- Antonio Resines. "Soy de izquierdas y siempre he votado al PSOE, pero me indigna que este Gobierno pacte con partidos nacionalistas, racistas y casi de ultraderecha"
- Ana Rujas. "Cada semana pienso que va a salir el 'Me Too' español, luego nunca sale y te deja cierta frustración. Antes o después, estallará"
- Mario Casas. "Sé que hay gente que sigue pensando que no soy buen actor, pero ya no me afecta como antes"
Doce años y una turbulenta carrera política después, Toni Cantó (Valencia, 1965) vuelve a ejercer como actor. Protagoniza la obra ‘Parejas imperfectas’ (de gira por España todo el año) sabiendo que ya nada es lo mismo, que el diputado polémico y ahora tertuliano televisivo (‘Espejo Público’) fagocitó a la querida estrella de ‘7 Vidas’. Sin embargo, el recibimiento le ha sorprendido para bien: "Sé que la visión que hay de mí desde que entré en política, y más en un momento tan polarizado, es diferente y me preocupaba que pudiera ser un problema, pero sólo estoy recibiendo cariño. Me alegro tanto de haber vuelto…".
- ¿El Toni actor guarda rencor al Toni político?
- No, no. Tuve siete vidas y me quedan tres. Gasté la primera con una adolescencia y una juventud muy salvajes. Gasté otra cuando en vez de ir para cirujano, que era para lo que me tenía mi padre enfilado, cambié y me hice actor. Gasté la tercera cuando dejé esa carrera en un momento en el que me iban muy, muy, muy bien las cosas y me metí en política. En política me dejé la cuarta y ahora estoy gastando otra en volver a reinventarme, porque no sólo estoy actuando. Llevo una escuela de teatro en Valencia, estoy dando clases de Oratoria en algunas de las escuelas de negocio más importantes y en varias universidades, hago una especie de voluntariado juntando trabajo social y teatro, especialmente en el mundo de la discapacidad y con los mayores. Estoy haciendo muchas cosas nuevas.
- Y estás disfrutando el regreso.
- Mucho. Volver a lo mío me hace muy feliz porque la verdad es que lo echaba mucho de menos. Cuando empecé a ensayar me sentí como en casa. Además, la función se está moviendo, está gustando, el director (Bernabé Rico) es un gran amigo y, sobre todo, tengo unos compañeros que son tres personas estupendas (Lola Baldrich, Mirela Balic y Marcos Mayo). Eso es muy importante cuando sales de gira y te pasas la vida con ellos.
- ¿Celebras haberte alejado de la política?
- Lo que pasa es que en política llegó un momento en que yo no era feliz y tardé bastante en darme cuenta. Mi mujer un día me sentó y me dijo: "Tío, ¿no te das cuenta de que no eres feliz, de que llegas quemado todos los días, de que esto es una pelea continua?". Me ayudó a poner los pies en el suelo pese a que una parte de mí decía: "Joder, pero si estoy en mi mejor momento, ahora entiendo realmente cómo funciona esto y estoy empezando a tener intervenciones que se viralizan por todas partes desde un parlamento autonómico". Me sentía muy bien, pero me di cuenta de que daba igual, de que tenía que dejarlo por salud. Miguel Ángel Rodríguez, con quien tengo mucho contacto, me dijo también una cosa que me hizo reflexionar: "Es difícil entrar en política, pero es mucho más difícil salir". Y es así por dos razones: porque tiene un componente muy adictivo y porque te deja marcado socialmente. En una profesión como la mía de actor más, si cabe.
- ¿Te han cancelado?
- En algún momento he sentido que sí, pero no sería justo si no te dijera que ahora mismo no lo veo así. La función se está vendiendo muy bien y estamos yendo a teatros de toda España sin problema. Sería injusto si dijera que estoy cancelado porque no creo que lo esté ahora mismo.
- ¿Ni siquiera en el cine?
- Yo no doy por cerrado ni el cine ni las series. De todos modos, no hacer cine o no hacer televisión de ficción me puede dar igual porque he hecho mucho, lo que no podría dejar es el teatro porque fundamentalmente me considero un hombre de teatro. Pero sí que haré cine y ficción en televisión de nuevo. Estoy seguro.
- ¿Se está despolitizando el mundo audiovisual con las nuevas generaciones de actores y las plataformas?
- Sigue siendo mayoritariamente de izquierdas y sigo conociendo a muchos actores de centro o de derechas que no quieren salir de ese armario, que cuando me han manifestado apoyo o admiración a otra ideología distinta a la imperante en el colectivo lo han hecho siempre de manera privada y con miedo. Vivimos en una profesión con una precariedad altísima, con más del 90% de gente en paro y que no puede vivir del trabajo que ama. Normalmente nos fijamos en un 2% de actores millonetis y no vemos toda la realidad precaria que hay detrás. Es un mundo muy complicado y absolutamente distinto al de la política. Por otro lado, me parece que los actores, y me incluyo, cuando opinamos de política tenemos la misma profundidad que una modelo cuando habla de la paz mundial en el concurso de Miss Universo. En realidad, son dos mundos muy complicados y con muchos prejuicios y etiquetas.
- ¿Cuáles?
- Cuando entré en política, la primera vez que fui al Congreso estaba acojonado porque no tenía ni puñetera idea de nada y temía que me echaran, para mí una PNL era programación neurolingüística y no una proposición no de ley. El día que repartieron las comisiones parlamentarias, me dieron ocho, una barbaridad. De hecho, cuando dejé la primera vez el Congreso era el segundo diputado que más intervenciones había tenido de todo el hemiciclo siendo un novato. Curraba como un cabrón. El caso es que me reparten las comisiones y veo que entre las que me han dado está ‘Estudio del problema de las drogas’. Por curiosidad, pregunté a la persona que estaba haciendo el reparto por qué me habían dado las drogas y me respondió: "Bueno, como eres artista…" [risas].
- Lo dieron por hecho.
- Sí, asumieron que tenía cierto know-how, cierto conocimiento y, fíjate, es cierto que he visto bastantes drogas en mi faceta de actor, pero he visto aún más en la política. Las drogas que he visto a mi alrededor en el mundo del cine eran rollo euforizante y las que he visto en política, al contrario de lo que dice la gente, siempre han sido más tranquilizantes.
- O sea, más pastillas ansiolíticas que cocaína.
- Sí. He visto a muchos diputados que tenían que ir absolutamente dopados para poder salir a hablar porque tenían un terror salvaje. Y ahí enlazo con una de las cosas a las que me dedico ahora, alucino con que en Derecho o en Ciencias Políticas a la gente no se le enseñe Oratoria. Yo estoy dando clases en varias universidades y es increíble que hasta ahora no se hiciera porque son carreras que necesitan saber hablar como el comer.
- ¿Las clases de Oratoria y de teatro fueron tu forma de ganarte la vida porque no te salía nada como actor?
- No, no te creas. Cuando dejo la política decido tirarme cuatro o cinco meses sin hacer nada, recuperando y decidiendo qué hacer con mi vida. Llevo 40 años trabajando y sólo 10 los he pasado en política. Es decir, he pasado tres cuartas partes de mi vida laboral cotizando como actor y nunca he estado en paro, pero aquí decidí parar unos meses y una de las cosas que me apetecía hacer, porque siempre me ha gustado mucho y ya lo había hecho antes, era dar clases de teatro. Abrí un grupo en el Ateneo de Valencia con la intención de que fuera algo pequeño, pero se apuntó tanta gente que al final abrí cuatro. Llevo dos años dando clases con ellos, sobre todo hay gente mayor y para mí es una experiencia preciosa. Trabajo no me faltó. Como actor sí tardó porque, aunque tuve alguna propuesta, no me veía hasta que Bernabé me ofreció ‘Parejas imperfectas’, que habla de algo que ronda mi vida como es el tema de la discapacidad. Llevo un año haciendo un voluntariado en Castellón con un grupo de chavales con discapacidad intelectual con los que quiero hacer una función de teatro y soy un convencido de que el teatro puede aportar muchísimo al trabajo social.
- Decías antes que al final la política ya no te hacía feliz. ¿Fue un error aceptar la Oficina del Español de Isabel Díaz Ayuso?
- Hubiera preferido salir de la política de otra manera y, visto en perspectiva, sí, fue un error. Pero es que tú no puedes ver las cosas en perspectiva cuando estás ahí dentro y, además, creo que toda esa campaña fue un ataque personal hacia mí. Porque me hace mucha gracia que me criticaran por estar en dos partidos, pero…
- En tres, Toni...
- No, no, en dos. Yo no soy del PP. Me ofrecieron entrar como independiente, pero yo he estado en dos partidos: UPyD y Ciudadanos. Me hace mucha gracia que a mí me critiquen por estar en dos partidos que eran idénticos y no digan nada de Yolanda Díaz que ha estado en el Partido Comunista, en Izquierda Unida, en Podemos, en Sumar, en las Mareas y en la madre que la parió. Siempre he creído que en esto todo depende del quién y no del qué. Y también me llama mucho la atención que me dieran tortas todos los días, que acabé muy cansado, por la Oficina del Español cuando creo que es un área que sigue siendo necesaria aunque ahora lo llamen de otra manera. Joder, nadie le da tortas a la Oficina del Español en el Mundo que ha creado el PSOE en el gobierno de España.
- Hombre, no es lo mismo el español en Madrid que en el mundo. Tenía pinta de chiringuito.
- Pero no lo era. Al final fue culpa mía porque no fui capaz de explicar a qué se dedicaba la Oficina. Nadie sabe todavía para qué servía, que era para atraer a Madrid al turismo educativo que viene a aprender español, igual que hacen otras comunidades autónomas o, te repito, la Oficina del Español en el Mundo del mismo PSOE que tanto nos criticaba a nosotros. Doy esta batalla por perdida, ya da igual, ¿no? A estas alturas no me voy a pelear por esa mierda ni voy a convencer a nadie y si todas las tortas que me cayeron sirvieron para que me diera cuenta antes de que era momento de dejar la política, bienvenidas sean.
- La has dejado profesionalmente, pero no como tertuliano político. ¿No querías apartarte del lío?
- No estamos en un momento para ser tibios y creo que sí por algo me he caracterizado como político y como persona es por no eludir los charcos, que mis disgustos me ha costado, así que no voy a empezar ahora. Vivimos un momento para dar tralla, en el que lo que vale la pena es defender con pasión las ideas.
- Has cumplido 60 años. ¿Te impresiona?
- Joder, ni te imaginas [risas]. No suelo echar mucho la vista atrás, pero está vez paré y me di cuenta de que con 60 años tenía que empezar a priorizar ciertas cosas y había acertado dejando la política. En la política uno ve lo mejor y lo peor del ser humano y también sacó lo mejor y lo peor de mí. En lo peor incluyo las 24 horas al día siete días a la semana que le dedicaba y el efecto que eso tenía en mí y en cómo me relacionaba con mi mujer, mis hijos y mis amigos. Tengo 60 tacos, a saber lo que nos queda, no me merecía la pena seguir viviendo así.
- ¿Y lo de antes de la política, la vida de sexo, drogas y rock and roll?
- No sé cuál es la percepción desde fuera, pero nunca he tenido una vida salvaje de sexo, drogas y rock and roll una vez estuve metido en mi carrera de actor, la tuve antes. Siempre fui un tío muy currante y era incapaz de presentarse en un rodaje o en una función de teatro habiéndome pegado un pasote la noche anterior porque soy muy exigente conmigo mismo. Eso me salvó, por ejemplo, cuando iba y venía Madrid-Valencia y en Valencia estaba la gente a tope con la ruta del bakalao. Iba el fin de semana, me pegaba un juergón con mis amigos de toda la vida, pero el lunes tenía que estar currando en Madrid en perfectas condiciones y dejaba eso atrás mientras un montón de gente seguía ahí día tras día. Muchos se quedaron en el camino y en ese sentido mi relación con el trabajo, que siempre he sido muy profesional y muy cabezota, me salvó.
- Pero en Madrid también había jarana.
- Sí, cuando llego me pilla la parte final de la Movida y la gozo, pero me pongo a currar como una bestia casi todos los días de la semana. Empiezo a hacer teatro, el programa de Jesús Hermida, el ‘Sábado noche’, ‘Vaya tarde’... Estaba currando a todas horas y no me daba tiempo a mucho más.
- No me acordaba de Hermida. Tienes una carrera muy variada.
- La verdad es que sí. Si cuando empecé a irme a trabajar a Madrid me dicen que, por ejemplo, iba a ser el primer actor español en la historia en ser diputado o que iba a estar en una película que ganó un Oscar [‘Todo sobre mi madre’], hubiera pensado que me estaban vacilando.
- De Almodóvar a Ayuso. Has recorrido todo el espectro.
- Dos mundos bien distintos, sí. También te digo que para mí la experiencia en el gobierno de Ayuso fue cojonuda a pesar de todo. Se me ocurren pocos gobiernos más sexys en los que estar, ahí hay rock and roll. Lo que pasa es que pasó lo que pasó y luego Conde-Pumpido, que fue quien lideró esa decisión en el Tribunal Constitucional, me impidió con su varita mágica presentarme por una comunidad autónoma, Madrid, en la que he vivido 30 años.
- Igual te hizo un favor.
- Claro, bendito Conde-Pumpido.
- La vida va a su rollo. Por ejemplo, era impensable que de una serie tan popular como ‘7 Vidas’ salierais los dos actores que más ha insultado cada una de las dos Españas: Willy Toledo y tú.
- ¿Y sabes lo bonito del tema? Que Willy era hijo de uno de los mejores amigos de mi padre y ha estado en mi casa de pequeño, pero no se acuerda el cabrito. Yo le tengo mucho cariño y mucho respeto. Ideológicamente no, pero como actor y como persona sí. Además, soy consciente de que él es uno de esos raros casos en el mundo del cine en los que ser de izquierda extrema también ha tenido un coste profesional. Y eso que ahí dentro hay gente muy, muy, muy de izquierdas defendiendo cosas para mí inasumibles, como el terrorismo, sin coste alguno. Willy sí pagó un precio no tanto por lo extremo de su ideología sino por, y en eso me siento reflejado en él, la potencia con lo que lo comunicaba. Yo me siento una persona de centro, sigo teniendo las mismas ideas que cuando empecé en UPyD, lo que pasa es que quizás sí que me he polarizado en las formas y por eso la gente piensa que soy mucho más de derechas de lo que soy. A Willy le ha pasado un poco igual.
- ¿Te ha merecido la pena todo este lío?
- Me considero una persona muy afortunada que ha recibido algunas hostias muy gordas en su vida, incluida la hostia más grande que le puede caer a alguien. Y tras todo ese viaje, creo que estoy en el mejor momento de mi vida.
- Esa hostia fue la muerte de tu hija, a los 18 años, en un accidente provocado por un kamikaze. ¿Cómo te rehaces de algo así?
- Primero, viviendo un infierno, pero a mí me salvó la gente. Conocí a una red de personas a las que les había pasado lo mismo que a mí, que habían perdido un hijo y me decían: "Toni, quiero que sepas que a mí me pasó". Te juro que hubo una época en la que todos los días me paraba alguien en la calle y me llamó mucho la atención la cantidad de gente que había pasado el infierno que estaba pasando yo y había salido. Hostia, me ayudó muchísimo. Cuando me quejo de la parte negativa que para mí siempre ha tenido la fama, me obligo a recordar lo importante que fue para mí el cariño de la gente en mi momento más oscuro.
- A ver si vamos a ser mejores de lo que parecemos.
- Creo que lo somos y lo olvidamos. Hay una parte de políticos, y me incluyo, que criminaliza al lado opuesto. Yo ahí he puesto mi grano de arena y tengo mi parte de culpa, pero a la hora de la verdad he aprendido que la gente defiende una ideología pensando que es lo mejor para sí mismo y para sus semejantes, no queriendo joder al personal. Hay muchas veces que nos ofuscamos pensando que quien no vota lo que nosotros lo hace por joder, pero no es verdad y a veces nos dejamos llevar por ese discurso de mierda de "los españoles somos lo peor" o "la humanidad es terrible" y, joder, no es así. España es un buen país, la humanidad es maravillosa y somos el tesoro del reino animal. No deberíamos olvidarlo por más que discutamos.