Sus obras encandilan a millonarios, famosos y jeques árabes. Son pinturas que ella no da por acabadas hasta que no las destroza, las raja o las golpea. Se pelea con su arte con la misma determinación que de niña paseaba por las calles de Barcelona pidiendo una moneda a los turistas. Es la artista que reniega del éxito y cuyas exposiciones inaugura hasta la Reina Letizia. Salió de entre las sombras cuando una familia adinerada la sacó del orfanato en el que acabó cuando su abuela murió, años después de ser abandonada por su madre. Y volvió a salir de la sombra del anonimato cuando en 2015 fue reconocida como la artista española contemporánea más cotizada. Todo eso es Lita Cabellut (Sariñena, Huesca, 1961), una mujer menuda que, sin embargo, se hace notar en medio de la penumbra de la sala de la Fundación Bancaja. La exposición Vida desgarrando Arte, con obras inéditas, es la primera en Valencia de la artista afincada en La Haya.
- ¿Con qué Lita Cabellut nos encontraremos en Valencia?
- Voy a responder la pregunta de qué Lita me he encontrado yo. Porque lo curioso es que, cuando estás haciendo todo un proceso de creación y de investigación, no ves las consecuencias. Estás tanto en el proceso que no te planteas qué puede significar una decisión o un cambio de estilo. Así que cuando fui a mi depósito para sacar esas piezas que hacía 20 años que no veía, tuve una confusión emocional y visual.
- ¿No se reconoció en ellas?
- Sí, sí. No he cambiado nada. Lo único que he modificado es la forma de plantear el material y la forma de investigar las posibilidades en los materiales, pero ahí estaba todo. Cuando el comisario de la exposición, Eloy Martínez de la Pera, vino a mi estudio y empezó a ver el diálogo entre esas piezas de entonces y las piezas de ahora, me dijo: «Lita, esto no es una retrospectiva, esto es una retrospectiva emocional. No podemos decir que esto es una retrospectiva porque algunas piezas de hace 15 años las terminaste hace dos». Y es verdad. Kronos, por ejemplo, ha sido una pieza que me ha costado 20 años terminar. Jamás pensé cuando la acabé que un día la retomaría, la volvería a intervenir y la volvería a terminar.
- Usted es famosa precisamente por el «maltrato» al que somete a sus lienzos, por la deconstrucción que hace de las piezas. ¿Nunca hay que dar por acabada una obra?
- Deconstruir significa para mí hacer un ejercicio de libertad. Significa dejar que el arte también tenga un impacto muy fuerte y muy determinante en el proceso. Es decir, con la deconstrucción quiero llegar a un punto en que yo no pueda manipular inconsciente o conscientemente el arte. El arte me manipula a mí. Yo no sé el resultado final. De repente le doy un golpe y salta un fragmento que se lleva años de experiencia y disciplina. Pero, ¿qué es lo que queda? La esencia. Y la esencia no se puede destruir ni deconstruir. Simplemente se puede renovar y reconstruir de nuevo. Quizás es una manera de acercarme a lo que me importa tanto, que es el ser humano, que creo que se tiene que deconstruir.
- ¿Crear arte duele?
- Mucho. Yo me meto en la materia, me peleo con ella, me rasco las manos, me doblo el tobillo. Mi trabajo es muy emocional y sí, a mí me duele. Tanto como me eleva. En el estudio, si he tenido un buen día, he muerto y he nacido ese mismo día.
- ¿Cuánto hay entonces de su biografía complicada en su obra?
- Todo, todo. Un artista no puede representar algo si verdaderamente no lo conoce y no lo ha sentido. Será siempre algo falso, será siempre una imitación de algo o de alguien. La verdad la tienes que haber vivido.
- ¿Y qué ha vivido Lita Cabellut en todos estos años?
- Mucho amor, mucha libertad y muchísimas posibilidades. He tenido muchísima suerte en mi vida porque me he encontrado con gente extraordinaria que se ha preocupado por mí, que me ha apoyado y que me ha animado para que fuera yo. Y esto es lo que intento hacer yo ahora con mis propios hijos: sé tú, sé tu verdad, aunque duela, aunque te cueste mucho. Porque la vida no es fácil. Está llena de inconvenientes y llena de momentos de tremenda soledad y de tremendo vértigo. Pero los malos momentos son como una nube gris, que mañana vendrá un viento y se los llevará. Volverá a salir el sol porque la vida es tan bonita.
- Sin embargo, en su obra explora el lado oscuro de la vida.
- No me interesa la oscuridad, sino la fragilidad. La parte oscura de la vida hay que aceptarla como se acepta la parte de luz. Me detengo en la fragilidad de la gente. Son aquellos que no tienen voz:las prostitutas, los vagabundos, los adictos, los enfermos mentales. Me interesa darles voz y estar con ellos. ¿Por qué? Quizás para recordarme a mí misma la buena suerte que tengo. Quizás lo hago para decir que yo he cruzado muchos charcos pero que hay esperanza.
- En España fue una gran desconocida para el público durante años, hasta que Artprice reveló que era una de las artistas más cotizadas. Sus cuadros se han vendido por más de 100.000 euros. ¿Cómo ha digerido el éxito?
- El éxito molesta más que ayuda. Le diré por qué. Porque entonces se define el arte con el éxito. Y en el momento en que un artista se identifica con el éxito, es garantía para que el arte salga corriendo y se aleje lo más posible de esa persona. El éxito no se mide en números, no se mide en estadísticas, no se mide en función de dónde cuelgas tus cuadros. El éxito es la autocrítica y la revelación que tienes en el estudio, contigo misma. Es el orgullo o la frustración que tienes con tu trabajo. ¿Éxito? Si me estoy arrancando los pelos y a las tres de la mañana estoy recogiendo todos los excrementos del alma que he dejado ese día en mi estudio. ¿De qué éxito habláis? El éxito es cuando el arte me sorprende.