- Jorge Cremades "La gente ve una serie de un tío que asesina a muchas personas y no pasa nada, pero en el humor hay límites"
- Alba Flores "Mi padre murió hace 30 años y no hay semana que no me pare alguien por la calle para hablarme de él"
- El mes que viene estrena 'El Casoplón'.
- Un matrimonio de currelas, de Vallecas, que tienen tres hijos pequeños y en pleno verano se quedan sin aire acondicionado en su pequeño piso, la madre no para de currar vendiendo cremas, el padre es jardinero y le ponen a cuidar un casoplón en La Moraleja. Deciden acoplarse ahí hasta el punto de creer que la casa es suya. Hay un gran contraste entre la vida en el piso de Vallecas de 40 metros y el casoplón.
- Es la realidad española y el sueño español, pasar de un piso pequeño a una casa grande.
- Totalmente. Piso pequeño, tres hijos, sin aire, con Madrid a 45 grados... Es un drama absoluto y real. Y la película se ha convertido un poco en una comedia social sin que lo pretendiera de origen.
- ¿Ha vivido así en algún momento de su vida?
- He vivido en habitaciones compartidas, en pisos que no tenían salón... No sé si habré hecho 12 mudanzas. O sea, era pobre, no tenía un duro y me buscaba la vida. Tenía la ayuda de mis padres con la habitación, me decían que así al menos no dormía en la calle. Entonces, en esas circunstancias me adapté a todo tipo de pisos y lugares. Bajos sin luz, seis habitaciones con un baño compartido, mucho ruido, mucha gente de todo el mundo... He vivido todo eso y me ha ido bien, me ha espabilado y me ha hecho buscarme la vida. No he pasado grandes penurias económicas porque no se me han caído los anillos para trabajar de lo que sea, aunque no me apeteciera. Vestirte de romano en un centro comercial a 45 grados, hacer animaciones de camarero torpe, hacer de gigoló sin terminar de desnudarme...
- Ahora que vive en el éxito, ¿cuánto le queda de currante?
- Todo, no he perdido nada de currela. El no preocuparte diariamente de lo económico te da tranquilidad, porque el pensar en comer y ver que no tienes te pone en otro lugar, claramente. Pero sigo siendo muy currela, muy de calle. He cambiado poco, no me he comprado cochazos ni camisas caras, tampoco 'superpelucos'... Lo único que he hecho es vivir en una casa mejor y viajar más. No necesito demostrar, tengo poco apego a lo material.
- ¿Ha necesitado de algo que le ponga los pies en el suelo?
- Creo que no, y no quiero fliparme, pero es verdad. Tengo la sensación de que yo generé un carácter en Albacete, cuando estudié Educación Física y cuando estaba con la gente de mi tierra y mi familia, que ya era un carácter duro en el que todo esto no lo veía. Esa forma de ser vino conmigo a Madrid. Los focos no me volvieron loco. Era muy consciente de quién era, mi personalidad estaba forjadísima. Hay peña que llega, le va medio bien y ya se pone en otro lugar, eso me parece joderse la vida.
- Usted que lo vive cada día, que hace comedia española, que tiene éxito... ¿Nota los prejuicios que hay sobre el cine español?
- Creo que el cine en general está un poco herido de muerte. Es complicado que alguien haga algo original y que destaque sin una gran plataforma detrás. Y las plataformas te exigen hacer lo mismo. Un poquito de comida rápida... Y es muy difícil dar con un buen guion. Y en cuanto a los prejuicios sobre el cine español, creo que no le ha beneficiado que se haya politizado absolutamente. Da la sensación de que hay una parte de la sociedad a la que le corresponde la cultura del cine y otra a la que no. Eso es una mierda y no tiene sentido. Los personajes de las películas son de todos los lados y colores, y cuando el espectador lo politiza, se jode. Y creo que hay una vertiente joven que a lo mejor considera que el cine es una cosa menor que no interesa a un país. Es algo que habría que sanar.
- ¿Le ha costado más a usted hacer drama o a los directores contratarle para hacer drama?
- A los directores, claramente (risas). No hay manera, y me encanta el drama. Pero cuesta mucho que alguien vaya un poco a la contra de lo que se espera de ti. Y yo he pasado momentos muy malos con esa situación, de verme capaz de hacer otras cosas y... qué pena. Y a veces te dan comedia y te dan prácticamente lo mismo. Algunos personajes no son Amador Rivas porque les he quitado un par de cosas, pero es muy difícil salir de eso. Aunque me considero un privilegiado porque no paro de trabajar.
- ¿Qué tal se lleva con Amador Rivas?
- Increíble, muy muy bien. Yo sigo en la serie porque Amador me divierte muchísimo. Hago lo que me da la gana. Podría jugar en mi contra llevar tanto tiempo, pero por otro lado... ¿Quién ha hecho un personaje durante tanto tiempo?
- Si le llaman Amador antes que Pablo...
- Le reviento (risas). Pero cada vez pasa menos.
- La gente está loca con Amador desde hace años. Debe ser uno de los efectos más gordos que hay en el país ahora mismo.
- Tío, que yo salgo a cenar muchas veces, me quedo callado y al rato la gente puede empezar... "¡Aparcao!", "¡Merengue, merengue!", "¡Ay, la Cuqui!"... Yo callado y la gente muerta de risa. Es surrealista, pero muy divertido.
- Usted iba para profesor de Educación Física hasta que le llamó Ernesto Sevilla. ¿Ernesto le salva la vida o se la jode?
- No sé si me la salva, pero me la hace más feliz. Estaba en Educación Física porque se me daba bien el deporte, estaba al lado de casa y lo cogí, pero encontrar tu vocación es la cosa que más feliz te puede hacer.
- ¿No sabía que quería ser actor?
- No, no lo sabía. Había hecho alguna cosa en el colegio, pero nunca le di importancia. Hasta que me llamó Ernesto para hacer un corto. Flipé. Pasó el verano, le salió lo de Paramount y me fui a Madrid. Y menos mal porque joder, estoy donde tengo que estar. Cuando empecé a estudiar interpretación se me abrieron todos los chakras. Me di cuenta de que estaba apagado, que no iba mejor en lo que hacía porque nada me motivaba. Estudiaba a última hora y no daba guerra.
La última...
P.- ¿Cuál es la pregunta más impertinente que le han hecho?
R.- La pregunta más impertinente que me han hecho es '¿Y tú a quién votas?'.