Para ilustrar el Jornal de hoy hemos plagiado un retrato de Diderot por Louis-Michel van Loo. En nuestra versión, el diarista introduce la papeleta en la ranura del culogordismo europeo (ya comprendemos que Abreu no piensa en un culo así cuando habla de culogordismo, pero nuestra sensibilidad nos impide reproducir esa clase de culos). Qué gran fracaso. El ideal ilustrado cediendo ante la amenaza del tirano, ¡y por la vía democrática! En efecto, tan culpables son los millones de rusos que votan al asesino como los millones de europeos que votan deserción (así puede cantarles el desertor ucraniano: S'il faut donner du sang / Allez donner le vôtre / Vous êtes bon apôtre / Monsieur le citoyen). Nadie culpe a los líderes democráticos: el gobernante no puede obligar a los ciudadanos a hacer lo correcto.
Ahora bien, es obligación del gobernante reconocer ante los ciudadanos qué es lo correcto. Debe poner al ciudadano ante el espejo. Veremos entonces la respuesta.
(Terminado el domingo dieciséis de febrero, tarde, celebrando que pronto habrá un Yira yira en inglés, Rolling rolling, entusiasmado con la idea de oír a Santos y al diarista departiendo en la lengua de Shakespeare, y el día de mañana quién sabe, en esperanto, en volapuk, en andalú, en nadsat y aun en gallego; y recordando aquel vallenato woke.)