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El príncipe Harry, el hijo díscolo del rey Carlos III de Inglaterra, ha visitado por sorpresa Ucrania. Se desplazó el jueves, tal como se ha sabido ahora, hasta la ciudad de Leópolis, donde visitó el Centro Superhumans, una clínica ortopédica que trata y rehabilita a militares y civiles heridos, para observar los servicios de primera clase que se ofrecen en un país en plena guerra, tal como informa AP. El centro ofrece prótesis, cirugía reconstructiva y ayuda psicológica gratuita a los pacientes a los que atiende. Leópolis es una ciudad que ha recibido estos años numerosos ataques de misiles y drones rusos.
Harry no ha pisado territorio ucraniano como representante de la Corona -cabe recordar que desde 2020 no es miembro en activo de la familia real británica, tal como estableció su abuela, la reina Isabel II, por las exigencias del príncipe del todo incompatibles con la institución-, sino que lo ha hecho como cabeza de la Fundación Invictus Games, organización en la que está especialmente volcado desde que la fundó, en 2014, para veteranos del ejército enfermos o heridos de los cinco continentes. El duque de Sussex ha descrito en alguna ocasión el evento deportivo internacional "no sólo como una competición", sino "como una forma de vida" y "una celebración del espíritu humano".
Harry estuvo acompañado durante su visita a la ciudad situada en el oeste de Ucrania por una delegación de la Fundación Invictus Games, incluidos cuatro veteranos que han pasado por experiencias de rehabilitación similares a las de los heridos atendidos en el mencionado centro. La visita del príncipe no se ha conocido hasta que ya ha abandonado el país invadido por Rusia.
El segundo hijo de Carlos III había comenzado la semana en Londres, donde está inmerso en un proceso judicial para apelar la decisión del Gobierno británico de despojarlo de su protección financiada por el Estado desde que quedó al margen de la Corona y se trasladó con su familia a vivir a California (EEUU). Además de este asunto en los tribunales, Harry ha protagonizado en las últimas semanas otra polémica relacionado con otra de sus fundaciones. Y es que hace 15 días se conoció su retirada de Sentebale, la organización que creó junto al príncipe Seeiso de Lesoto para ayudar a los niños con VIH el en sur de África.
Era, junto con los Juegos Invictus, el otro gran pilar de su labor filantrópica. Tras 19 años, Harry optó por dejar de capitanear Senteable en solidaridad con su otro fundador y con el equipo directivo después de que "la relación entre los administradores de la organización benéfica y la presidenta del Consejo se rompiera sin posibilidad de reconciliación, creando una situación insostenible", según el comunicado que difundió el príncipe. La presidenta de Sentebale tachó, sin embargo, el anuncio de dimisión de Harry de "intimidación" y denunció que su "marca personal" se ha vuelto "tóxica". Sophie Chandauka, la presidenta del consejo desde julio de 2023, abogada y emprendedora zimbabuense, describió su papel en la organización ahora en el disparadero como la acción de una "orgullosa africana" que "se atrevió a denunciar problemas de mala gobernanza, gestión ejecutiva deficiente, abuso de poder, acoso, intimidación, misoginia, misogynoir (aversión a la mujer negra) y encubrimiento".
Su viaje relámpago a Ucrania ha servido a Harry para volver a demostrar su gran querencia por el universo militar. El también hijo de la malograda Diana de Gales comenzó su carrera en el ejército a los 20 años, con el ingresó en la Real Academia Militar de Sandhurst como cadete oficial de Gales. Sirvió en las fuerzas armadas británicas durante más de 10 años. Y llegó a estar destinado en misiones tan duras y complejas como la de la coalición internacional contra los talibán en Afganistán, de donde el Gobierno británico se vio obligado a evacuarlo cuando la Inteligencia alertó de que corría un más que serio peligro. En sus polémicas memorias, En la sombra, reveló por primera vez que mató a 25 combatientes enemigos en Afganistán, algo que habría tenido lugar en las dos ocasiones en las que fue desplegado en la región de Helmand. "No es una estadística que me llene de orgullo pero tampoco me avergüenza", escribe en su autobiografía.
Una de las cosas que peor llevó, de hecho, cuando fue apartado de la Casa Real fue ser despojado de sus honores y patrocinios militares. Tras la muerte de Isabel II, participó en el cortejo fúnebre que acompañó el féretro de la monarca desde Buckingham hasta la Abadía de Westminster, pero, como su tío el príncipe Andrés, no pudo vestir el uniforme militar. Un distintivo que reservaron únicamente para miembros de la Firma.
Con posterioridad, su padre, el ya rey Carlos III, sí le autorizó a usar uniforme para participar en la llamada vigilia de los príncipes en Westminster. Pero Harry tuvo que conformarse con que de su atuendo militar, a diferencia del de los demás Windsor, se hubieran retirado las iniciales de la reina "ER", Elizabeth Regina, en los hombros. Un detalle simbólico pero que volvía a dejar bien claro que el hijo díscolo ya no es un miembro de la Casa.
El príncipe Harry no es, en todo caso, el primer miembro de la dinastía Windsor que visita Ucrania desde que comenzó la guerra. En mayo de 2024, Sofía de Edimburgo -la mujer del príncipe Eduardo, hermano menor del rey-, realizó un viaje sorpresa al país, donde tuvo ocasión de desarrollar su trabajo en la concienciación sobre la violencia sexual durante tiempos de guerra. La duquesa viajó a petición del Ministerio de Asuntos Exteriores, Desarrollo y Commonwealth del Reino Unido. Entonces, la cuñada de Carlos III se reunió con el presidente Volodimir Zelenski y con su esposa, Olena Zelenska, y, entre otros actos programados en aquellas jornadas tan conmovedoras, visitó a la iglesia de St. Andrews en Bucha, donde encendió una vela en honor a las víctimas de la guerra.