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La red de espías detrás de la muerte de los líderes de Hamas y Hizbulá: así infiltró Israel a sus topos en las cúpulas de las milicias chiíes

No hay rincón geográfico donde las unidades militares y los cabecillas de los grupos afines a Irán no se vean afectados por las filtraciones que ponen en peligro a sus altos mandos y a sus bases de operaciones

Una foto de Nasrala entre los escombros, tras los bombardeos de anoche sobre Beirut contra la nueva cúpula de Hizbulá.
Una foto de Nasrala entre los escombros, tras los bombardeos de anoche sobre Beirut contra la nueva cúpula de Hizbulá.WAEL HAMZEHEFE
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Últimos días de julio, últimos días de existencia de Ismail Haniyeh y Fuad Shukr. El primero, el líder de Hamas en el exilio, el segundo, el líder militar de Hizbulá. Los israelíes los mataron selectivamente, primero a uno y luego a otro. El palestino en Teherán, destrozado por una explosión en un complejo considerado seguro. El segundo, por un ataque con misiles en Dahieh, un barrio de Beirut bastión del movimiento libanés.

Ambos asesinatos supusieron duros golpes, revelando las primeras brechas de seguridad en la cúpula del 'Eje chiita'. Los iraníes empiezan a preocuparse, la infiltración que han sufrido es evidente, reaccionan y el 18 de agosto afirman haber neutralizado a los espías del Mossad "en 28 países". Es sólo la última de una docena de anuncios similares desde principios de año, con "agentes enemigos capturados y ejecutados". La lista de detenidos incluye kurdos, árabes de Kuzestán, probablemente baluchíes, y agentes que actuaban en la frontera con Afganistán.

Con estos anuncios Irán pretendía tranquilizar a sus círculos sobre las contramedidas adoptadas tras los asesinatos de los altos mandos de las milicias, pero luego se han visto sorprendidos por varias operaciones quirúrgicas nacidas de información sensible recabada por agentes infiltrados. La más simbólica, el asesinato de Hasan Nasrala, líder de Hizbulá. No hay rincón geográfico donde las unidades militares y los cabecillas de los mulás no se vean afectados por las filtraciones.

Esto no significa que anteriormente hubieran sido inmunes a las misiones encubiertas realizadas por el Mossad. Los primeros episodios datan del año 2001, pero es a partir de 2010 cuando la frecuencia aumenta hasta llegar a la 'sangría' actual. Los israelíes reclutaron topos en las jerarquías y convencieron a funcionarios y técnicos para que cooperaran con ellos. Una extensa red que permitió robar archivos atómicos iraníes en 2018 o sabotear numerosos emplazamientos estratégicos.

Cuando no ha podido utilizar fuentes humanas, Israel ha recurrido a los hackeos cibernéticos y a las empresas fantasma, que han vendido tecnología defectuosa o con explosivos (así fue como llegaron hasta los miembros de Hizbulá los 'buscas' que explotaron simultáneamente el mes pasado). Pero este fue sólo el primer nivel de la infiltración. La decapitación de Hizbulá representa un salto, posible gracias a los traidores que permanecieron en la sombra.

Fueron los propios iraníes quienes confirmaron las sospechas expresadas por muchos. Y es que la ruptura de la lealtad probablemente se produce entre los pasdaran (los miembros de la Guardia Revolucionaria iraní) que tenían estrechas relaciones con miembros de Hizbulá, o tal vez de la División Quds iraní (un aparato militar que ayuda a las milicias chiíes en Oriente Próximo y "gestiona" las acciones clandestinas), que realizaron numerosos viajes a Beirut, al valle de la Bekaa (este del Líbano) y a las bases en territorio sirio. Por ello, decenas de ellos han sido puestos bajo investigación.

Para saber más

Los 'cazadores de espías' han comprobado cuentas bancarias, estilos de vida, movimientos familiares al extranjero o pasos anómalos. Mientras tanto, han aumentado la protección en torno al ayatolá Jamenei y confiaron parte de la investigación sobre los buscapersonas explosivos a Nabil Kaouk, quien, sin embargo, ha durado poco tiempo al frente de las pesquisas. Los israelíes lo liquidaron este fin de semana, antes de que pudiera redactar un informe.

Presa del pánico, Teherán envió un mensaje alertando a Nasrala, confiándolo a un mensajero 'seguro', el general pasdaran Nilforoushan. Sin embargo, fue como si la inteligencia israelí hubiera visto y oído lo que solo un pequeño grupo de hombres sabía. El sábado, Nasrala moría en ataque aéreo en Beirut.

La búsqueda de infiltrados lleva tiempo y los mulás no tienen demasiado. Además es una misión compleja porque tienen que mirar hasta en lo más hondo de sus organizaciones, incluidos altos cargos. Lidiando, además, con pistas falsas y obstaculizados por controversias internas.

Y todos sus miembros también deben tener cuidado con las herramientas que utilizan. Los teléfonos fijos, los teléfonos móviles y las radios se han vuelto muy peligrosos, ahora son las posibles armas del 'Pequeño y Gran Satán', es decir, Israel y Estados Unidos. "El enemigo te escucha" ya no es sólo un eslogan. El Financial Times plantea incluso la hipótesis de que el Mossad haya construido un mapa gigante de las infraestructuras de las milicias monitoreando, con la ayuda de la tecnología, a las fuerzas de Hizbulá enviadas a luchar a Siria.

Cuarteles, casas, o bases utilizadas por los milicianos fueron monitoreados día tras día, constatando incluso mínimos cambios en edificaciones y traslados. Una copia de lo que hicieron los americanos con los rebeldes iraquíes, el 'programa secreto' revelado por Bob Woodward.

El gobierno libanés ofreció su interpretación sobre la muerte de Nasrala. Según ellos, hubo acuerdo para una tregua y Nasrala confió en salir a una cumbre con sus colaboradores pero lo engañaron. Puede ser una explicación, pero ciertamente no disipa los temores de los ayatolás. También porque, a pesar de la alerta general, Israel siguió rastreando con eficacia y localizando los objetivos, como lo demuestra el ataque de anoche, lanzado contra un edificio que albergaba una reunión con la posible presencia del nuevo líder de Hizbulá, Hashem Saffiedine.