Fue en 2020 cuando El Prado prestó al Art Institute of Chicago algunas obras de su colección para la exposición monográfica de El Greco que realizó la institución estadounidense junto al Grand Palais de París. Precisamente, una de las pinturas que se cedió desde el museo español fue La Trinidad, que era parte del mismo conjunto que La Asunción.
Tras ese acuerdo suscrito entre los directores de ambas organizaciones comenzaron las negociaciones sobre los detalles del préstamo, con especial atención al montaje y transporte por las enormes dimensiones de la pintura (4,03 metros de alto y 2,12 de ancho). Eso ha obligado al uso de un avión de dimensiones especiales para su transporte y a que un responsable del Art Institute of Chicago viajara siempre como acompañante y estuviera presente durante el montaje, que se realizó la semana pasada en la Galería Central del museo por ser el único sitio capaz de albergar la obra.
"Se trata de uno de los tesoros del Art Institute y aunque este museo habitualmente acuerda delegar la supervisión de sus obras en las instituciones a las que presta, en este caso se prefirió que la obra viajara con una persona de su equipo de restauración", explica Lucía Villarreal, jefa del Área de Exposiciones Temporales del Prado a este diario.
De hecho, el transporte de la pintura tampoco fue ordinario. Desde el Museo del Prado detallan que fue necesario recurrir a un avión con capacidad para llevar grandes cargas y que los aeropuertos que operan las rutas de esas aeronaves no están en España, sino en Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos o Francia. Allí aterrizó el vuelo transoceánico y La Asunción fue cargada en un camión acondicionado para el transporte de obras de arte -con la temperatura y la humedad óptimas- que la trasladó a Madrid. Una vez en la capital madrileña, siempre con la supervisión del responsable del Art Institute of Chicago, se procedió a su montaje para la muestra.
Esta será la apertura de la temporada de las exposiciones temporales de la pinacoteca nacional para este año 2025 con uno de los emblemas del museo como es El Greco. En su colección constan más de 40 obras y ahora, aunque de forma temporal, se reunirá en su interior todo el conjunto que el cretense diseñó para el Monasterio de Santo Domingo el Antiguo en Toledo. A excepción del cuadro San Pedro y san Pablo, que se encuentra en el Hermitage de San Petersburgo. El embargo que existe sobre los bienes culturales de Rusia, decretado por la Unión Europea tras la invasión de Putin a Ucrania, ha impedido que se exponga.