En un último intento de tapar el error de su fichaje, Ignacio Manrique de Lara, marido de la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, no dirigió su carta de renuncia el pasado viernes a la amiga de su esposa que iba a ser su jefa. En vez de dirigirla a la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva -la antigua secretaria de Estado de Economía que le fichó- la remite al director de Administración y Medios de la entidad pública, Alfredo Sánchez Quintanilla.
Es decir, en vez de renunciar, como sería lo lógico, ante la persona que le adjudicó el pasado día 2 la plaza de «coordinador de estrategia comercial y marketing con contrato de alta dirección», lo hace ante el que presidió la comisión de asesoramiento de De la Cueva en el proceso de selección. Es decir, renuncia ante el asesor, en vez de ante la presidenta.
Forma parte de la versión de De la Cueva de que ella no intervino apenas en el fichaje y que fue cosa de sus asesores hasta el punto de que ella misma no procedió a entrevistar en persona a quien iba a ser uno de sus directivos de confianza. Con tanto desafío a la inteligencia no es de extrañar que el matrimonio terminara el pasado viernes tirando la toalla a la vista de que Calviño no iba a poder estar mucho más tiempo sin dar explicaciones. Además, Patrimonio Nacional iba a tener que publicar el expediente de selección del marido y éste iba a quedar bajo permanente escrutinio del consejo de administración de Patrimonio Nacional en el que pesa Zarzuela.
¿Permanente escrutinio? Uno de los acuerdos de la reunión de la cúpula del ente público del miércoles es precisamente éste que relata a EL MUNDO una alta fuente conocedora: «Coincidimos en que, aunque era legal el proceso de selección, habría desde el consejo de administración un seguimiento al grado de eficacia de la actuación del elegido con el dato clave que dio la presidenta de que su contrato es rescindible sin coste». Lógico: un directivo que tiene entre sus funciones atraer patrocinios y tiene que tratar para ello con gigantes del Ibex regulados por su mujer podía ser persuasivo, pero también un desastre reputacional para los patrocinadores y la propia entidad pública que administra nada menos que el gran legado de la Corona española al Estado. De hecho, la reunión del consejo tuvo lugar en el mismísimo Palacio Real. Por eso también fue significativo el silencio durante la reunión de uno de los consejeros, el secretario general de la Casa del Rey, Domingo Martínez Palomo. Mientras unos, los más, como el presidente del Patronato del Museo del Prado, Javier Solana, mostraban apoyo a De la Cueva y otros, sobre todo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, criticaba el riesgo reputacional del fichaje, Martínez Palomo se mantuvo en silencio, según las distintas fuentes consultadas.
A la vista del buen discurso navideño posterior de Felipe VI, se entiende por qué. El Rey criticó «la erosión de las instituciones» y reclamó: «Instituciones que respondan al interés general (...) y sean un ejemplo de integridad y rectitud. Y este es un propósito diario con el que las Instituciones debemos estar siempre comprometidas». Difícil encajar en ese compromiso real el hecho de que, en nada menos que una entidad en la que el Rey participa, la amiga y antigua subordinada de Calviño fiche al marido de su exjefa cuando éste buscaba trabajo. Y lo hizo para cargo de nueva creación en un proceso en el que candidatos derrotados critican opacidad y en el que ella no ejerció un deber legal de abstención.
No obstante, De la Cueva no salió mal del consejo y fue importante el guiño de Solana. Cuando éste era ministro socialista y presidió en 1982 la toma de posesión de José María Calviño al frente de RTVE no pudo imaginar que tendría que salir en ayuda de su hija 40 años después. Solana tuvo la veteranía de plantear al final como conclusión un apoyo del consejo a De la Cueva, lo que era lo mismo que dárselo a Calviño.
La presidenta no lo incluyó en su intervención de cierre, pero le sirvió para dar después esta versión oficial de la reunión sin preguntar expresamente a, por ejemplo, Almeida qué le parecía: «El Consejo ha respaldado de forma unánime el proceso de selección y a su presidenta». Metía así también en el saco al mudo representante de Zarzuela que era evidente que no iba a salir a corregir al astuto Solana en plena reunión. Manrique de Lara podía haber ahorrado todo esto renunciando antes, pero esperó a la víspera navideña. Además dice que desiste porque prefiere ahora «otras ofertas profesionales». Es una renuncia arrogante como colofón a un feo intento con esta gran institución pública.
LA EFEMÉRIDE
Justo cuando se cumplían seis meses de la junta de accionistas de Indra, el presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, cerró por fin la investigación. La decisión unánime del consejo -incluido Mariano Bacigalupo, el marido de la vicepresidenta Teresa Ribera que no se abstuvo- es dar de cal y arena al Gobierno. Sobre todo es positiva para la Sepi, el brazo gubernamental, porque le libra de lanzar una OPA por burlar la ley con toma de control encubierta. Para ello, la CNMV deja claro que ha contribuido con su lentitud investigadora, porque en vez de cerrarla en semanas, dio tiempo a que Indra reincorporara independientes -cual delincuente que devuelve bienes hurtados- y por eso no ve prueba de vuelco en la toma de control. Pero Buenaventura añade una descalificación de la actuación de la Sepi y el aviso de que sigue vigilante en señal de que indulta sin ningún entusiasmo.
El personaje
El varapalo que propina la CNMV al presidente de Indra, Marc Murtra, es notable, porque le reprocha su colaboración en la expulsión de consejeros independientes con el brazo del Gobierno en la empresa, la Sepi, y sus aliados: «Ha quedado acreditado que los accionistas Sepi, SAPA y Amber [que dirige el presidente de Prisa] cooperaron para llevar a cabo los ceses con una participación activa del presidente de Indra». Y eso tiene derivadas. Por un lado, la CNMV deja claro que si Murtra tiene algún día poderes ejecutivos, reabrirá la causa, porque será síntoma de que hubo toma de control por parte de la Sepi sin lanzar OPA. Por otro, apunta a que es una ficción que Murtra no tenga condición oficial de representante de la Sepi en los consejos de Indra y Ebro Foods. El organismo supervisor no llega a ordenar recalificar a Murtra como consejero dominical, pero lo deja muy señalado.
Para seguir
La brusca revisión del Producto Interior Bruto del Instituto Nacional de Estadística vuelve a poner sobre la mesa que ese organismo público necesita explicar mejor lo que hace y cómo, pero supone que va a haber un buen dato de crecimiento económico en 2022. La economía española habrá rebotado afortunadamente por encima de la última previsión oficial del 4,4% -sin llegar al 7% inicial- y estaría al alcance recuperar en 2023 por fin el nivel prepandemia. Además, el propio presidente Pedro Sánchez recibió con lógico agrado en su despacho el artículo de The Economist que sitúa a España el cuarto de mejor crecimiento del año tras Grecia, Portugal e Irlanda. Eso y que España escapa por ahora a la recesión es alentador, pero sería engañoso bajar la guardia por la desaceleración de las últimas semanas, la débil entrada en 2023 y la aún dura inflación. La economía seguirá siendo tema electoral.
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