Un gol casi milagroso al final salvó a la selección cuando los Países Bajos jugaron un fútbol muy moderno bailado con sus zuecos tradicionales. Lo hicieron con tres jugadores prodigiosos, que danzaron a una áspera, lenta y tortuosa selección española.
La ley del fútbol es que que el estilo de De la Fuente ha quedado demodé en tan sólo unos meses. El ínclito Koeman ha reunido a una selección casi diabólica, con una velocidad y una verticalidad pasmosas. También pesó que juegan los naranjas con tres flechas como el eléctrico Frimpong, que si no hubiera sido por Cucurella, era capaz de machacar por la banda a cualquier equipo.
El segundo es un excepcional media punta llamado Reijnders, con un disparo y una presencia omnipotentes. El tercero es Gakpo, que hizo el 1-1 porque Porro ni se le acercó y además se la comió Unai Simón, cuando el meta debería ser David Raya.
¿Qué es lo que he notado en la selección? Que De la Fuente se ha creído su papel de infalible hombre de éxito cuando no tiene carisma para eso. Debe ser más humilde, pero es el vértigo del éxito. Ni Unai Simón, ni el mediocre Porro, ni Le Normand, ni Cubarsí pueden tener un lugar en la gloria de España. Tampoco ese centro del campo de Zubimendi, Fabián ni Morata en la delantera que, francamente, parace un ex jugador exiliado en Estambul.
Se notaba mucho el cansancio anímico y mental de Pedri y Lamine Yamal, que jugaron un partido pésimo. Cuando un centro del campo no presiona ni corre, por baja forma, es difícil mantener el nivel. No fue un parapeto el gol del magnífico Nico, una vez más, lo mejor de la selección. Los holandeses empataron, se pusieron por delante y los españoles se paseaban como pollos sin cabeza. Y sólo una expulsión salvó a España antes de la campana.
No me podía creer que dejara fuera del equipo a Asencio. Es por la tirria que De la Fuente tiene al Madrid. Merino, en un estado de forma formidable en el Arsenal, Baena y Olmo deberían haber salido desde el comienzo. Pero una vez más, la soberbia del seleccionador dejó al viento al equipo que fue campeón.
No creo que la selección tenga un camino feliz para alcanzar las semifinales. Con más metros por delante, la velocidad y la ofensiva neerlandesas pueden ser casi una tortura en Mestalla.