La sombra de sus contactos con Junts aún persigue al PP. Y amenaza con seguir haciéndolo en los próximos meses. Después de que Daniel Sirera, portavoz popular en Barcelona, corroborase que quedó con dos cargos cercanos a Carles Puigdemont -Albert Batet y Josep Rius- para escuchar sus reivindicaciones, el PP teme que ahora Junts comience un «chantaje continuo» contra ellos y vaya desgranando el contenido de las conversaciones que hayan podido tener los populares con los independentistas.
«Todo eso que se cuenta sobre las reuniones es verdad. Con Junts deberíamos tener pocos tratos y tenerlos fue un error», confiesa un presidente autonómico, que cree que su partido debe aprender la lección y cortar de raíz cualquier relación con los correligionarios de Puigdemont: «No hay camino con Junts, porque ese camino entra en contradicción con el electorado; hablar con Junts encabrona a nuestra gente». «Cuando te equivocas, hay que sacar la pata cuando antes. Hay que cambiar ya», añade este mismo barón.
«Las torpezas se pagan. Tú no puedes decir por la mañana que son interlocutores válidos y por la tarde, que los vas a ilegalizar. ¿En qué quedamos? ¿Son interlocutores válidos o golpistas?», se pregunta otro dirigente autonómico popular. «No hay ahora diálogo posible con Junts, eso es mentira», incide.
En Génova , sin embargo, le quitan hierro a la polémica, insisten en reducirlo todo a «un café» de Daniel Sirera y creen que la clave es que el PP no cedió a las exigencias de Junts y el PSOE sí: «Nosotros no hemos tragado con las reivindicaciones de Junts como Sánchez».
Preguntados por la ruptura total de relaciones con Junts, diversos dirigentes nacionales del partido rechazan dar eso por consumado. De hecho, en privado hay varios que creen que, una vez que se despeje la nube tóxica de la amnistía, el PP y Junts coincidirán en cuestiones económicas y Sánchez perderá su mayoría en algunas votaciones clave. Y que eso implicará conversaciones «normales y corrientes». De trámite.
Mientras tanto, en el PP de Cataluña hay enfado y una cierta sensación de desazón, porque su líder, Alejandro Fernández, ya advirtió de que no se debía hablar nada con Junts. «El problema de reunirse con estos sujetos es que ahora harán lo que quieran, filtrando a su antojo. Y lo harán incluso mintiendo. Cada vez que lancemos un mensaje nos encontraremos algo del contenido de las reuniones que tuvieron, sea verdad o no», apunta un dirigente del PP de Cataluña. «Ellos ahora van a usar esas reuniones. Ahora los de Junts van diciendo que tienen "pillados" a Pons y a Bendodo por el contenido de las reuniones que tuvieron», añade otro cargo del PPC.
En efecto, desde la formación independentista han trasladado que el de Sirera en agosto no fue el único contacto entre ambas formaciones, y aseguran que también hablaron en aquellos días con dos dirigentes nacionales populares: el vicesecretario general Esteban González Pons y el entonces coordinador general Elías Bendodo.
Hasta ahora, el PP se ha negado a confirmar eso. Preguntado por estos presuntos contactos, el portavoz parlamentario Miguel Tellado aseguró el miércoles que «los políticos a veces tomamos café con miembros de otros partidos, y eso hay que verlo con la normalidad que ello conlleva», pero que «cada uno es dueño de su agenda» y él desconoce «los encuentros casuales o formales que cualquier miembro del PP haya podido mantener». «Encuentros informales con diputados, concejales [de Junts]... pues probablemente ha habido y seguirá habiéndolos, como los hay en la cafetería del Congreso o de un ayuntamiento», añadió, en términos generales.
En todo caso, Junts amenaza con seguir tirando del hilo y contar qué les ofrecieron, presuntamente, los populares. En la reunión de Sirera con dos miembros de Junts, la formación de Puigdemont hizo saber sus tres condiciones para apoyar la investidura de Feijóo, como avanzó este diario: un impulso a las lenguas cooficiales en el Congreso, iniciar el camino de la amnistía y dar pasos hacia una consulta vinculante. El PP rechazó esos «recados».
El miércoles, La Vanguardia reveló que a Sirera lo acompañaba el consultor Xavier Domínguez y que los interlocutores de Junts fueron Albert Batet (presidente del Grupo Junts en el Parlament de Cataluña) y Josep Rius, portavoz del partido y persona de confianza de Puigdemont. Se reunieron en el Hotel Alma de Barcelona para abrir contactos.
En declaraciones a este diario, Sirera aseguró que no exploró ningún pacto: «No negocié nada, solo escuché. No he vuelto a hablar con ellos». Es decir, se limitó a hacer de intermediario de las peticiones de Junts, que trasladó de inmediato a la dirección nacional de su partido y que ésta rechazó «categóricamente».
Cuando reconoció sus encuentros con Junts, en septiembre, Sirera dijo que se limitaron a charlas informales en varios actos públicos. Ahora reconoce la reunión en Barcelona, pero le quita toda trascendencia: «Tomamos un agua en un hotel».
Ahora en el PP de Cataluña creen que Sirera «ha salido tocado», pero no lo culpan a él: «Lo han dejado a los pies de los caballos». «Para los duros es un traidor y para los blandos, el que rompió con Trias. Cuando haces mal las cosas, al final tiene un precio. Cuando sabes que el que tienes enfrente te va a vender... es mejor no hablar con él». «Los conocemos», zanja una alto cargo del PPC.