CULTURA
Series

The Studio: todas las contradicciones y miedos de Hollywood en una sátira repleta de estrellas

Seth Rogen cuenta con un reparto entre los que se encuentran Charlize Theron, Steve Buscemi, Martin Scorsese, Kathryn Hahn o Bryan Cranston

Rebecca Hall y Seth Rogen, en un instante de 'The Studio'
Rebecca Hall y Seth Rogen, en un instante de 'The Studio'APPLE TV+
Actualizado

Si Netflix ha conseguido el éxito con la miniserie Adolescencia gracias a sus planos secuencia, en Apple TV+ no se quedan atrás y en su próxima comedia también aparecen muchas tomas ininterrumpidas, aunque la intención y el tono sean muy diferentes. En The Studio, la nueva apuesta de la plataforma, la filigrana de dirección trata de representar la ansiedad de su personaje principal, Matt Remick, un productor de cine que intenta mantener la relevancia del formato en la gran pantalla en un mundo post-streaming. Un truco que recuerda bastante a la forma en la que se rodó Birdman, una de esas películas sobre las entrañas del mundo del espectáculo que gustan tanto en los Óscar..

En sus diez episodios, que vienen precedidos de una nota casi perfecta en Rotten Tomatoes, hay una vuelta de tuerca a las sátiras clásicas de la industria como El juego de Hollywood, Los productores, El pícaro, Cómo conquistar Hollywood, ¡Ave, César! o la más reciente Babylon. Seth Rogen ejerce de cocreador, guionista, director y productor junto a Evan Goldberg, además de interpretar al ejecutivo que debe afrontar una lucha diaria frente a actores narcisistas y magnates corporativos. Un proyecto que destila una ironía extra al reflejar un amor a las proyecciones en salas de cine precisamente en el formato que las está matando, aunque esta paradoja se enreda cuando es Apple TV la plataforma que nos cuenta la debacle que está viviendo el blockbuster tradicional.

Y es que la plataforma se encuentra en un reajuste de estrategia, de presupuesto y contenido que sirve de cuento cautelar de las luchas del streaming, que planteaban un futuro que no se corresponde con los datos. Sirva de ejemplo que la serie más exitosa de la compañía, Separación, no tenía garantizada su renovación -finalmente se ejecutó el viernes- pese a estar disfrutando de un fenómeno inédito. Sea como sea, parece que The Studio no entra precisamente en la nueva política de austeridad que se quiere acometer desde Apple, cuya marca hasta ahora se ha tomado a pecho el relevo de la etiqueta de prestige television de HBO a base de billetes. Por ello, su reparto está compuesto de un plantel de estrellas inabarcable que incluye a Ice Cube, Zac Efron, Paul Dano, Seth Rogen, Adam Scott, Ron Howard, Zack Snyder, Kathryn Hahn, Ted Sarandos, Steve Buscemi, Bryan Cranston, Charlize Theron, Anthony Mackie, Martin Scorsese o Catherine O'Hara.

Muchos de ellos hacen de sí mismos en cameos que exorcizan las contradicciones de una fábrica de sueños que se encuentra malherida. El marco narrativo de la serie contempla el estado de pánico constante que define al Hollywood moderno a través de Remick, mientras navega por fiestas lujosas, visitas a platós, reuniones de marketing y galas de premios, enfrentándose a nuevas oportunidades para el éxito o la catástrofe. El retrato de los absurdos que promueve la industria audiovisual también tiene ambiciosas decisiones de dirección, con un estilo visual vintage que evoca el aspecto clásico de los 35 mm, además de espectaculares recreaciones de las películas dentro de la propia ficción.

The Studio retrata además los retos que tiene por delante el cine contemporáneo como el mantener la integridad artística en productos para las masas o la precariedad financiera del modelo de negocio, un oportuno metacomentario sobre su actual crisis de identidad, cuando también es el propio modelo de producción para streaming el que empieza a poner cara de póker. Lo curioso es que, si en Hollywood siempre están hablando del miedo al colapso, será que siempre la posibilidad ha estado ahí, así que quizá no estén tan mal y la respuesta al pánico esté en el interés de Apple por rodar series que cada vez se parecen más al cine, mientras entre bambalinas siguen haciendo cuentas imposibles para poder renovar sus mayores éxitos.