Poco antes del estreno del clásico de Hitchcock 39 escalones (1935), la actriz Madeleine Carroll visitó por primera vez la Costa Brava. Lo hizo como invitada del militar zarista Nicolai Woevodsky -ahijado del zar Nicolás II- y la aristócrata británica Dorothy Webster, "los rusos de Cap Roig", quienes diseñaron y construyeron el castillo de Cap Roig en Calella de Palafrugell. En el primer tercio del siglo XX, la Costa Brava era un territorio virgen que pronto llamaría la atención de artistas y millonarios de la jet set internacional.
La actriz británica quedó extasiada por el paisaje. Considerada como la primera actriz británica en conseguir un contrato millonario en Hollywood (250.000 dólares por filme) invirtió parte de sus ganancias en la compra de una finca en el pinar de Treumal en Calonge, donde mandó edificar una construcción bautizada como el castillo Madeleine. Su rasgo distintivo fue una torre de planta circular que aún se conserva después de que el edificio se demoliera a mediados de los 70 para crear la urbanización Castell Madeleine, donde el precio medio de las casas es de 1,5 millones de euros. En la aventura de la compraventa le acompañó su primer marido, el aristócrata Philip Reginald Astley.
Madeleine Carroll, filóloga de formación, fue una de las primeras rubias fetiche del mago del suspense, ya que en 1936 protagonizó Agente secreto. Lamentablemente, el final de la Guerra Civil y el estallido de la II Guerra Mundial le impidió disfrutar de su fortaleza española, ya que durante la contienda decidió alistarse en la Cruz Roja para ayudar a los heridos. Incluso llegó a crear un orfanato para acoger a niños huérfanos de la contienda en su castillo francés de Saudreville, en Villeconin, a 60 kilómetros al sureste de París.
Por diferentes motivos, Carroll decidió mudarse a Marbella en 1949 donde residió en una mansión en la urbanización El Madroñal, que linda con La Zagaleta, que en los años 80 fue la fastuosa finca La Baraka de Adnan Khashoggi. En la década de los 50, el castillo Madeleine fue alquilado al destronado rey Umberto II de Italia y, finalmente, en 1969 la actriz británica decidió venderlo.
Durante su estancia en España estuvo tentada por el cine patrio. En concreto, Franco deseaba que protagonizara Reina Santa donde encarnaría a Isabel de Portugal, pero la actriz declinó cualquier tipo de vinculación con el fascismo porque sabía el alto precio que tendría que pagar. Las últimas décadas de su vida las dedicó a ayudar a los más necesitados.
El testamento
La vida personal de Madeleine fue bastante triste. Su hermana falleció durante la guerra, se casó en cuatro ocasiones -con el aristócrata Philip Astley, el actor Sterling Hayden, el productor y director Henri Lavorel y Andrew Heiskell, editor de Time- y su única hija, Anne Madeleine, fruto de su última relación, falleció en 1983. Desde la década de los 70, la actriz británica intimó con Anna Ponsatí, la hija de un humilde colchonero de Calonge que fue su asistenta y se convirtió en la única beneficiaria del testamento de Carroll cuando falleció en Marbella en 1987 a los 81 años.
Cuando Ponsatí falleció dejó el legado de su amiga en manos de su sobrino que subastó algunos de los objetos más importantes como el retrato que le realizó el pintor de la realeza Philip de László. Hace unos años, el Museu del Cinema de Girona adquirió más de 400 fotografías y 748 cartas y telegramas, entre otros documentos, que habían pertenecido a la estrella hollywoodiense. Noventa años después del estreno de 39 escalones, la figura de Madeleine Carroll vuelve a la actualidad.