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"Reconozco que hay días en los que vuelvo a casa y no me siento tan infeliz como de costumbre". Recurre a una broma para quitar hierro a su éxito y esquiva los cumplidos con rara habilidad. Hugh Grant ha sido uno de los actores más populares del Reino Unido los últimos 30 años, pero no son sólo los personajes que interpreta en la gran pantalla los que lo han convertido en un símbolo de la identidad británica.
Durante la visita oficial de los reyes Carlos y Camila a Francia en 2023, se sentó a cenar en Versalles a la derecha de la anfitriona, Brigitte Macron, con la que conversó en francés toda la noche. Cuando el comportamiento de la prensa sensacionalista saltó a los titulares, fue él quien recordó a los medios que el derecho a la privacidad es parte de la "decencia británica normal".
Educado, brillante, autocrítico, seguramente más encantador hoy, a sus 64 años, que cuando era muy joven, Hugh Grant es uno de los representantes más icónicos del caballero inglés. Sus ojos claros, su mirada vivaz, su sonrisa ligeramente tímida. Es el protagonista romántico que los cinéfilos recordarán en Maurice en 1987, pero también el que enamoró a medio mundo con Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, Love Actually y El diario de Bridget Jones.
Al tiempo, Grant es el malvado Phoenix Buchanan de Paddington, el terrorífico UmpaLumpa de Wonka y el reportero cockney de The Gentlemen. El viejo estereotipo le persiguiendo tres décadas después, y sin embargo con Hereticcompleta su transmigración del bien al mal. "Hacer de bueno, al final, puede resultar aburrido", asume.

¿Está Hugh Grant? ¿Sí? Pues está bien (***)
No hay nada aburrido ni obvio en el señor Reed de Heretic, un hombre que resulta ser mucho más peligroso de lo que parece a primera vista. Cuando dos jóvenes misioneras mormonas poco más que adolescentes se presentan en su casa para tratar de convertirlo, lleva a cabo un plan atroz.
Este personaje le valió a Grant una nominación a los premios Bafta y se dice que lo dejó cerca de la nominación al Oscar. Scott Beck y Bryan Woods, guionista y director de la película, respectivamente, que ya nos aterrorizaron con A Quiet Place (2018), Nightlight (2015), La casa del terror (2019) y 65 (2023), empezaron a cortejarle después de verlo, hace más de diez años, en El atlas de las nubes, una película basada en la novela homónima de David Mitchell. Grant es duro de pelar: ha rechazado películas importantes por la excesiva insistencia de sus productores.
El fundamentalismo religioso, un tema de particular resonancia tras el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, no influyó tanto en la elección de Grant como "un guion que se atreve a entregarse a diálogos largos y articulados. Una rareza, hoy en día", asegura, y concede: "Aunque el tema es ciertamente controvertido, especialmente en EEUU donde la influencia de la religión es enorme".
Al actor también le gustaron los personajes de las coprotagonistas, "dos jóvenes que parecen sencillas y entregadas, pero que saben ser transgresoras y, al final, demuestran ser extremadamente capaces". Las dos actrices, Chloe East y Sophie Thatcher, son mormonas también en la realidad: "Para ellas es sólo un aspecto de sus vidas".
"Cuando me preparaba el papel de Heretic me fui de vacaciones, y mientras mi familia jugaba en la playa yo leía sobre cuerpos desmembrados"
A Hugh Grant le gusta interpretar a un villano, dice que es "más interesante", incluso si sumergirse en un mundo cruel y brutal puede tener implicaciones inesperadas. "Durante la fase de preparación me fui de vacaciones con mi familia y mientras ellos jugaban y se divertían en la playa, yo leía sobre cuerpos desmembrados", recuerda.
Para capturar la esencia de un monstruo no vale cualquiera, pero Grant es un tipo al que siempre le ha gustado estudiar. "Creo que lo principal es el instinto. Un villano no puede ser simplemente malo, sería demasiado obvio y aburrido", afirma. "Así que pensé en el señor Reed un poco como uno de esos profesores universitarios que te hacen un montón de preguntas capciosas intentando gustar a los alumnos. Todo el mundo tiene una herida. En su caso, pensé que podría ser la soledad. La ropa y el escenario ayudan. De repente, te pones unas gafas y encuentras al personaje".
También leyó muchas biografías de criminales. "Son historias que me interesan", asegura. "Es increíble cómo los asesinos más sádicos han conseguido parecer personas equilibradas, racionales e incluso encantadoras. Como el estadounidense Ted Bundy, por ejemplo, que incluso después de haber sido desenmascarado siguió recibiendo cientos de cartas de mujeres que lo adoraban y que iban a visitarlo a la cárcel. Increíble".
La familiaridad del rostro de Hugh Grant refuerza la sensación de inquietud en el espectador. La calidez con la que el señor Reed acoge a las dos pobres misioneras tiene algo de aquel hombre simpático y algo torpe que enamoró a Julia Roberts, a Reneé Zellweger o a Sandra Bullock a lo largo de los años. "Ah, sí. Tuve que rebuscar en mi capacidad para transmitir calidez y encanto", suelta. Otro chiste.
"Un villano no puede ser simplemente malo, sería demasiado obvio y aburrido"
Desde que comenzó a dejar atrás las comedias románticas, el británico repite que no se reconoce en los papeles que lo hicieron famoso. Si durante un tiempo interpretó ese rol incluso detrás de las cámaras, en las alfombras rojas y las entrevistas, en la vida real, señala, no se parece en nada a su alter ego. Ya no necesita prestarse a juegos que no le gustan así que ya no oculta su sarcasmo, como cuando espetó: "¿Wonka? No podría haber odiado más toda la experiencia". Su humor muy británico deja entrever también una cierta antipatía hacia la maquinaria de Hollywood, un mundo del que él, hijo de una maestra y de un vendedor de alfombras, se niega a formar parte.
Buen estudiante desde niño, entró con una beca en la Latymer Upper School de Hammersmith, Londres, uno de los mejores colegios del Reino Unido. Y después fue a Oxford, donde se licenció en Literatura Inglesa. Fue durante sus estudios universitarios cuando empezó a actuar, casi por casualidad, primero en Noche de Reyes de William Shakespeare, y en 1982, en la que fue su ópera prima, Los privilegiados, financiada por la sociedad cinematográfica de la universidad.
La idea, después de graduarse, era continuar sus estudios con un máster en Historia del Arte en el Courtauld Institute de Londres, donde le habían ofrecido un puesto. Sin beca, necesitaba dinero y se vio aceptando la propuesta de un agente. El resto, como se suele decir, es historia, pero quizá explica por qué, a pesar de su éxito, Hugh Grant ha tenido siempre algo de forastero.
Todos los que han trabajado con él alaban su meticulosa preparación, su búsqueda incansable de la perfección, su inteligente creatividad que lleva a mejorar -a veces improvisando, a veces reescribiendo algunas escenas- los guiones en los que trabaja. El último ejemplo, la nueva película de Bridget Jones: Loca por él: accedió volver a interpretar a Daniel Cleaver sólo después de reescribir un papel que de entrada no le convencía.
"Si un gobierno sirve para algo, especialmente un gobierno laborista, es para proteger al público de la criminalidad de las grandes empresas"
Su constancia y determinación lo han convertido en un líder en la lucha por la información responsable y transparente en el Reino Unido, en una causa que lo ha convertido en compañero de viaje del príncipe Harry, Sienna Miller o Elton John, pero también de los padres de Milly Dowler, brutalmente asesinada en 2002 cuando tenía sólo 13 años. Él mismo ha sido víctima de tabloides que accedieron ilegalmente a información confidencial, como sus cuentas bancarias e historiales médicos, y varias veces allanaron sus domicilios particulares.
El acoso de la prensa amarillista lo llevó a vivir un infierno en una constante sensación de paranoia. En 2011 decidió no asistir al nacimiento de su primera hija, Tabitha, para evitar "un circo mediático". "Demasiadas veces me había encontrado con empleados del hospital que pasaban información a la prensa a cambio de dinero, así que decidí conocer a mi hija un día tarde", relata.
Tras librar varias arduas batallas legal y millones de libras de los tabloides en compensación por años de persecución, el actor no ha quedado satisfecho. Después de la demanda contra The Sun que llevó al grupo de Murdoch a pedir disculpas por la forma en que sus reporteros habían perseguido al príncipe Harry y a su madre, Lady Di, Grant impulsó una nueva investigación que reveló que varios ejecutivos del grupo, empezando por Rebekah Brooks, en este momento jefa de todas las operaciones británicas de Murdoch, habían mentido bajo juramento.
"Si un gobierno sirve para algo, especialmente un gobierno laborista, es para proteger al público de la criminalidad de las grandes empresas", afirma el actor, que invirtió gran parte del dinero recibido como indemnizaciones en fundar el grupo Hacked Out por la autorregulación de la prensa.
"Me gustaría hacer teatro en Broadway. Tras el Covid y el Brexit, en Londres hay muchos menos espectáculos interesantes"
Después de años en los que cada una de sus aventuras aparecía relatada al detalle en los periódicos -empezando por su encuentro con la prostituta Divine Brown en Sunset Boulevard en el ya muy lejano 1995-, su vida privada hoy transcurre lejos de las páginas impresas. De sus cinco hijos -dos con su ex pareja Tinglan Hong y tres con su actual esposa, la productora sueca Anna Elisabet Eberstein- poco o nada se sabe. Y su esposa ha empezado a acompañarlo a eventos hace relativamente poco.
El suyo, dice, es un matrimonio feliz: "Todavía no puedo creer cuánto le gusto", asegura. Sus hijos le emocionan mucho, reconoce, no puede ver películas como Buscando a Nemo o Sonrisas y lágrimas sin llorar, y a menudo derrama algunas lágrimas incluso cuando les lee cuentos antes de dormir. "Es increíble estar rodeado de tanto cariño. Mis hijos me han enseñado mucho", cuenta.
Durante la pandemia aprendió a cortarles el pelo practicando primero con las Barbies de su hija, y el verano pasado les acompañó al concierto de Taylor Swift y salió entusiasmado: "Un espectáculo increíble".
Con una carrera tan larga y exitosa como la suya, ¿le queda a Hugh Grant algún sueño por cumplir? "Me gustaría hacer teatro, posiblemente en Broadway. Mi sensación es que Londres no se ha recuperado del todo del Covid y del Brexit. Hay muchos menos espectáculos interesantes. En Nueva York, en cambio, es otra historia".