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Energía

La demanda de gas continúa aumentando y el sector teme un déficit de oferta de hasta el 22% para 2030

Europa reduce ligeramente su dependencia del hidrocarburo, pero sigue siendo clave para la descarbonización y Asia cada vez recurre más a él

Instalaciones de Nord Stream en Lubmin, Alemania.
Instalaciones de Nord Stream en Lubmin, Alemania.Hannibal HanschkeReuters
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A pesar de que tras la invasión de Ucrania gran parte del mundo -y especialmente, la Unión Europea- ha tratado de desengancharse del gas ruso, la demanda del hidrocarburo, independientemente de su procedencia, continúa aumentando a nivel global y a mayor ritmo que la oferta. Tanto, que la Unión Internacional del Gas (IGU) advierte de que si continúa esta tendencia, puede haber un déficit de oferta de hasta el 22% tan pronto como en 2030.

Según detalla la IGU, los mercados mundiales de gas se mantienen en un "frágil equilibrio" debido a un crecimiento "limitado" del suministro mientras que la demanda continúa creciendo de forma ininterrumpida (un 1,5% en 2023) que se espera que acelere en 2024 (un 2,1%). "Si la demanda continúa creciendo como en los últimos cuatro años sin desarrollo adicional de la producción, se espera un déficit del 22% de la oferta global para 2030", avisa la IGU en un comunicado. Además, apuntan que el déficit podría ser "más pronunciado" si la demanda es más fuerte.

Por mercados, el que más está aumentando su demanda es el asiático, que ya pasó del 24,1% del total en 2022 al 24,6% en 2023 y se prevé que termine 2024 en el 25,1%. Además, el hecho de que la demanda total se incremente interanualmente (de 3.992 millardos de metros cúbicos a 4.051 millardos y se espera que aumente de nuevo a 4.138 millardos este año) supone que Asia absorbe un porcentaje mayor de un número también más alto.

Europa, por su parte, ha reducido algo su interés en el gas, en gran parte como consecuencia de la dependencia de Rusia como proveedor. En este intervalo, el precio del gas fluctuó enormemente y contagió al mercado eléctrico, que vio cómo en muchas ocasiones se disparan también sus precios. Además, países como Alemania dependen mucho de las conexiones físicas que suponen los gasoductos, por lo que se vieron muy afectados por el sabotaje de Nord Stream y las sanciones a Rusia, que ahora solo puede enviar su gas natural a Europa por buque. España, con seis plantas regasificadoras, a las que habría que sumar El Musel -no conectado a la red nacional- se ha convertido en el principal reexportador de gas mundial.

"La demanda energética ha continuado aumentando en las regiones desarrolladas y en desarrollo", indica la organización. Lo cierto es que antes de la invasión de Ucrania el gas se veía como la alternativa verde a fuentes mucho más contaminantes como el carbón. De hecho, Alemania y, en menor medida, España -de ahí su potencial regasificador-, apostaron fuerte por esta tecnología, mientras que Francia optó por la nuclear, que, más allá de los problemas medioambientales que suponen sus residuos, también se considera libre de emisiones.

La IGU cree que "es también crucial subrayar la importancia de tecnologías bajas en CO2", como el biometano y el hidrógeno, así como la captura, almacenamiento y uso del carbono. Respecto a la producción de hidrógeno, apuntan que "si bien pequeña en escala, está preparada para un rápido crecimiento". España aspira a convertirse en uno de los hubs mundiales de este gas, que debería servir para almacenar la energía que generan las fuentes renovables para momentos en los que su intermitencia no permite recurrir a ellas.

El caso de España es, en cualquier caso, paradójico. Es cierto que el país ha reducido el uso del gas para su generación eléctrica, pero aún depende de las centrales de ciclo combinado cuando el sistema se tensiona. Ocurrió, sin ir más lejos, en un año en el que el gas fue tan protagonista como 2022: la ola de calor y los problemas en el parque nuclear francés hicieron que el gas, que asumió un 24,7% de la generación, fuese la primera fuente de producción de electricidad nacional. En lo que va de 2024 -a falta de meses con menos horas de luz, eso sí- la tendencia es muy distinta, con eólica (22,6%), nuclear (19,2%), solar fotovoltaica (18,2%) e hidráulica (14%) muy por encima del 11,1% del ciclo combinado.

De todos modos, eso no quiere decir que España ya no necesite el gas. De hecho, en lo que va de 2024 tan solo el 20,41% de la demanda del mercado de gas ha correspondido al sector eléctrico, si bien en los últimos años el porcentaje ha sido algo superior al terminar el año (en 2022 llegó al 37,87%). La mayoría del gas se destina a la demanda convencional, que es la que agrupa los consumos de hogares, comercios e industrias.