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La fascinación goteante por Parthenope, la nueva musa de Sorrentino: "Solo tengo ojos y oídos para esta mujer. Embriaga"

LOC desmenuza su aparición con Díaz-Yanes, Luis Martínez, Carlos Boyero, Luna Miguel, Albert Boadella, Oti Rodríguez Marchante, Rubén Amón o Rosa Belmonte. "Hacía tiempo que no veía tal concentración de misterio, clase y hermosura"

La actriz en la semana de la moda de París, con un conjunto de Yves Saint Lauren.
La actriz en la semana de la moda de París, con un conjunto de Yves Saint Lauren.JB LACROIX
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"Parthenope es como Jep Gambardella, pero al revés. Por ella pasa Nápoles como pasaba Roma por el personaje de Toni Servillo en La gran belleza. Ella es independiente, comprometida y enferma de un mundo en el que el alma se alimenta de la carne y viceversa", escribió Luis Martínez, el crítico de cine de este periódico, sobre el personaje representado por Celeste dalla Porta, la actriz italiana que ha removido, como escribiría Juan Abreu, algunas carnes.

Las salas comerciales han empezado a llenarse de hombres sentados a la fresca de Parthenope, que miran a Celeste como a una hormigonera: en las dos funciona una mecánica exótica y adictiva. La última película de Sorrentino es la primera de Celeste dalla Porta, la mujer configurada por unos tobillos finos, esa lotería de la evolución que hace de nuestra especie la única especie conocida que se fija en los tobillos. O en las muñecas. O en los codos. O en los dedos. Celeste dalla Porta es un poco obvia -todas sus aristas están alineadas- como las cosas bien hechas.

Celeste tiene 27 años. Nació en Milán. Es modelo. Conocía la fama de oídas y ahora que la tiene cerca dice en sus primeras entrevistas estar asustada y emocionada, como se emocionarían y se asustarían algunos -y algunas- que ya la consideran una musa, al modo de las musas clásicas del cine, una actriz como un sol, a la que poner a orbitar una filmografía, si la tuvieran cerca.

JB LACROIX

Parthenope ha obligado a los espectadores a practicar el voyeurismo sobre esta mujer que era un secreto. Puede que sea el último truco de Sorrentino. En un juego de prestidigitador distrae con su elegida del exceso de Sorrentino. "¿Musa? Es su primera película", señala nuestro Luis Martínez.

Celeste dalla Porta, sin embargo, contrajo el compromiso de establecer un legado con otros especialistas. Parthenope puede ser el inicio de una hermosa amistad con la cámara. "Destila belleza, estilo, sensualidad", considera Carlos Boyero, crítico en El País. "Sorrentino la retrata de cerca, de lejos, la tía es un imán. El cine se trata de poder mirar. Me quedé embriagado. Aquí solo tengo ojos y oídos para esta mujer. Estás flotando en la película. Es algo llamado hipnosis. Las musas lo son porque tienen algo que hace imposible olvidarte de su cara, de su actitud. No te permite mirar a otro sitio. Hacía tiempo que no veía tal concentración de misterio, clase y hermosura".

"No necesita que la miremos"

Celeste dalla Porta se le quedó incrustada a Luna Miguel. "Esta musa nos atrapa por su soledad y desdén. No necesita que la miremos y por eso la miramos", explica la poeta. "Sorrentino cosifica cualquier cosa. Te resulta atractivo todo si te lo cuenta él, hasta Dios. Lo lleva hasta tal extremo que no la ves desnuda. Es más erótico el bikini colgado en la silla que ella con él puesto".

La adquisición de la consideración de musa, la categoría reina de las actrices, está llena de intangibles. De hecho, no es objetivo. "Para ser una musa la actriz debe tener una singularidad. No vale solo una belleza oxigenada, de grandes delanteras o ancas", señala el dramaturgo Albert Boadella. "Mi musa era Audrey Hepburn". Boadella no ha visto Parthenope, pero sabe que lo importante es el magnetismo. "Tiene que ver más con la actuación. Las mujeres-musas deben tener una característica insólita", considera.

En una de las fotos de su cuenta de Instagram Celeste dalla Porta aparece fumando. Sujeta una copa de vino. La foto está tomada con velocidad, como si alguien hubiera reparado en ella mientras acudía a apagar un incendio, a salvar de ser atropellado a un cachorro de teckel o al funeral de su madre y no pudo evitar sacar el móvil, situarlo a la distancia de su cara y pulsar el botón. Es un soplo de mujer. "En la película aparece Nápoles y luego esta señora, guapa, inteligente. Es mona, muy atractiva, pero no es Ava Gardner, Maureen O'Hara o Greta Garbo", trata de frenar el entusiasmo la articulista y tertuliana Rosa Belmonte. "Además, es muy joven. A partir de los 40 es cuando se ve si una mujer es guapa o no. No me deslumbró como lo hizo Ana Galiana en El marido de la peluquera. No me subyuga como Stefania Sandrelli con 67 años. ¿Sabes quién me flipa? Melania Trump. La miraría a todas horas".

El mito de la musa no convence a Lorena G. Maldonado. "La musa me parece un concepto obsoleto propio de tipos mediocres y sin ideas que han usado a las mujeres para exprimirlas creativamente. La musa, en el fondo, no ha ejercido un tintineo que el escritor o el cineasta atrapa en el aire, coloca sobre la mesa y construye: la musa ha sido plagiada. A la musa, en todo caso, habrá que pagarle los derechos. Van tarde. Les va a salir carísima esta cuenta", explica.

La realidad parece más sencilla. El cineasta que escribe a una musa en potencia ya la ha nombrado musa en privado. Antes de que sea una inspiración espiritual o carnal para el resto, los directores ya la han gastado de pensarla. "Cuando hice Nadie hablará escribí el guion pensando en Victoria Abril", comenta Agustín Díaz Yanes, que está a punto de estrenar película. "Victoria Abril tenía algo diferente. Imantaba en el rodaje. Rodar con ella fue especial. La película es ella. Le da otra dimensión".

El proceso es parecido para Albert Serra. "Se convierte en una obsesión mientras escribes el personaje. La persona para la que piensas el personaje es una presencia que no te abandona. Mientras la escribes, la imaginas. Quieres estar cerca de esa persona. Es como una manera de estar enamorado sin estarlo. Es una ficción del amor", explica la relación el ganador del festival de San Sebastián. "Sorrentino es el que debe decidir si es o no una musa. A mí, en concreto, no me fascina. Es demasiado obvio, fácil, llega a rozar lo vulgar. Es muy italiano, tanto que se pasan de frenada". A veces las musas no eligen a los directores. "Escribí un guión pensando en Kristen Steward [Spencer], pero no aceptó".

"Es ambigua. Guapa, sin ser un bellezón"

Celeste dalla Porta no ha convencido a María José Solano, codirectora de la editorial Zenda. "Una musa es la Sofía Loren de Negulesco saliendo del mar. O la Sandrelli de Pietrangeli", ataja. Solano acaba de volver de Nápoles. Tiene todo muy reciente. "Crear a una musa es complicado, sobre todo si la asfixias", reprocha a Sorrentino. "Una musa es una mujer que lleva bajo la piel la tríada que nos explica como Humanidad: el sexo, la muerte y Dios. Pero cuando para explicar eso recurres al exorno, ya no es musa sino una actriz disfrazada".

La mirada de Sorrentino sobre Celeste dalla Porta ya es un adjetivo: la está llamando guapa. "La gran duda que despierta es si tendrá vida profesional más allá de Sorrentino", añade Rubén Amón. "Es ambigua. Guapa, sin ser un bellezón. Carismática y oscura y misteriosa. Magnética. Es ambigua, como la ciudad de Nápoles. Es sensual, pero no enseña. Sorrentino ha hecho con ella como Simeone con algunas futbolistas. Los lleva a algunos lugares que no sabían que existían".

Oti Rodríguez Marchante, crítico de cine de ABC, también tiene algo que decir sobre la relevación de Parthenope. "Reúne las características para ser considerada una musa. Es buena actriz y espectacular. Sorrentino habla de la mujer en general a través de ella. Rebosa todo lo que quiere contar", cuenta Oti. "La película no me emociona, con ella dentro, sí. Podremos juzgarla más a adelante. Arroja gracia, chispa. A ver qué pasa cuándo madure. Lo mismo hace una película policiaca y vestida de policía no dice tanto", bromea.

Sorrentino observa a Celeste dalla Porta durante el rodaje de Parthenope
Sorrentino observa a Celeste dalla Porta durante el rodaje de Parthenope

La sirena del golfo de Nápoles

Celeste dalla Porta viene de una familia de artistas. Al menos su abuelo fue el fotógrafo Ugo Mulas, considerado "importante", por 'La Repubblica', el periódico italiano. Celeste ha estudiado danza "y ha actuado en el teatro a las órdenes de Julie Stanzark", coreógrafa y bailarina alemana del Tanztheater di Wuppertal. Entre 2019 y 2021 Celeste estudió en el Centro Experimental de Cinematografía y ha participado, antes de ser seleccionada por Sorrentino, en tres cortometrajes. Para Sorrentino encarna "la épica femenina sin heroísmos", añade el mismo medio italiano. Según una web especializada en cine del país transalpino, "no se sabe mucho de la vida personal de Celeste. Por el momento no se le atribuye ninguna relación sentimental. Parece que Celeste prefiere mantener un perfil bajo en cuanto a su vida privada.