"No supe que quería ser periodista hasta que lo fui, y desde entonces ya no quise ser otra cosa".
Carlos Quílez (Moncada y Reixach, 1966) asume como suya esta frase de la periodista argentina Leila Guerriero para expresar su pasión por una profesión que descubrió a los 15 años cuando montaba la primera emisora pirata de su pueblo. Dedicarse a la crónica negra, sin embargo, fue algo que sucedió por "pura casualidad". Era 1990, y Quílez, un chaval "imberbe" como "un becario adelantadillo", trabajaba en los servicios informativos de la Cadena Ser en Barcelona. "De repente, surgió una vacante en la sección de Tribunales, y la dirección confió en mí para el puesto", explica en conversación telefónica con este diario. "Yo entré allí sin más información que mi osadía y mi valentía, pero enseguida descubrí que en este mundo del crimen y la delincuencia se esconde lo poco que queda de periodismo romántico en este país".
Ese romanticismo perdido al que se refiere reside en la veracidad del periodismo de antaño, el periodismo de calle, "el del gacetillero que tiene una agenda, trabaja 12 horas y trasnocha para ver a una fuente", y no en el "periodismo tutelado por los gabinetes de comunicación". Apasionado de los sucesos, en sus 35 años de carrera, Quílez ha asistido a más de 400 juicios, presenciado más de una docena de atentados terroristas y entrevistando a violadores, narcotraficantes y asesinos en busca y captura. Ahora vuelca toda esta experiencia, junto con la de Cruz Morcillo y Bea Osa, cada miércoles en #CASO, la nueva serie documental true crime de laSexta.
¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? Tres preguntas clásicas que todo reportero se plantea al comenzar a investigar un caso son las mismas que el programa utiliza como punto de partida en cada uno de los seis episodios, que arrojan luz sobre algunas de las historias más sobrecogedoras de la crónica negra española. La docuserie, cuya dirección corre a cargo de José Ángel Montiel, se detiene en investigaciones llevadas a cabo en los últimos 30 años: la primera, en 1992 y la más cercana en el tiempo en 2017. Y son los tres colaboradores de Y ahora Sonsoles, Quílez, Morcillo y Osa, quienes enhebran el relato contrastado, apoyados por la participación de los propios investigadores de los casos.
Pero, ¿cómo deciden qué casos exponer? "Llevo 35 años informando sobre sucesos, Cruz Morcillo otros tanto y Bea Osa, veintitantos. Lo que quiero decir es que somos veteranos en el mundo del crimen y hemos sido testigos de la cantidad ingente de historias apasionantes y singulares que tiene, ya sea por escabrosas, duras, aleccionadoras, simpáticas o tristes", explica el periodista y escritor catalán. "Una cantidad ingente que, paradójicamente, la mayoría de los aficionados del true crime no conoce", apunta. Por eso, el equipo del programa ha querido seleccionar "casos muy singulares que tuvieran un elemento extraordinario, pero que no fueran casos estrictamente mediáticos, como el caso Asunta, el caso de la Guardia Urbana o el crimen de Pioz". Es decir, de sucesos tan mediáticos que ya resulta difícil aportar algo nuevo o distinto. De esta manera, con estos casos, que tardaron 10 meses en elegir y preparar, se aseguran "mantener el factor sorpresa para los telespectadores".
Y lo han conseguido: en su debut el pasado 18 de septiembre, #CASO se convirtió en el segundo mejor estreno del año en laSexta, cautivando a más de un millón de espectadores únicos, con una media de 698.000, y alcanzando un 7,5% de share con el impactante caso de Mercedes Lázaro. "Desde que empezamos a trabajar en el proyecto, sentía que estábamos haciendo algo de verdadera calidad y la audiencia nos lo ha reconocido", afirma Quílez. "Los datos confirman que la gran mayoría de los espectadores que vieron el primer caso, lo vieron entero", matiza. "Quedaron totalmente seducidos por la historia".
Este primer episodio, titulado La base, analizaba el caso de la joven de 25 años que apareció estrangulada en el garaje de su casa en Zaragoza el 5 de marzo de 1992. Un crimen conocido que, sin embargo, quedó enterrado en el tiempo, hasta dos décadas más tarde, cuando un juez descubrió que podría estar conectado con otro asesinato perpetrado en la misma ciudad tan solo 42 días después. Al probarse que se trataba del mismo autor, se reveló la existencia de un asesino en serie vinculado a la base militar norteamericana. De ahí, el nombre del capítulo.
La elección del título de la serie, #CASO, tampoco es casual. "Consideramos que 'caso' es una palabra extraordinariamente evocadora", explica Quílez. "Primero, porque la Policía habla del 'caso de tal', el 'caso de cual' y los casos no resueltos; y segundo, porque recuerda a aquellas páginas de color salmón del semanario de sucesos El Caso, en las que se leían titulares extraordinarios como 'el desgarrador testimonio de tal' o 'el atroz crimen de no sé dónde'...", prosigue, antes de matizar: "La palabra nos resultaba muy certera, porque en el programa tomamos un caso, lo destripamos y lo analizamos desde todas las aristas con los sumarios, los testigos, las sentencias y las diligencias".
¿El resultado? "El periodismo con arte", responde Quílez con orgullo. "Desde el momento en que me sumé al proyecto, noté que había mucha artesanía, sutileza y elegancia en lo que estábamos creando", continúa. Es cierto: #CASO es un formato en el que nada es casual, donde la noche es negra y ese ambiente criminal se siente en el aire. "Tiene un tono oscuro, uno que sabe a blues y whisky, y sigue los arquetipos de lo que es el género del cine noir", describe. El ritmo y la imagen de la serie tienden a los de los documentales norteamericanos. "Más hollywoodiense, diría yo", argumenta Quílez. "Tiene una estructura y un uso de las cámaras y los diálogos propios de un largometraje. Hemos querido hacer algo que mezclara cine y periodismo a la vez".
Aunque el true crime es un género que ha estado presente desde hace mucho tiempo, actualmente vive un auge de popularidad en diversos soportes, como podcasts, documentales y libros. "La crónica negra está de moda. La verdad cautiva y el mal también", resume Quílez. "Hay una frase del maestro de la novela negra Juan Madrid que me llama mucho la atención: 'Aunque a usted no le guste el crimen, al crimen le gusta usted'. En el ser humano, existe una fascinación por el mal", argumenta.
Pero, ¿es morbo bueno o morbo malo? "La maldad es una parte intrínseca de la propia condición humana. Hay un elemento que está estudiado, pero no le encuentro explicación. Si lo quieres llamar morbo, adelante, pero yo le quito ese componente negativo que tiene la palabra", afirma. "Somos un recipiente que alberga bondad y maldad a la vez, así que creo que se produce un atractivo extraordinario al contemplar un hecho criminal en una novela, película o serie de televisión, teniendo la íntima convicción de que cualquiera de nosotros podría haberse cruzado en la lavandería, en el estanco o en la panadería con un monstruo de estas características", continúa. El hecho de que estos personajes existan y que "tengan cara y ojos" le confiere "un elemento de seducción que hace irresistible el true crime".
El gran reto, entonces, para el equipo de #CASO es lograr que el rigor y la profesionalidad sean los que terminen construyendo la narrativa, y no el espectáculo ni las especulaciones. "No sólo tenemos que ser rigurosos y precisos con la realidad, sino con toda la verdad que se ha plasmado. Es difícil reflejar lo que ha sucedido realmente", subraya Quílez. "Por eso huimos de los casos más mediáticos, incluido el caso Sancho". ¿Y hay posibilidad de que lo aborden en una futura segunda temporada? "No lo descarto. De hecho, se habló con Atresmedia cuando estábamos en la fase de preproducción, pero entendimos que no encajaba en ese momento con el tipo de casos que queríamos desarrollar", explica. "El caso Sancho tiene material para una película. El primero que lo haga y que lo haga bien se llevará el Oscar, porque tiene un montón de aristas que lo hacen absolutamente apasionante".